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Hoy, 12 de agosto de 2025, Colombia y el mundo todavía se preguntan quién ordenó a Miguel Uribe Turbay que matara.
El senador y candidato del Centro Democrático murió el lunes después de 65 días de agonía y todo permanece en la penumbra.
La oficina del fiscal exhibe capturas del asesino a sueldo que presionó el gatillo y la red de logística, pero aún no identifica al autor intelectual del magnicidio.
La investigación apunta al élder José Arteaga Hernández, también conocido como Chipi o Costeño, como coordinador de una celda criminal que planeó el ataque, reclutando a un adolescente de 15 años para disparar. Seis personas han sido arrestadas, incluida Katerine Andrea Martínez (Gabriela), quien proporcionó el arma, y William Fernando González Cruz (el hermano), pero el autor intelectual aún no está identificado.
Entre las hipótesis, se considera que el crimen podría ser una “comisión” de un sector de los narcógenos de FARC, al que el presidente izquierdista, Gustavo Petro, ha dado un amplio margen de acción, según las críticas a los sectores de la oposición.
El general Carlos Fernando Triana describió el ataque como una Ley de “cuidadosamente planificada”, dirigida por Chipi, un criminal con más de 20 años de antecedentes criminales que habría recibido hasta 1,000 millones de pesos para orquestar el ataque, según el Ministro de Defensa, Pedro Sánché.
Capturado en julio, Costeño coordinó una red de entre ocho y diez personas, explotando la vulnerabilidad de un menor para ejecutar el crimen. Aunque las autoridades sospechan de la Segunda Marquetalia, la disidencia del FARC, el móvil permanece sin aclarar, y el presidente Petro ha rechazado los vínculos ideológicos, atribuyendo el ataque a una “mafia” sin presentar evidencia.
Presidencial a la vista
El shock llega a nueve meses a partir de los presidenciales y coloca bajo el microscopio la seguridad de los líderes políticos, el alcance del crimen organizado y la discusión sobre la responsabilidad política del gobierno de Petro en un clima de violencia que no produce.
El enfoque de este informe está en tres preguntas prácticas: quién está detenido por el asesinato de Uribe Turbay, qué incógnitas aún están abiertas y cómo todo encaja en la disputa sobre la historia de la violencia y la seguridad en Colombia.
La agenda pública estuvo marcada por las capturas de la cadena operativa, del presunto coordinador, también conocido como “Chipi” a los colaboradores de logística, y por el debate sobre si la política de “paz total” ha ofrecido incentivos perversos o, por el contrario, opera en un contexto inherente complejo, sin evidencia directa de vínculo con el crimen.
El verificado: detenidos y avances en el caso
Presunto coordinador: el élder José Arteaga Hernández, también conocido como “Chipi” o “Costeño”, señaló como el jefe de la operación que habría planeado y coordinado el ataque ejecutado en Modelia, al oeste de Bogotá. Presión de Sicario: una logística de menos de 15 años arrestada: Catherine Andrea Martínez, también conocida como “Gabriela”, que habría suministrado el arma al adolescente. William Fernando González Cruz, alias “El Old” o “El hermano”, identificado como líder logístico. Agotar según las primeras líneas de investigación. Sistema clínico y de muerte: Miguel Uribe Turbay murió el lunes 11 de agosto, 65 días después del ataque, en la Fundación Santa Fe; Su prolongada agonía aumentó la presión sobre la aclaración de los autores intelectuales.
Lo que falta: las autoridades no han informado quién dio la orden, cuáles eran las razones o si había financiamiento externo o conexiones con las principales estructuras armadas; Esa opacidad mantiene el móvil en disputa pública.
¿Quién era Miguel Uribe Turbay y por qué su muerte es importante?
Perfil: Senador de 39 años, figura de la oposición al Gobierno de Gustavo Petro y candidato para el derecho a los presidenciales de mayo de 2026 por el Centro Democrático, el partido fundado por Álvaro Uribe. Trayectoria y contexto: su asesinato revive la memoria de los asesinos de 1989-1990, aunque hoy sin una autoría obvia como la de Pablo Escobar en ese momento. Después del ataque; El proceso electoral estuvo marcado por la seguridad de los candidatos y equipos.
Palabras de enfoque clave: “Quién era Miguel Uribe Turbay”, “Candidato presidencial del Partido de Álvaro Uribe”, “Petro y violencia”.
Qué es y lo que no se sabe: incógnitas centrales
Autor intelectual: no identificado públicamente. No hay hipótesis oficial dominante. Vigns con organizaciones penales: en investigación; Las capturas describen una celda operativa, pero aún no prueban conexiones con la sede importante. Hojas de seguridad: el ataque ocurrió en una actividad proselitista en un parque urbano; Las preguntas sobre inteligencia preventiva y protocolos persisten.
Tabla rápida: procesar y vaciar
| Elemento clave | Estado actual |
| – | – |
| Autor material | Menor capturó el mismo día de ataque |
| Coordinación operativa | El presunto líder “Chipi” arrestado |
| Logística y escape | Varios colaboradores capturados |
| Autor intelectual | No identificado |
| Móvil | No hay versión oficial consolidada |
Responsabilidad política en el debate: ¿Qué papel juega Petro?
El asesinato desata un debate sobre la relación entre el clima político y la violencia, más allá de la evidencia judicial. En la televisión, las voces de la oposición han atribuido una “responsabilidad política” a Gustavo Petro, enmarcando el magnicidio en un deterioro de la seguridad bajo su mandato; Esto fue expresado por el ex viceministro Rafael Nieto en NTN24, afirmando que son “tres años del gobierno de Petro y 30 años de revés”. Esta tesis busca conectar el crimen con una atmósfera de mayor impunidad y presión de las bandas, sin la fecha en que ha habido evidencia que relacione al ejecutivo con la cadena de ataque del ataque.
El gobierno tiene otra línea: niega un “caos de violencia” y afirma que la tasa de homicidios no ha empeorado frente a la administración anterior, aunque reconoce que la reducción es insuficiente. Además, insiste en su proyecto “Total Peace”, ahora con un intento de un marco legal para presentar justicia de guerrilleros a carteles, en medio de diálogos suspendidos con ELN y disidentes, y sin desmantelar estructuras completas. Paralelamente, el análisis académico anterior había advertido que la política de paz enfrenta resultados mixtos y persistencia de masacres y asesinatos de líderes, lo que tensiones su legitimidad.
Claves para leer el debate:
No hay evidencia pública del vínculo del gobierno con el crimen; La discusión son los resultados climáticos y de políticas públicas, no la autoría. La narrativa oficial destaca la continuidad o la mejora leve en los homicidios y el compromiso con la sumisión y el diálogo; Sus críticos indican incentivos erróneos y expansión criminal. La determinación del autor intelectual y el móvil será decisiva para resolver o animar la disputa política.
Por qué este caso puede redefinir la campaña
Seguridad del candidato: varias agenda suspendida después del ataque; El miedo a los imitadores y los errores en los esquemas crece en ciudades y regiones. Augusta Electoral: la seguridad urbana, el crimen organizado y la reparación de las víctimas se consolidan como ejes centrales, por encima de las reformas sociales o fiscales. Unidad opositoral: el derecho discute el tono y la estrategia ante un país conmocionado y un ejecutivo defensivo; La reacción pública de Álvaro Uribe marcó el duelo y el mensaje de continuidad política.
Qué buscar en los próximos días
Anuncios de la oficina del fiscal sobre potenciales autores intelectuales o vínculos con economías ilegales. Justs para esquemas de protección para candidatos y equipos en una plaza pública y recorridos por el vecindario. TRAM IMIT del Proyecto de presentación y efectos sobre incentivos de banda y negociación con ELN y Disidencias.
En resumen, hoy sabemos quién es arrestado en la cadena material y logística del asesinato de Miguel Uribe Turbay, pero ignoramos quién y por qué ordenó el asesinato. Esa Laguna alimenta un shock político sobre la violencia en la época de Gustavo Petro, entre aquellos que respaldan la responsabilidad política y un gobierno que rechaza la historia del caos y redobla su compromiso con la “paz total”. La respuesta judicial (autor intelectual, móviles y eventuales vínculos con las principales estructuras criminales) definirá el tono de una campaña presidencial que ya cambia, inevitablemente, en torno a la seguridad y el estado de derecho.