Más información
Ya no es ‘Pedro el Lindo’, como solía susurrar a Ursula von der Leyden a susurrar pero ‘Peter’ complicado.
El jefe de gobierno más empantanado en la corrupción del antiguo continente, el socialista que tiene a su esposa peregrinación por los bancos de los tribunales y sus hombres y ministros de confianza en la cárcel, los tribunales o en una capilla por poner su mano en la caja.
El ‘complicado’ tiene su historia.
Richard Nixon, el 37º presidente de los Estados Unidos, era conocido por varios apodos a lo largo de su vida, pero el más famoso es “Tricky Dick”.
Este apodo, acuñado durante su campaña al Senado en 1950 contra Helen Gahagan Douglas, surgió debido a las tácticas agresivas y cuestionables que utilizó, como insinuando que su oponente tenía simpatías comunistas, lo que le valió una reputación como un político astuto y manipulador.
Además, durante su presidencia (1969-1974), el escándalo de Watergate reforzó este apodo, ya que se revelaron actividades ilegales, como la redada en las oficinas del Partido Democrático y los intentos de encubrimiento, que culminaron en su renuncia en 1974.
La política española no es el estadounidense, pero siempre ha tenido algo de amor por las fluctuaciones dramáticas.
Algo que en el caso del esposo de Begoñas cualquier guión planificado.
Hasta hace poco fue un presidente que se movió con facilidad en las cumbres internacionales y se jactó de la agenda global, hoy se ha convertido en una figura incómoda, cuando no se ignora directamente, en los foros del gran mundo.
Ha fallecido en una orina de ser el guapo que estaba buscando la foto en la primera fila, a un presidente acorralado y casi invisible.
Las imágenes recientes de Sánchez en la cumbre de la OTAN, apresuradas, ajenas a las conversaciones y con los líderes europeos evitando el contacto, resumen en una instantánea lo que la prensa extranjera describe como el aislamiento diplomático más grande de un presidente español en décadas.
Los titulares de medios como Financial Times o Le Monde no dejan dudas: se habla abiertamente de corrupción, sobornos y una crisis de confianza en el gobierno. La renuncia de Santos Cerdán, uno de sus hombres de confianza máximos, por presunta corrupción, ha sido la caída que ha llenado el vidrio.
“Un presidente que pide perdón”, “El peor momento del PSOE” y “¿Puedes huir de los escándalos?” Son algunas de las frases más repetidas en la prensa europea.
La imagen de estabilidad que Sánchez intentó proyectar en el extranjero ha saltado por el aire, arrastrando con él la reputación internacional de España.
Maste: refugio, símbolo y tumba política
Hoy, 18 de agosto de 2025, la escena política nacional asiste a un fenómeno casi sin precedentes: Pedro Sánchez ha sido encerrado en la Mareta, el Palacio de Lanzarote nuevamente, evitando cualquier aparición pública fuera de sus muros. Atrás quedaron los caminatas de verano entre ciudadanos, fotos informales con turistas y entrevistas relajadas en la playa. Después de una visita expresa a uno de los incendios que devastan la península, el presidente ha elegido no ser visto, consciente de que el clima político y social no es exactamente el más propicio para los baños de la multitud.
La Mareta, una vez un símbolo de poder presidencial y descanso, se ha convertido en el refugio donde se cría Sanchismo antes de sentarse en el banco de la opinión pública. Una especie de búnker de vacaciones en el que Sánchez busca protegerse de los medios de comunicación y el vendaval judicial que amenaza con arrastrar una buena parte de su entorno más cercano. La imagen del presidente aislado, rodeada solo por la suya, se refiere a otros tiempos de la política española, aunque ahora se combina con un desacredit internacional sin precedentes.
Zapatero, Venezuela y El Nexo con negocios oscuros
El aislamiento de Sánchez no se entiende sin la dependencia cada vez más evidente de José Luis Rodríguez Zapatero, su predecesor, mentor y, según muchos analistas, el verdadero arquitecto a la sombra de gran parte de los movimientos del gobierno actual. La relación ha pasado de la frialdad inicial a la simbiosis casi total, en la que Zapatero ha logrado colocar sus peones en las principales áreas de influencia y negocios relacionados con Venezuela, la República Dominicana y, más recientemente, China.
En los últimos meses, la cifra de Zapatero se ha relacionado con las operaciones millonarias con la compañía petrolera venezolana PDVSA, donde, según la información confidencial en manos del empresario Víctor de Aldama, los pagos se habrían producido a cambio de favor de los favoritos políticos y comerciales. Incluso se señala que Venezuela habría financiado la candidatura de Sánchez para el internacional socialista, mientras que el propio Zapatero se ha convertido en el intermediario esencial para cualquier operación española en el país de Maduro.
La sombra del financiamiento ilegal de los planes PSOE en Moncloa, impulsado por la historia del rescate a compañías como Plus Ultra, el controvertido rescate de Air Europa y la llegada clandestina a Madrid de Delcy Rodríguez, vicepresidente venezuelano, saltando la prohibición de la entrada a la UE. Todo esto bajo el vigilante del ex presidente, cuyas conexiones con el régimen bolivariano ya son un secreto a fuego lento.
China, Huawei y la deriva autoritaria
Pero si las relaciones con Venezuela despiertan dudas en Bruselas y Washington, el reciente enfoque de Sánchez y Zapatero a la autocracia china se ha convertido en todas las alarmas. El Ministerio del Interior ha otorgado a Huawei, negocios ventilados en numerosos países por razones de seguridad, un contrato millonario para administrar la escucha judicial de la policía y la Guardia Civil. El movimiento, patrocinado por el entorno de Zapatero, consolida los lazos con Beijing y refuerza la imagen de un gobierno dispuesto a mirar hacia otro lado en términos de derechos y libertades a cambio de inversiones y apoyo internacional.
La presencia de Zapatero como un “lobbista” de Huawei y otras compañías de tecnología china no solo alimenta sospechas sobre la transparencia del ejecutivo, sino que mancha la imagen internacional de Sánchez con la pátina de dependencia con respecto a los pobres regímenes. La prensa europea, siempre atenta a los gestos, ha recopilado la preocupación de los asuntos exteriores occidentales ante la deriva autoritaria de algunos socios del gobierno español y la creciente influencia de poderes fuera de la órbita democrática.
El “sanchismo” en la cuerda floja
Mientras tanto, el “Sanchismo” llamado SO parece haber agotado su crédito tanto dentro como fuera de España. La sucesión de escándalos, la percepción de la impunidad y la dependencia de cifras como Zapatero o de pequeños socios internacionales recomendados han terminado aislando a un presidente que, hasta hace poco, presumía que era “el guapo de Europa”. La realidad de 2025 es muy diferente: un presidente que se esconde en la Mareta, que evita el contacto con la calle y que enfrenta la peor crisis reputacional de su mandato.
El distanciamiento de los líderes internacionales fue evidente en la última cumbre de la OTAN, donde Sánchez fue relegado a un papel secundario, con apenas interlocutores o apoyo. La negativa a comprometerse con el gasto militar requerido por la alianza y la falta de iniciativa en los grandes debates estratégicos han terminado colocando a España en una posición marginal. Sanchismo literalmente alquila en el marta, mientras que la tormenta aumenta en Madrid y en las principales capitales europeas.
Curiosidades y datos llamativos
En los últimos dos años, Pedro Sánchez ha reducido sus viajes oficiales fuera de España en más del 40% en comparación con la legislatura anterior, según la agenda de Moncloa. José Luis Rodríguez Zapatero, a los 65 años, ha sido calificado por varios medios, como el “hombre más influyente en Venezuela”, incluso por encima de algunos ministros del régimen de Maduro. La adjudicación de contratos públicos a Huawei de debate en el Parlamento Europeo, donde se han solicitado explicaciones sobre los criterios de seguridad y transparencia. El Mareta, el refugio presidencial en Lanzarote, fue un regalo del rey Hussein de Jordan a Juan Carlos I, y desde 2018 se ha convertido en el destino favorito de Sánchez para aislarse de la presión de los medios. La llegada de Delcy Rodríguez a Barajas, temprano en la mañana, permanece oficialmente en varios casos europeos y nacionales.
Como generalmente se dice en el mentor político de Madrid, “de apestoso a apestoso, solo hay un escándalo de distancia”. Y si no, pregúntale a Pedro Sánchez.