Más información
El aviso los trae.
Y visto cómo gastan un hermoso remitente; Pocos chistes.
Hoy, el 24 de junio de 2025, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, ha revivido las tensiones transatlánticas al afirmar que “España se ha convertido en un problema” dentro de la OTAN.
El mensaje, lanzado desde la Fuerza Aérea One mientras volaba hacia la cumbre de la Alianza Atlántica en La Haya, se enfoca en el Gobierno de Pedro Sánchez y su negativa a aumentar los gastos militares al 5% del PIB, una cifra acordó como un objetivo de 2035 entre los miembros de la organización.
La advertencia pública de Trump se produce después de varios días de intensas negociaciones entre Moncloa y la sede del Atlántico, donde Mark Rutte, nuevo secretario general de la OTAN, ha presionado a España para asumir un mayor esfuerzo financiero.
Frente a las cifras administradas por Sánchez, quien insiste en que asignará solo el 2.1% del PIB, tanto Trump como Rutte consideran que el compromiso es insuficiente y reclamará un aumento sustancial, lo que coloca la demanda realista de alrededor del 3.5% para lograr los objetivos operativos establecidos por la alianza.
España antes del espejo europeo: ¿Excepción o enlace débil?
La controversia no es nueva. España arrastra años de crítica por su bajo nivel de inversión militar. Actualmente, apenas dedica el 1.3% del PIB a la defensa, lejos del antiguo umbral del 2% acordado después de la anexión rusa de Crimea. En contraste, países como Polonia lideran la clasificación con 4.12%, seguido de Estonia (3.43%) y Letonia (3.15%). Estas cifras muestran una brecha notable con los aliados del flanco este y alimentan la percepción, en comparación con analistas y líderes políticos, que no es justo que algunos miembros asumen el refuerzo militar antes de Rusia.
Polonia: 4.12% del riñón: 3.43% Letonia: 3.15% España: 1.3% (planeado para aumentar al 2-2.1% según Moncloa) EE. UU.: 3.4% (actual)
Mientras tanto, otros socios relevantes como Alemania, el Reino Unido, Suecia y Noruega han anunciado planes para abordar progresivamente el nuevo objetivo común. El propio Trump enfatizó que aceptar el objetivo colectivo no implica necesariamente cumplirlo y ha denunciado que países como España “permanecen a mitad de camino”, lo que lleva una gran parte del costo colectivo sobre los hombros de otros aliados.
La posición española: argumentos económicos y políticos
Desde Madrid, Pedro Sánchez defiende su posición apelando a la “sostenibilidad” y el equilibrio entre la defensa y las políticas sociales. En una carta enviada a Routte antes de la cumbre, parcialmente filtrada a los medios, argumenta que “no es razonable o viable disparar gastos militares hasta un 5%” y advierte sobre el impacto negativo en el estado de bienestar. Para el ejecutivo español, lo relevante es cumplir con los objetivos de capacidad llamados SO, es decir, las capacidades concretas requeridas por la OTAN a cada socio más allá de los simples porcentajes presupuestarios.
Sánchez argumenta que con el 2-2.1% del PIB España puede cumplir con sus obligaciones militares dentro de la alianza. Sin embargo, las fuentes aliadas aclaran que los cálculos españoles se quedan cortos y anticipan una revisión exhaustiva en 2029 para verificar si los objetivos acordados se han logrado realmente o si será necesario aumentar aún más el esfuerzo financiero.
El rechazo del “tratamiento especial” y la advertencia de Rutte
El debate sobre si España podría beneficiarse de una excepción fue establecido rotundamente por el Secretario General del Atlántico. “En la OTAN no hay cláusulas de exclusión o acuerdos paralelos”, dijo Rutte el lunes en una conferencia de prensa antes de la cumbre. Según él, aunque cada país puede modular cómo lograr los objetivos operativos asignados, en la función de su economía o estructura militar, todos deben caminar hacia los mismos objetivos colectivos.
El intento español de negociar una escritura más ambigua en la declaración final solo ha servido para dar más margen político al gobierno antes de su electorado nacional y tratar de evitar un compromiso explícito con las cifras difíciles de asumir en plena recuperación económica. Sin embargo, dos países más también han pedido que aprovechen este supuesto “tratamiento preferencial”, generando cierta incomodidad entre los miembros más comprometidos con los aumentos.
Implicaciones para Europa y el futuro inmediato
La cumbre de La Haya se celebra en un momento clave para la seguridad europea. Con una Rusia cada vez más hostil y Ucrania, dependiendo del apoyo occidental para resistir militarmente, cualquier signo de debilidad o falta de cohesión se preocupa especialmente a los aliados del este.
La distribución desigual del gasto amenaza con descifrar la unidad interna. Pase con mayor esfuerzo de reclamo de capital y responsabilidad compartida. El liderazgo de los Estados Unidos vuelve a ser decisivo para forzar compromisos.
Este pulso entre Washington y Madrid puede tener consecuencias duraderas:
Podría afectar las relaciones bilaterales entre Estados Unidos y España.
Ante el avance decidido de países como Polonia o Estonia, que ya excede los mínimos requeridos, España mantiene una posición ambigua que le permite ganar tiempo pero expone nuevas presiones diplomáticas y de medios.
Una controversia sin un resultado claro
Hoy no hay una solución inmediata al conflicto. El gobierno español se aferra a sus propias estimaciones presupuestarias, mientras que Trump promete mantener la presión alta durante toda la cumbre. En el fondo hay una pregunta recurrente: ¿puede Europa garantizar su seguridad si algunos socios continúan impediendo compromisos reales?
La verdad es que las palabras del presidente de los Estados Unidos han maximizado el grado de tensión política incluso antes del inicio formal de la reunión. El pulso para el elenco justo de gastos militares continuará marcando una buena parte del debate del Atlántico en los próximos años.