En nuestro mundo moderno hiperconectado, la cultura “siempre activa” nos ha convencido de que la productividad constante es el único camino hacia el éxito. Sin embargo, los expertos en salud mental expresan cada vez más el peligro de este mito. A medida que nos acercamos al final del año, las vacaciones navideñas emergen no solo como una tradición festiva, sino como una necesidad clínica para nuestra salud cognitiva y emocional.
Según destacados neurólogos y psiquiatras, el cerebro humano simplemente no está preparado para producir resultados perpetuos. Cuando no logramos desconectarnos verdaderamente, permanecemos en un estado de estrés crónico que nubla nuestro juicio, agota nuestra fuerza de voluntad y erosiona nuestras relaciones más queridas. Al comprender los cambios neurológicos que ocurren durante el descanso profundo, podemos transformar esta pausa estacional en una poderosa herramienta para la recuperación. En esta temporada navideña, los expertos médicos exploran cómo el descanso planificado revierte el agotamiento crónico y proporciona la claridad mental esencial necesaria para establecer objetivos sostenibles para el próximo año.
¿Por qué tenemos que parar? La perspectiva neurológica
Clínicamente, nuestros cerebros simplemente no están programados para funcionar de manera productiva todo el tiempo. Sin embargo, nuestra cultura laboral fomenta estar “activo”: accesible y receptivo en todo momento.
“Mantener nuestro cerebro en un estado de alerta elevado durante períodos prolongados, incluso cuando nuestro cuerpo está en reposo, simplemente no es saludable”, afirma el Dr. Amlan Tapan Mohapatra, consultor de neurología del Hospital Manipal de Bhubaneshwar.
Y añade: “A nivel neurológico, la parte del cerebro responsable de responder al estrés permanece en un estado de estimulación constante. Las sustancias químicas como el cortisol y la epinefrina, que nos ayudan a afrontar las preocupaciones inmediatas, pueden volverse crónicamente elevadas”.
“Esto daña tanto la función cerebral como los sistemas corporales; la memoria, la concentración y la resolución de problemas se nublan, mientras que las emociones se vuelven irascibles y reactivas. La corteza prefrontal, que supervisa la planificación y el control de los impulsos, se cansa. Al mismo tiempo, la amígdala, que reconoce las amenazas, comienza a trabajar horas extras. En consecuencia, las personas se sienten abrumadas por cuestiones triviales y sienten una sensación constante de urgencia en situaciones que no son amenazantes”, afirmó el Dr. Mohapatra.
El poder de la red en ‘modo predeterminado’
El cambio positivo más importante que ocurre durante una verdadera pausa es el encendido de la red de “modo predeterminado” (DMN) del cerebro.
“Esta red sólo puede activarse cuando las personas abandonan las tareas que intentan realizar. Es más activa durante los momentos de ensueño, pensamiento y tranquilidad”, explica el Dr. Mohapatra.
Destaca que las pausas breves o las “vacaciones laborales” no le dan al DMN la posibilidad de funcionar. Sólo el descanso profundo, continuo e ininterrumpido permite estos procesos críticos:
• Consolidación de la memoria: la información se almacena y organiza adecuadamente en el cerebro.
• Procesamiento emocional: Se procesan las emociones no resueltas.
• Formación de nuevas vías: el cerebro literalmente forma nuevas conexiones.
El descanso profundo no sólo recarga a la persona; reajusta el cerebro a un nuevo estado básico. A menudo, una persona regresa con una mente más clara, impulsos creativos renovados y mayor fuerza emocional, no porque haya trabajado más duro, sino porque finalmente dejó de hacerlo.
Desconectarse eficazmente: distracción pasiva versus descanso reparador
Muchas personas piensan que están descansando cuando dejan de trabajar, pero el verdadero descanso no se trata sólo de parar.
“Si reemplazamos los correos electrónicos del trabajo con un desplazamiento constante por las redes sociales, el cerebro permanece ocupado y estimulado. Esto es una distracción pasiva. Mantiene el cerebro en un estado reactivo, exigiendo atención y desencadenando emociones, lo que en realidad puede aumentar la fatiga mental”, afirma el Dr. Divya Shree KR, consultor de psiquiatría del Hospital Aster CMI de Bengaluru.
Ella comparte que el descanso activo y reparador consiste en hacer algo que calme el sistema nervioso:
• Caminar en la naturaleza
• Leer un libro
• Escuchar música suave
• Respiración profunda
Estas actividades reducen el ruido en lugar de agregar información.
“La diferencia clave es la intención y la carga mental. El descanso reparador aclara la mente al crear espacio y tranquilidad, lo que permite que los pensamientos se calmen en lugar de acelerarse. Físicamente, el ritmo cardíaco se ralentiza y las hormonas del estrés se reducen, lo que conduce a un mejor sueño y equilibrio emocional”, dice.
Manejar la “culpa” laboral
Para muchos, la parte más difícil de desconectarse es psicológica. El Dr. Mohapatra señala: “La culpa laboral es común, especialmente en personas que equiparan su autoestima con su puesto de trabajo. Clínicamente, se trata de una creencia implícita: “Sólo valgo cuando trabajo”.
Para combatir esto, sugiere:
• Replantear el descanso: Replantear el descanso como una necesidad orgánica en lugar de una falla moral es clave para la recuperación. El cerebro es muy parecido a los músculos; necesita descansar después de la actividad para que pueda funcionar correctamente.
• Desacoplamiento de la identidad: un trabajo es algo que haces, no quién eres. Reconectarse con identidades aparte del trabajo (padre, pareja, hermano, amigo o simplemente una persona con intereses) restablece el equilibrio.
• Permiso intencional: cuando el descanso se programa con la misma intención que el trabajo… se siente con un propósito en lugar de indulgente.
Reparación de relaciones y “deuda emocional”
Los horarios de alta presión crean una “deuda emocional”: conversaciones perdidas, indisponibilidad emocional y una lenta erosión de la intimidad. Con el tiempo, las relaciones comienzan a basarse en el crédito emocional.
El Dr. Mohapatra explica cómo la ruptura facilita la reparación: “Las vacaciones presentan una oportunidad de pagar parte de esta deuda porque proporciona lo que las relaciones más necesitan pero rara vez obtienen: presencia sin prisas… Cuando las personas descansan, también están más reguladas emocionalmente. La paciencia aumenta, la actitud defensiva disminuye y la empatía se vuelve más accesible”.
Las experiencias y los rituales compartidos ayudan a reconstruir un sentido de pertenencia y seguridad, enviando el mensaje: Tú importas y tienes toda mi atención.
Empezando bien el año nuevo
Una mente renovada conduce a metas más inteligentes, más realistas y sostenibles.
“Cuando la mente está cansada, las decisiones están impulsadas por la emoción y la culpa, lo que lleva a metas extremas que son difíciles de mantener. Sin embargo, una mente descansada comprende los límites y respeta los niveles de energía”, dice el Dr. Divya Shree KR.
Prevenir la crisis de enero
Para que la calma navideña dure, sugiere tres pasos prácticos:
Vaya poco a poco: evite llenar los primeros días con reuniones consecutivas. Comience con tareas ligeras que le ayuden a recuperar la concentración y la confianza. Protege los hábitos de descanso diario: intenta mantener uno o dos hábitos de las vacaciones, como caminar, leer o dormir temprano. Establezca límites claros: aprenda a decir no al trabajo innecesario cuando sea posible. Esto ayuda a controlar la carga de trabajo y previene la sobrecarga mental.









