La política galleña nuevamente da a los titulares de impacto en el medio del verano electoral.
Las últimas encuestas, hasta el 25 de julio de 2025, dibujan un mapa político donde Alfonso Ruedo emerge como el gran beneficiario de la estabilidad y gestión institucional, mientras que el PSOE colapsa a niveles de irrelevancia y el BNG mantiene su segundo papel de fuerza, aunque sin SorPasso o campanas.
La historia, en Galicia, se repite con ciertos toques de ironía: el PP logra los 43 escaños que Manuel Fraga llegó en 2003 en 2003, consolidando una hegemonía que parecía, hace solo cinco años, mucho más fragil.
Los datos hablan claramente: si las elecciones autónomas se celebraran hoy, el PP gallego alcanzaría hasta el 48.7% de los votos, lo que se traduce en los 43 escaños simbólicos, igualando el récord de Fraga y dejando en evidencia de que la marca conservadora disfruta de una excelente salud en la comunidad.
El BNG, por otro lado, permanece como una segunda fuerza pero sin un crecimiento significativo, mientras que el PSOE cae por debajo del 12% y pierde la mitad de su apoyo en comparación con hace una década, siendo olvidado incluso por su propio electorado tradicional.
Vox tiene dificultades para dar paso y el “ocurrencia” local del alegre alcalde de Orense parece tomar asiento, a pesar de todos sus desastres.
El secreto del éxito popular: administración y perfil de
Seis de cada diez galices valoran como “bueno” o “muy bueno” la gestión de Alfonso Rueda a la cabeza de la Xunta. El presidente, heredero político de Feijóo, pero con un estilo más discreto y menos otorgado a la prominencia nacional, ha logrado convertir la estabilidad y la gestión en sus mejores activos.
Rueda ha evitado grandes choques y controversias, manteniendo una relación pragmática con el gobierno central y apostando por el desarrollo económico y la defensa del sector industrial, aunque con proyectos como controvertidos como la macrocelulosa de Altri de Altri, Ana Ponton (BNG) y un raspado para Besteiro (PSOE), que muestra una clara ciudad de preferencia de perfil y predicción de la corriente.
El BNG se resiste, pero no capitaliza el uso socialista
El bloque nacionalista de Galego, dirigido por Ana Pontón, mantiene su posición como una segunda fuerza política, aunque el gran ascenso esperado a expensas del PSOE no termina materializándose. El bloque se resiste, pero no logra el salto que muchos de sus partidarios predijeron después del uso socialista a nivel estatal.
El BNG se consolida alrededor del 25% de los votos, con una ligera tendencia al alza, pero lejos de verificar la hegemonía popular. Sus mejores resultados se dan en provincias tradicionalmente nacionalistas como Lugo y Pontevedra, donde su discurso para la defensa del territorio y el medio ambiente tiene más eco. Sin embargo, el auge del BNG no es suficiente para arrebatar la centralidad política al PP, que continúa dominando incluso en disputas tradicionalmente menos conservadoras.
El PSOE gallegado: en busca de su electorado perdido
El PSOE está pasando por su peor momento histórico en Galicia. Las encuestas señalan que solo el 11.8% de los galices votarían hoy a los socialistas, una cifra que coloca al partido en una posición casi testimonial en el parlamento gallego.
La infección es tal que más de la mitad de los antiguos votantes socialistas han emigrado a la abstención, el voto en blanco o incluso el nacionalismo gallego. El liderazgo de Besteiro no ha penetrado y la marca PSOE, muy conmovida por la crisis interna y los escándalos estatales, se percibe como ajeno a los intereses de la profunda Galicia. La desconexión con los problemas reales de la comunidad y la falta de su propio discurso marcan el viaje en el desierto de un partido que fue clave en la alternancia democrática gallega.
Factores de fondo: polarización y voto emocional
El escenario político gallego se polariza cada vez más alrededor de dos bloques: el conservador, con el PP dominando sin fisuras, y el nacionalista, donde el BNG mantiene su espacio. El PSOE, lejos de actuar como una bisagra, se diluye en un mar de indeciso y desafección. La política gallega, tradicionalmente pragmática y poco dada al histrionismo, parece haberse acostumbrado a la estabilidad popular y la oposición retórica del nacionalismo.
La desmovilización crece: el 23% de los galices declaran no saber a quién votar o estar inclinado al voto blanco o cero, un registro que demuestra el creciente desapego hacia los partidos clásicos. El auge de Vox y la extrema derecha, aunque significativa en el contexto estatal, no se traduce en asientos en Galicia, donde la política continúa cambiando a los tres grandes actores.
Comparación: rueda frente a Fraga
Partido Año Presidente% de VetoSescaños2003Manuel FragApp48,5432025 CALFONSO RuedApp48,743 La comparación es inevitable: Wheel es igual al récord de Fraga, un ícono de la política galleña, que refuerza la idea de que el PP ha logrado reflexionarse a sí misma sin perder su base electoral.
Curiosidades y datos de casos
En Lugo y Ourense, los feudos tradicionales del PP, dieron una fidelidad significativa entre los mayores de 60 años y en áreas urbanas muy específicas. Las encuestas del informe de probexe y NC coinciden en la tendencia, aunque varían en los márgenes: en todos ellos, el PP excede la barrera de la mayoría absoluta con Slack, el BNG consolida su papel de oposición y el PSOE permanece lejos de sus mejores tiempos.
En resumen, Galicia parece decidida a continuar apostando por estabilidad, gestión y bajo perfil. O, como diría un clásico de la política gallega, “o que funciona, no se toca”.