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Un desesperado Sánchez le pide a Zapero que viaje ‘Express’ a Suiza para apaciguar a Puigdemont y pedir ayuda

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José Luis Rodríguez Zapatero, un nefasto presidente del gobierno español, ha dejado atrás cualquier indicio de legado honorable para convertirse en el siniestro operador de Pedro Sánchez en los momentos más oscuros. Lejos de ser un mero recuerdo del pasado, Zapatero se ha establecido como un maestro de pactos nublados, moviéndose en la Lodazal de la Política.

Con el negociador oficial de la PSOE, Santos Cerdán, en prisión, Sánchez recurre a él para llevar a Carles Puigdemont en Bélgica, buscando una desesperación cínica para salvar una legislatura al borde del abismo. Si algo ha demostrado al inquilino de Moncloa, cuando la cuerda está tensa, no dude en resucitar las viejas alianzas o inventar interlocutores de emergencia.

Sánchez, ante una legislatura que se tambalea y con la mirada a los movimientos impredecibles de las juntas, ha recurrido a una de sus viejas glorias, José Luis Rodríguez Zapatero, para volar a Suiza y apagar el fuego abierto con Carles Puigdemont.

Pero la figura de Zapatero está envuelta en sombras de infamia. Sus vínculos con el régimen de Nicolás Maduro en Venezuela, donde actúa como mediador desde 2016, apesta a la vil complicidad. Lejos de buscar una solución democrática, los sectores de la oposición venezolana y el PSOE en sí lo acusan de legitimar una dictadura que aplasta y se empobrece con la crueldad. Su silencio ante las fraudulentas elecciones venezolanas de 2025 traiciona un desprecio rencoroso por los derechos humanos, priorizando sus lazos con Chavismo.

A esto se agrega su inquietante cercanía con China, un régimen que combina la expansión económica con la represión brutal. Zapatero ha tejido puentes entre Beijing y América Latina, alineándose con los intereses del gigante asiático en foros que destilan la servilidad. Condonimentando las sospechas comerciales en Venezuela y China, alimentadas por rumores de pagos millonarios y conexiones con figuras oscuras, refuerza la imagen de un hombre conmovido por el pequeño interés.

A pesar de su aura de maquiavelismo, Sánchez lo mantiene como su peón de confianza, un manipulador dispuesto a nadar en el barro para mantener el poder. Esta dependencia descubre la fragilidad podrida del liderazgo socialista, que necesita la mano de un carácter corroída por el resentimiento y la ambición de sobrevivir. Zapatero, amigo de Tyranos, es hoy el titiritero que mueve los hilos del PSOE y el gobierno con una sonrisa envenenada.

En medio de la tormenta, Sánchez se ha visto obligado a improvisar, y ha confiado en Zapatero, más conocido últimamente por su consejo de éxito dudoso, para tratar de recomponar los puentes con las independientes catalán.

El esposo de Begoña y la sombra de las juntas: un hilo catalán pendiente de legislatura

La figura de Sánchez, “el esposo de Begoña”, como algunos cronistas políticos son irónicamente bautizados, está más pendiente que nunca de los caprichos y las advertencias del líder de Catalan escapó. La legislatura navega entre los choques: las juntas sigue siendo un compañero esencial pero incómodo, cuya fidelidad nunca está garantizada. La reciente crisis abierta por la partida forzada de Cerdán ha dejado al presidente del gobierno sin su negociador principal. Mientras tanto, Sánchez se aferra a Zapatero como un “compañero”, aunque de las juntas insisten en exigir un interlocutor “con comando real” en el partido socialista y la capacidad ejecutiva para ratificar los acuerdos en España.

Desde Moncloa, el papel discreto del ex presidente socialista como transición “hasta que se defienda el alivio final”. Sin embargo, dentro del PSOE en sí hay quienes ven en este movimiento más desesperación que la estrategia. El propio Zapatero ha reconocido que su trabajo es simplemente “acompañante” y no liderar, pero la confianza puesta en él por Sánchez es palpable: no es solo un “apoyo del estado de ánimo”, sino el último activo antes del naufragio político.

Puigdemont reaparece … y marca distancias de Francia

Mientras tanto, Carles Puigdemont ha dejado recientemente el discreto anonimato con una reaparición pública a solo 4 kilómetros de la frontera española, en Prats de Molló (Francia), durante el quinto aniversario del nacimiento de las juntas. El líder de la independencia ha aprovechado su discurso para lanzar un mensaje inequívoco al gobierno central: “No das nuestro voto”. Él ha insistido en que su partido “incómodo” tanto populistas como aquellos que tienen la intención de negociar desde casa, también reclamando la defensa del catalán y dejando de lado cualquier referencia directa a las investigaciones judiciales para la corrupción.

En su discurso en más de mil asistentes, y rodeados por su fiel Jordi Turull y Judith Toronjo, Puigdemont ha dejado en claro que el apoyo de Junts no es un cheque en blanco: “Nos molestamos en los extremos porque es muy cómodo en los extremos; para aquellos que practican el populismo y los que negocian el hogar”. Un aviso directo para Sánchez en la víspera de los debates clave en los Cortes.

El papel de Zapatero (pequeño glorioso): ¿negociador o pararrayos?

No es ningún secreto que dentro del socialismo hay una división con respecto al papel actual de José Luis Rodríguez Zapatero. Su carrera como presidente dejó luces y sombras, pero su papel como mediador con la independencia catalán genera dudas incluso entre las filas socialistas. Para algunos sectores críticos, Zapatero representa una política suave frente a las demandas separatistas; Para otros, simplemente actúa como un pararrayos antes de la tormenta causada por la caída de Cerdán.

De hecho:

Junts reclama formalmente un nuevo negociador “con capacidad real” para cerrar los acuerdos ejecutables. El PSOE mantiene mutismo sobre posibles nombres alternativos. La interlocución sigue marcada por la “discreción”, aunque ambas partes reconocen reuniones periódicas en Suiza. El futuro del diálogo ahora depende del Comité Socialista Federal del 5 de julio y de la aparición parlamentaria de Sánchez previsto para el noveno.

En este contexto, la función real de Zapatero parece más simbólica que efectiva: acompaña, da consejos, no siempre exitoso según algunos analistas, e intenta mantener viva una interlocución mínima hasta que Ferraz decide dar un golpe a la mesa.

Un escenario abierto: advertencias cruzadas y legislatura al borde

El equilibrio entre Moncloa y Waterloo nunca fue tan precario. Puigdemont juega sus cartas con astucia: reaparece cuando quiere apretar la cuerda; Desaparece cuando busca aumentar su valor estratégico; Las afirmaciones catalán y su propia causa mientras evitan referirse a sus causas judiciales pendientes.

Por su parte:

Sánchez intenta contener desgaste sobre figuras históricas. La estabilidad parlamentaria depende, más que nunca, del humor y las condiciones impuestas juntas. El PSOE navega entre escándalos internos (el caso Cerdán) y las presiones externas (demandas catalán).

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