García Cuerva: “Lloramos al Papa Francisco porque sentimos a los huérfanos”

En las escaleras de la Catedral Metropolitana y antes de una Plaza de Mayo llena de fieles, el arzobispo de Buenos Aires, Jorge García Cuerva, presidió ayer la misa exequial en homenaje al Papa Francisco, quien murió el lunes pasado a sus 88 años. En su homilía, el Arzobispo de Buenos Aires solicitó la reconciliación de los Argentinos.
En un día a pleno sol y con un cielo sin nubes, desde temprano, algunos hicieron una vigilia desde el viernes por la noche, los fieles llegaron al área de Plaza de Mayo para participar en el tributo emocional que se hizo al alto pontífice.
Grupos juveniles de diferentes parroquias, grupos de exploradores de niños, personas de todas las edades y origen y miembros de diferentes hogares para la recuperación de adicciones, por ejemplo, caminos ocupados, calles y vías con sus banderas, pancartas y carteles. Nadie quería perder la misa por el “resto eterno del Santo Padre”.
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En su homilía, García Cuerva lamentó la partida de Francisco y dijo: “Hoy lloramos porque no queremos que la muerte gane, lloramos porque el padre de todos murió, lloramos porque ya sentimos su ausencia física en nuestros corazones, lloramos porque sentimos huérfanos”.
Más tarde, García Cuerva citó un tango de Carlos Gardel: “Lloramos porque no terminamos de comprender o dimensionar su liderazgo mundial, lloramos porque ya lo extrañamos mucho y no queremos lo que Gardel cantó en uno de sus tangos, ‘las lágrimas de Taimadas se niegan a surgir y no tenemos la comodidad de poder llorar'”. En otra parte de la misa, García Cuerva citó un textual del pontífice supremo: “El mundo falta para llorar hoy. El grito marginado, aquellos que quedan a un lado lloran, el grito despreciado, pero aquellos que llevan una vida más o menos sin necesidades no saben cómo llorar”. En este sentido, dijo: “Y Francisco seguía diciendo: ‘Te invito a preguntar a cada uno: ¿Aprendí a llorar? Aprendí a llorar cuando veo a un niño hambriento, un niño drogado en la calle, un niño que no tiene casa, un niño abandonado y maltratado, un niño usado por un esclavo como un esclavo?’
Atento a esto, el arzobispo pidió coraje para llorar, parafraseando al Papa y agregó: “Hoy lloramos Francisco. Lo hacemos desde las profundidades del corazón, sin vergüenza, pero también con el dolor que nos une como pueblo. Que nuestras lágrimas reguren nuestras patrias para que sea fructífera en reconciliación y hermandad”.
Según el jefe del arzobisón, el Papa “era el padre de todos, pero especialmente tratado con los más frágiles”. “Tenía predilección por el último, por los marginados, por los enfermos, por los desechables de la sociedad”, agregó.
En uno de los últimos reflejos, García Cuerva solicitó una iglesia en “Salir” como dijo Francisco: “Inquieto, eso es movilizado, que no está acorralado. Seamos cristianos en el camino, que no viven su fe encerrada en cuatro muros”.
Finalmente, García Cuerva recordó el pacto de San José de Flores, en 1859, que terminó con el restablecimiento de Buenos Aires a la Confederación Argentina. “Hoy me gustaría que volviéramos allí e imaginemos el abrazo que nos debemos como argentinos”.
“El abrazo que negamos a quien piensa de manera diferente o al que tiene otras costumbres u otra forma de vida; el abrazo que no compartimos con aquellos que incluso sufren los abrazos que no pudimos dar durante la pandemia”, dijo.
Y terminó: “Hagamos lo mejor de los regalos al Papa, el padre de todos, el Papa Argentino y Buenos Aires, comprometiéndonos a hacer un pacto para especificar como la iglesia y la sociedad su enseñanza y, por lo tanto, definitivamente nos damos el abrazo que necesitamos y vivimos la fraternidad tan anhelada entre los argentinos”.