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Hay quienes susurran desde que Nicolás Maduro ‘huele a pólvora’.
Porque pintan Basts para el tirano Chavista en la Casa Blanca y no se puede descartar que esto termine en la intervención militar.
Hoy, sábado 9 de agosto de 2025, la tensión entre Washington y Caracas alcanza su punto más alto en años.
El presidente Donald Trump ha firmado en secreto una directiva que permite al Pentágono ejecutar operaciones militares contra los carteles del tráfico de drogas fuera del territorio de los Estados Unidos, con la vista de Venezuela y en la figura de Nicolás Maduro, acusado de liderar un “póster de narco -terrorista”, la de las soles.
El Departamento de Justicia de los Estados Unidos ha duplicado hasta 50 millones de dólares la recompensa por la información que facilita su captura, en un movimiento sin precedentes que sacude la junta geopolítica en el hemisferio occidental.
El cambio de paradigma es radical.
Por primera vez, la Casa Blanca no descarta el uso directo de las fuerzas armadas para combatir las organizaciones criminales transnacionales que considere una amenaza existencial para su seguridad nacional.
En el centro de la nueva estrategia está la señalización de Maduro como “uno de los narcotraficantes más peligrosos del mundo” y la designación de varios carteles latinoamericanos como organizaciones terroristas.
La prioridad, según la portavoz de la Casa Blanca, es “proteger la patria” y detener el flujo de drogas sintéticas como el fentanilo, que devastan las comunidades estadounidenses.
Nicolás Maduro y sus compinches piensan que son intocables. Están equivocados. Estamos aumentando nuestra oferta de recompensa para Maduro a hasta $ 50 millones. https://t.co/meomegwlct pic.twitter.com/ltq1cdmuji
– Departamento de Estado de EE. UU. Inl (@stateinl) 8 de agosto de 2025
De presión diplomática para dirigir la amenaza militar
Hasta ahora, la presión de los Estados Unidos sobre el régimen de Chavista se había limitado a las sanciones económicas, el aislamiento internacional y el apoyo a la oposición venezolana. Sin embargo, la nueva orden ejecutiva abre la puerta a ataques militares directos, tanto en el mar como en el territorio extranjero, contra los carteles marcados de cocaína y fentanilo en el mercado estadounidense.
El póster de Los Soles, con vínculos directos con Maduro y altos funcionarios venezolanos, dirige la lista negra con organizaciones como el tren Aragua y el Cartel Sinaloa.
El fiscal general de los Estados Unidos, Pam Bondi, ha justificado la medida que afirma que Maduro usa “organizaciones terroristas extranjeras como el tren Aragua y el póster de Sinaloa para introducir drogas y violencia letales” en los Estados Unidos.
Según los datos oficiales, la DEA ha incautado 30 toneladas de cocaína vinculadas al régimen venezolano y ha confiscado más de $ 700 millones en activos relacionados con Maduro.
¿Por qué ahora? Contexto y antecedentes inmediatos
El endurecimiento de la posición estadounidense llega después de la controvertida reelección de Maduro en julio de 2024, considerada fraudulenta por Washington y gran parte de la comunidad internacional. La oposición, dirigida por María Corina Machado y Edmundo González Urrutia, argumenta que Maduro perdió las elecciones, pero la cúpula militar venezolana ha cerrado rangos alrededor del presidente, garantizando su permanencia en el poder.
Durante años, la administración estadounidense ha acusado a Chavismo de transformar a Venezuela en un “Estado NARCO”. Pero la reciente subida también responde a la creciente frustración por la incapacidad de las sanciones y la presión diplomática para desalojar a Maduro. La amenaza militar está destinada a ser un “cambio de juego”, capaz de romper el bloqueo interno que apoya el régimen.
El dilema del ejército venezolano
El nuevo escenario coloca a las fuerzas armadas venezolanas en el centro del tablero. El régimen de Chavista ha convertido a los militares en el pilar principal de su supervivencia política. A cambio de lealtad, los altos controles han recibido privilegios, acceso a recursos y control sobre los sectores económicos clave. Además, el aparato de contrainteligencia dirigido por los monitores de DGCIM y reprime cualquier disidencia interna, con consejos cubanos y un clima de miedo que dificulta las fracturas en la jerarquía.
La oposición ha intentado, sin éxito, convencer a los militares de no conocer los resultados electorales y permitir una transición democrática. Pero la realidad es que el Fanb Dome mantiene una “lealtad absoluta” a Maduro, blindada por los intereses económicos y el miedo a las represalias. La nueva amenaza militar estadounidense agrega un factor de presión inédito, pero también el riesgo de una mayor cohesión a la propiedad militar frente a la percepción de una agresión externa.
Escenarios de evolución regional y riesgos
El anuncio de Trump reconfigura la agenda de seguridad en América Latina:
Aumento de la tensión militar: si Estados Unidos ejecuta operaciones en Venezuela, podría desatar una reacción nacionalista y agrupar a sectores maduros hasta ahora es crítico. Efecto dominó en la región: otros carteles en México, Colombia y América Central también han sido designados como objetivos prioritarios. Washington podría extender la lógica de la “guerra preventiva” a otros países, lo que complica las relaciones bilaterales. Diagramas legales y diplomáticos: el uso de las fuerzas armadas en el extranjero, sin el mandato del Congreso o el apoyo internacional, abre un debate sobre la legalidad y la legitimidad de la estrategia. Los sectores del Pentágono y el Departamento de Estado han advertido sobre los riesgos de escalar y posibles bajas civiles. Composición de fracturas internas: un ataque militar externo podría, a mediano plazo, agudizar las tensiones latentes en las fuerzas armadas venezolanas, especialmente si el costo personal y económico aumenta o si los sectores militares temen ser el objetivo de sanciones o persecuciones internacionales.
Claves para comprender el momento actual
50 millones de dólares: es la recompensa registrada que el gobierno de Trump ofrece hoy para la captura de Maduro, el doble de la cifra anterior, y un símbolo de la prioridad que el “caso Venezuela” adquiere sobre la agenda de seguridad de los Estados Unidos y la inteligencia militar: la colaboración entre agencias se ha intensificado para mapear las rutas, los aliados y las fuentes de la financiación de las drogas con el financiamiento de la epopeya en Venezuela.
El giro estratégico de la administración Trump abre una etapa de máxima incertidumbre en la relación entre los Estados Unidos y Venezuela. El compromiso de dirigir la presión militar busca romper la resistencia del régimen de Chavista, pero también implica riesgos impredecibles de estabilidad regional y para los intereses de los Estados Unidos. El pulso, en última instancia, dependerá de la capacidad del ejército venezolano para sostener a Maduro frente a una amenaza que, por primera vez, se materializa en términos de fuerza y no solo de sanciones o aislamiento diplomático.
La próxima semana será clave para observar la reacción de Caracas, la cohesión interna del régimen y la respuesta de aliados y adversarios en la región.
La junta latinoamericana, hoy más que nunca, se mueve entre la diplomacia y la guerra.