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La UE y los Estados Unidos, muy cerca de un acuerdo clave para evitar nuevos aranceles.

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El clima en Bruselas es de expectativa y precaución. La Unión Europea enfrenta el tramo final de negociaciones decisivas con Estados Unidos para detener la subida arancelaria que amenaza con golpear sectores estratégicos como el automóvil, el acero y la agricultura.

Todo indica que el acuerdo está a la mano, pero el margen es limitado: el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, ha marcado el 1 de agosto como la fecha límite para la entrada en vigor de nuevos aranceles si un pacto satisfactorio no se cierra.

El fondo es claro: actualmente EE. UU. Aplica una tarifa del 10% a todos los productos europeos y hasta un 25% a productos sensibles como acero, aluminio y automóviles, con la amenaza explícita de elevarlos hasta un 50% en caso de falla de negociación. Estas tasas ya afectan a aproximadamente el 70% de las exportaciones europeas al mercado estadounidense, según datos recientes confirmados por la propia Comisión Europea.

Una negociación marcada por la presión y la firmeza

El presidente de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha reiterado en estos días que la UE “negocia firmemente” para lograr un marco comercial “confiable” que termina esta guerra arancelaria sin precedentes. Von der Leyen enfatiza que, aunque se prefiere una solución acordada, Bruselas está preparada para todos los escenarios, incluso la de una respuesta simétrica en caso de ruptura. El mensaje es claro: no habrá más concesiones unilaterales.

Paralelamente, el Comisionado de Comercio Europeo, Maros Sefcovic, mantiene contactos directos con los principales negociadores estadounidenses y los Estados miembros más afectados. Países como Alemania, España, Hungría o Bélgica han presionado durante semanas para evitar que los nuevos aranceles dañen sus industrias clave, especialmente las industrias de automóviles y farmacéuticos.

El portavoz de la comunidad Olof Gill ha confirmado avances significativos: “Estamos trabajando intensamente y confiamos para cerrar un acuerdo en los próximos días”. Además, enfatizó que existe una coordinación constante entre Bruselas y las capitales europeas para acordar una posición común y evitar fisuras en la estrategia de negociación.

¿Qué se negocia negativamente?

Las conversaciones giran en torno a varios puntos fundamentales:

Mantenga una “tasa base” del 10% en las exportaciones europeas a los Estados Unidos, evitando aumentos adicionales. Detenga exenciones o contingentes para productos especialmente sensibles, como vehículos o componentes electrónicos. Supresión verde gradual o selectiva de tarifas en automóviles europeos, vital para Alemania. Explique los mecanismos flexibles (cuotas) que permiten un margen sin penalizaciones adicionales.

Según fuentes del Parlamento Europeo, productos como aviones y espíritus estarían exentos de la tarifa base del 10%, aunque todavía se discute si incluye o no vinos europeos en este grupo.

Un contexto internacional tenso

La tensión entre ambos poderes comerciales no es nueva. Durante meses, la administración Trump ha endurecido su política proteccionista con amenazas periódicas de nuevos gravámenes. La UE ha respondido con calma pero sin dudarlo: “Tenemos el poder de contraatacar”, dijo Von der Leyen ante el Parlamento Europeo. Bruselas ya tienen una lista de espejo de productos estadounidenses que probablemente recibirán represalias si Washington cumple sus amenazas.

El impacto económico potencial es alto. La Comisión Europea reconoce haber evaluado internamente las consecuencias de una escalada arancelaria, aunque mantiene sus estimaciones exactas en reserva. Lo que está claro es que sectores como el automóvil, donde Europa posee el liderazgo mundial, serían los más perjudicados por aranceles del 25% o superiores.

Expectativas realistas y de los próximos pasos

Aunque ambas partes reconocen los avances palpables, incluidas las conversaciones telefónicas directas entre Von der Leyen y Trump, nadie seguramente ofrece un resultado favorable hasta que se firme el acuerdo. Las fuentes diplomáticas admiten que no será posible cerrar todos los detalles técnicos antes del período original del 9 de julio, pero están comprometidos a establecer lo antes posible un marco legal transitorio que sienta las bases para un tratado comercial más ambicioso en el futuro cercano.

Estados Unidos insiste en que no habrá nuevas extensiones más allá del 1 de agosto. Si no se alcanza un compromiso efectivo antes de esa fecha, Washington planea enviar cartas formales que anuncie la entrada inmediata de nuevos aranceles, hasta el 50%, a países sin acuerdos bilaterales. Por ahora, sin embargo, el tono es optimista: “Seremos firmes, pero preferimos una solución negociada”, enfatiza Von der Leyen.

Claves del proceso de negociador

El diálogo se centra en mantener condiciones estables para sectores estratégicos. Se exploran las fórmulas intermedias: cuotas, exenciones y plazos transitorios. La presión política interna en ambas fuerzas de bloques para buscar un consenso rápido. Un fracaso significaría costos millonarios y la incertidumbre agregada al comercio global.

En esta franja y afloja el comercial diplomático, juega mucho más que porcentajes simples: la credibilidad del sistema multilateral y la capacidad europea para defender sus intereses económicos contra pulsos proteccionistas cada vez más frecuentes está en juego.

La próxima semana será decisivo. Mientras tanto, tanto las empresas como los gobiernos aún están pendientes, y expectantes, antes de cada paso dado por Bruselas y Washington.

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