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En Shanghai, Shenzhen o Nanjing, todas las mañanas, miles de jóvenes se visten como un día normal en la oficina. Sin embargo, lo que hacen no es funcionar.
Pagan entre 30 y 50 yuanes diarios, entre 4 y 7 dólares, para sentarse en una “oficina falsa” y fingir que se encuentran con una jornada laboral.
Lo esencial no es el trabajo, sino la apariencia: en un país donde el empleo define el estatus social y la autoestima, muchos prefieren simular en lugar de admitir estar desempleados.
Hoy, 13 de agosto de 2025, este fenómeno refleja el drama del desempleo juvenil en China.
La tasa de niños menores de 30 años supera el 14%, la más alta en una década. Este año, más de 12 millones de graduados universitarios buscan un agujero en un mercado saturado y cada vez menos capaz de absorber nuevos talentos.
¿Qué son los jóvenes en oficinas simuladas?
Las “oficinas simuladas” ofrecen mucho más que escritorios y Wi-Fi. Algunos incluyen almuerzo y café; Otros incluso permiten contratar a un “jefe” para posar en fotos familiares. La experiencia se acompaña de tareas ficticias y rondas de supervisión inventadas. El entorno replica el mundo corporativo, pero sin demanda ni contrato.
El perfil es claro:
El 40% son graduados recientes que necesitan justificar prácticas o pasantías a sus universidades. El 60% son trabajadores independientes o nómadas digitales que buscan una red profesional o una estructura diaria. La Edad Media es de alrededor de 30 años; Los más jóvenes son de unos 25 años.
Para muchos, la rutina da sentido a sus días y ayuda a mantener la disciplina personal. Shui Zhou, ex empresario gastronómico, dice: “Me siento muy feliz, como si trabajáramos juntos en grupo”. Xiaowen Tang, graduado universitario, usó este sistema para simular una pasantía y poder obtener su título.
El peso cultural del trabajo
En China, el trabajo va más allá del salario. Es identidad, respeto familiar y reputación social. El desempleo se vive como vergüenza; La presión social para tener éxito marca a toda una generación desde la infancia. Zhang Yong, profesor de la Universidad de Ciencia y Tecnología de Wuhan, lo resume: “La sociedad ejerce mucha presión sobre las personas para que triunfan”.
El miedo a la prueba familiar empuja a los jóvenes a buscar soluciones creativas: algunos incluso pagan fotos con “jefes” ficticios para mostrar progreso laboral a sus padres. Otros usan estos espacios simplemente para mantener rutinas saludables y evitar el aislamiento social.
Una respuesta al mercado laboral saturado
La crisis laboral juvenil tiene raíces profundas:
Saturación universitaria: en 2025, China registró su historial de graduados universitarios. Educational-Laboral: universidades exigen pruebas de empleo o pasantías para otorgar títulos; Pero muchas compañías han dejado de contratar graduados recientes. Transformación económica: la desaceleración ha detenido la creación de trabajos estables.
Christian Yao, profesor en Nueva Zelanda, señala que “el fenómeno es una respuesta al desajuste entre la educación y el mercado laboral; funciona como una transición para reflejar y preparar los próximos pasos”. Biao Xiang, antropólogo del Instituto Max Planck, ve estas oficinas como un “caparazón protector” a las presiones externas.
¿Solución temporal o nueva tendencia?
El surgimiento de estas oficinas muestra que los jóvenes buscan alternativas para proteger su pozo mental mientras esperan oportunidades reales. Aunque algunas empresas consideran que este negocio es un “experimento social”, se debe ver su rentabilidad futura.
Las oficinas falsas permiten:
Mantener rutinas diarias.
No es solo un refugio contra la presión familiar; También es una forma discreta de redes informales y preparación para futuros trabajos.
Impacto social e institucional
El fenómeno revela:
Tensiones educativas: las universidades requieren cupones de trabajo incluso cuando faltan trabajos formales. Clusters sociales: una generación cansada de discurso meritocrático busca fórmulas alternativas para hacer frente al desempleo. Nuevas formas de empleo: el trabajo flexible crece entre los nómadas digitales y los trabajadores independientes.
En las grandes ciudades chinas, muchas compañías operan estas oficinas fuera del radar oficial; Están organizados por redes sociales como WeChat y responden a la creciente demanda.
¿Qué nos dice este fenómeno sobre China hoy?
La creciente popularidad de las oficinas falsas muestra que el desempleo juvenil requiere soluciones imaginativas que van más allá de las políticas tradicionales. Mientras que algunos critican la teatralidad o dudan de su rentabilidad futura, otros destacan su papel como espacio transitorio y fuente emocional.
En un país donde el éxito profesional se mide casi desde la cuna y donde salen millones de nuevos graduados en el mercado laboral saturado, pretender trabajar puede ser una estrategia personal y colectiva para sobrevivir uno de los momentos más difíciles de empleo en China.
El resultado: una generación que busca reinventar su rutina mientras espera oportunidades reales para abrir nuevamente.