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¿Sabía que en Dinamarca es la izquierda progresiva que se pone dura con la migración?

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No te tomes las manos en la cabeza.

Es puro sentido común, aunque choca.

Dinamarca ha desafiado las expectativas, demostrando que la izquierda puede ser tan difícil como la derecha en la migración.

“En Copenhague, el progresismo lleva botas de acero”, bromea un tweeter.

Dinamarca, conocido por su bienestar social y su progresismo, ha tomado un giro inesperado en los últimos años.

Bajo el liderazgo del socialdemócrata Mette Frederiksen, el país ha implementado una de las políticas de inmigración más estrictas en Europa, rompiendo con la imagen de la izquierda como un defensor incondicional de los inmigrantes. Y

Este 1 de julio de 2025, el debate sobre la política de inmigración sigue siendo caliente, con titulares que destacan cómo Frederiksen ha llevado a la socialdemocracia a una tierra que muchos asociarían con el derecho.

Relevante, aunque no se cita porque es el único PAI europeo en el que se ha realizado es un estudio publicado en 2018 por el gobierno danés, basado en datos administrativos, según el cual los inmigrantes, especialmente de los países no occidentales, generan un impacto fiscal neto negativo en el sistema social de Dinamarca.

Según el informe, mientras que los nativos daneses contribuyeron con 41,000 millones de coronas danesas (DKK) al Tesoro público, los inmigrantes y sus descendientes representaban un costo neto de 24,000 millones de DKK.

Esto se debe a que los inmigrantes no occidentales, con una tasa de empleo del 47% en comparación con el 76% de los nativos, consumen más servicios sociales, como subsidios y atención médica, de lo que contribuye a los impuestos.

El giro de la socialdemocracia

Desde que asumió el poder en 2019, Mette Frederiksen ha redefinido la posición de la izquierda danesa. Su objetivo: “Un Dinamarca coherente donde la inmigración no fractura a la sociedad”. En lugar de abrir las puertas, el gobierno socialdemócrata ha endurecido las leyes de inmigración, priorizando la integración y la sostenibilidad del estado de bienestar. “La migración masiva es una amenaza para nuestra cohesión”, dijo Frederiksen en un discurso reciente.

Esta posición, que ha sorprendido a muchos, responde a un cálculo político. Los socialdemócratas perdieron votos contra los partidos de ala derecha como el Partido Popular Danés en el 2010. Para recuperar la tierra, Frederiksen adoptó una línea dura que combina el progresismo social con el control de la inmigración. “No es xenofobia, es para proteger nuestro modelo”, dijo un portavoz del partido en X.

Medidas clave de la política de inmigración

La política de inmigración de Dinamarca bajo Frederiksen incluye medidas que han generado aplausos y críticas:

Cero asil: en 2021, Dinamarca anunció su objetivo de reducir el asilo a aplicaciones cero, excepto en casos excepcionales. En 2024, solo se aprobaron 1.200 asilos, la cifra más baja en décadas.*Externalización a Ruanda: un acuerdo firmado en 2021 permite enviar a los solicitantes de asilo a Ruanda para procesar sus casos, una medida pionera en Europa. “Es una solución práctica para un sistema roto”, defendió Frederiksen. Deportaciones masivas: desde 2020, el gobierno ha revocado los permisos de residencia a los refugiados, especialmente los sirios, argumentando que Damasco ahora es “seguro”. Más de 1.500 sirios han sido deportados o reubicados. Requisitos estrictos para residentes ciudadanos.

¿Por qué la izquierda abraza estas políticas?

La estrategia de Frederiksen tiene raíces prácticas y políticas. Dinamarca, con 6 millones de habitantes, ha recibido ondas migratorias significativas desde los años 90, especialmente de países de Medio Oriente y África. Esto ha generado tensiones en un país homogéneo, donde el 86% de la población es étnicamente danés. “La clase trabajadora paga el precio de la migración no controlada”, dijo un diputado socialdemócrata, señalando problemas como el crimen en los vecindarios de inmigrantes.

El modelo de bienestar gratuito, con salud y educación gratuitas, depende de los altos impuestos y la confianza social. Frederiksen argumenta que una inmigración no regulada podría colapsarla. “No podemos ser el hospital del mundo”, dijo en un debate reciente. Además, la socialdemocracia ha aprendido de la derecha. Partes como el partido popular danés obtuvieron apoyo con discursos antiinmigratorios, y los socialdemócratas tienen parte de esa retórica para mantenerse en el poder.

Críticas y controversias

No todos aplauden esta política. Organizaciones como ACNUR y Human Rights Watch han criticado a Dinamarca por su dureza. “La externalización del asilo a Ruanda hace un derecho una decisión política”, dijo un portavoz de Human Rights Watch. En Copenhague, los activistas han protestado contra las deportaciones, especialmente las familias sirias. “Es inhumano separar a los niños de sus comunidades”, dijo un manifestante en X.

Dentro de la izquierda, el turno de Frederiksen ha generado la división. Algunos socialdemócratas, como Mattias Tesfaye, ministro de inmigración, defienden la línea dura. Otros, como miembros más progresivos del ala, temen que la fiesta pierda su alma. “Hemos cedido demasiado a la derecha”, dijo un diputado anónimo.

Impacto en Europa y más allá

La política de inmigración de Dinamarca ha puesto al país en el radar internacional. Países como Austria y los Países Bajos estudian replicando el modelo de externalización a Ruanda. En X, los usuarios conservadores en España y Francia han elogiado a Frederiksen, mientras que los progresistas la acusan de traicionar los valores de la izquierda. “Dinamarca muestra que puede ser progresivo y pragmático”, tuiteó un analista.

El enfoque también ha influido en el debate sobre la Unión Europea. Dinamarca, que no participa plenamente en las políticas migratorias de la UE, ha marcado un precedente para los gobiernos que buscan endurecer sus fronteras. “Es un modelo que otros seguirán si la presión migratoria crece”, predijo un experto en Bruselas.

El futuro de la política de inmigración danesa dependerá de varios factores. Frederiksen enfrenta las elecciones en 2027, y su estrategia podría consolidar su liderazgo si mantiene el apoyo de la clase trabajadora. Sin embargo, el riesgo es alienar a los votantes progresistas, que podrían recurrir a partidos como pensamientos.

A nivel internacional, el acuerdo con Ruanda será clave. Si falla, debido a la logística o las críticas humanitarias, podría debilitar la credibilidad de Frederiksen. Pero si funciona, Dinamarca podría liderar una ola de políticas similares en Europa. “El mundo nos mira, y eso es una responsabilidad”, dijo Tesfaye.

La izquierda danesa también debe equilibrar su discurso. La retórica antiinmigración podría normalizar las narraciones de la extrema derecha, como las del Partido Popular Danés, que solicita un “rechazo” masivo. “Dinamarca debe decidir si desea cohesión o exclusión”, reflejó un académico en X.

La política de inmigración de Dinamarca está llena de detalles sorprendentes:

Un cambio histórico: en 2001, los socialdemócratas apoyaron una migración más abierta. Frederiksen rompió con esa tradición en 2019.*El caso de los inmigrantes ruidos para asistir a clases de “valores daneses” desde la edad de 2 años. Apoyo popular: una encuesta de 2025 muestra que el 62% de los daneses aprueban la política de Frederiksen. CRÍTICOS FAMOSOS: El cantante Mø criticó en X las deportaciones: “No es el Dinamarca que amo”. Un precedente nórdico: Noruega y Suecia Dinamarca para endurecer otras políticas, como la migratoria.

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