La ópera más famosa no deja de representar a todos. Esta asamblea suena en 2005 y ahora, tan tarde, llega a lo real. Ha perdido todo su impacto minimalista y ahistórico y es aburrido y sin alma. Con un libreto imposible, su puntaje equilibrado y melódico permanece: este miércoles el elenco fue sobresaliente y la notable orquesta. Serán 18 funciones para aprovechar su popularidad y cerrar la temporada satisfecha. Estaba programado para cerrar la temporada 2019-2020, pero debido a la pandemia fue reemplazado por una versión pintoresca. Con la dirección escénica de Willy Decker, esta producción de la ópera nacional holandesa (ópera nacional holandesa) le gustó mucho en su estreno de hace veinte años en el Festival de Salzburgo y algunos continúan viéndolo como un descanso en el camino de traer el melodrama loco, pero solo si quieres en el aspecto formal. Debido a que la aceptación incomprensible de la violeta del extravagante argumentos del padre de Alfredo de abandonarlo (en ese segundo acto tan tonto), los antecedentes sociales de los ricachos con queridos, esa visión tan cargada por el amor de amor y esa agonía tan prolongada del protagonista continúa dominando naturalmente la pieza como lo hicieron y lo harán en todas las versiones. Y nadie viene a ver una historia coherente e interesante, sino a escuchar música sacralizada, clásica pero emocional, sinfónica pero melodiosa, culta pero accesible. Willy Decker prescinde del uso de los deslumbrantes recursos técnicos y tramoyistas de lo real, que producen espectáculos incomparables, y ha convertido la representación en un lugar helado donde se despiertan personajes que sombreando, algunos manifestantes y un protagonista perdido en un espacio tan grande al que ni siquiera se le da una cama donde agonizar. El paisaje conceptual de Wolfgang …
La publicación de La Traviata, una equivocación deconstruida equivocada primero en el periodista digital.