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La mitad de los españoles afirman que ya hay demasiados inmigrantes en España y dos de cada tres, que no están integrados

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En pleno verano político, la inmigración se coloca una vez más como uno de los temas más divisivos en la agenda pública española. La mitad de los ciudadanos creen que ya hay demasiados inmigrantes en el país y hasta dos de cada tres creen que no están realmente integrados, según los últimos datos de Sigma Two para el mundo. Este fenómeno trasciende las ideologías y afecta tanto las grandes ciudades como los pequeños municipios, lo que demuestra que la percepción de “saturación” se ha instalado en el imaginario colectivo.

Pero, ¿qué hay detrás de estos números? El 70%de los españoles apoyan la deportación de inmigrantes ilegales, un hecho que sorprende incluso por el consenso entre los votantes del PP (92%) y el PSOE (57%), lo que muestra que la preocupación por este asunto ha roto las fronteras políticas tradicionales. La sensación de desbordamiento se extiende más allá de la derecha, alcanzando casi el 34% de los votantes socialistas y superan el 75% entre los votantes populares, que son aún más críticos con la inmigración que los seguidores de Vox.

El surgimiento del escepticismo: integración y coexistencia bajo sospecha

No solo las preocupaciones numéricas; También integración. La idea de que los inmigrantes “no acomodan la forma de vida o respetan las leyes del país” es compartida principalmente por los ciudadanos de todos los espectros políticos. Este diagnóstico encuentra un eco especial entre los votantes de la PSOE (57%) y agregar (43%), lo que desmantela el tema del progresismo como un espacio fuera de las preocupaciones migratorias.

Es suficiente viajar a cualquier vecindario popular para escuchar frases hechas sobre los “problemas de coexistencia” o las dificultades en la integración escolar. Pero la verdad es que, si bien el flujo migratorio parece disminuir después de los picos históricos, los “focos de alerta” crecen, tanto en las calles como en el Congreso. Las encuestas muestran que esta preocupación apenas varía según la edad, el nivel socioeconómico o el tamaño del municipio: desde Lugo hasta Almería, pasando por Madrid o Barcelona, la preocupación es transversal.

Políticas públicas: endurecimiento y consenso inesperado

El apoyo ciudadano para medidas más difíciles es abrumador: el 81% pide endurecer las políticas contra la inmigración ilegal, una cifra que incluye casi el 60% del electorado socialista y más del 96% entre los populares y los vóxistas. Incluso entre los que votan para agregar, casi un tercio apoya restricciones más estrictas. Y si hablamos de expulsar a los extranjeros que cometen crímenes, el acuerdo cepilla los niveles escandinavos: es apoyado por el 93% de los españoles, con un 85% contundente entre los socialistas.

Este clima social explica por qué los partidos tradicionales han endurecido su discurso de inmigración en los últimos meses, por temor a perder el contacto con una base electoral cada vez más escéptica. Sin embargo, no todo es hostilidad: existe una contradicción pragmática al reconocer que ciertos sectores económicos serían inviables sin mano de obra extranjera.

El factor económico: trabajos esenciales pero invisibles

A pesar del ruido de los medios sobre la “avalancha” o la “crisis”, hay una realidad menos visible pero igualmente relevante: más del 56% admite que sin inmigrantes sería difícil cubrir los trabajos en la hospitalidad, la agricultura, la atención o la construcción más antigua. En otras palabras, muchos españoles quieren menos inmigración … pero no quieren servir mesas ni recolectar frutos bajo el sol andaluza.

España necesita trabajadores para este trabajo nichos poco apreciados por los nacionales. Esto es atestivo de las figuras del INE: casi 9.4 millones de residentes nacidos fuera del país, con marroquíes, colombianos y venezolanos que lideran el crecimiento, mantienen una buena parte del tejido productivo nacional. Paralelamente, las repatrias forzadas han aumentado un 18% en comparación con el año anterior, aunque siguen siendo una minoría con respecto al total de llegadas irregulares.

Datos clave sobre inmigración y expulsiones

Llegadas irregulares en 2024: 63,970 personas (12.5% más que en 2023). Expulsiones forzadas en 2023: 3,091 casos (+18% en comparación con 2022). Proporción ciudadana favorable para endurecer las políticas: más del 80%, con apoyo femenino especial y entre más de 60 años. Sectores económicos dependientes: hospitalidad, agricultura, cuidado y construcción.

La brecha política: ¿Quién lidera el discurso de inmigración?

El partido popular lleva a las percepciones negativas: las tres cuartas partes de sus votantes ven la inmigración como un problema prioritario. En VOX, el porcentaje es ligeramente más bajo (74%), mientras que en agregar solo uno de cada tres lo considera de esa manera. Sin embargo, incluso dentro de la PSOE, transición más abierta, crecientes bolsas de preocupación e incomodidad antes de la integración cultural.

El Congreso no sigue siendo ajeno: las iniciativas parlamentarias sobre deportaciones expresas o limitaciones para la reagrupación familiar se discuten con el aumento. El institucional dejó las velas entre el miedo a perder el voto laboral, más sensible al impacto real o percibido de la competencia laboral, y su historia inclusiva tradicional.

Curiosidades y paradojas recientes

En septiembre pasado, según el CIS, la inmigración saltó al primer lugar como el principal problema nacional para el 30% (incluso frente a la casa). Durante los picos de verano, cuando aumentan las llegadas de las Islas Canarias, también los medios de comunicación y las alarmas políticas sobre la crisis migratoria también crecen. Lo dominante es una mezcla difusa entre el pragmatismo económico y la inseguridad cultural. El apoyo mayoritario para deportar vidas ilegales con una aceptación resignada, e incluso agradecida, a aquellos que trabajan en sectores menos atractivos.

En resumen, España parece ser discutida entre el miedo al exceso y la necesidad práctica; Entre discursos duros en la campaña electoral y discretos aplausos al camarero extranjero o al agricultor llegaron desde lejos. Un dilema tan antiguo como Europa … pero aquí condimentó con ese toque hispano capaz de convertir cualquier encuesta en una razón de reunión nacional.

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