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España se despierta este verano con un debate que parecía olvidado, pero que resurge fuertemente: ¿debería el estado central recuperar poderes asignados a las comunidades autónomas?
La pregunta, agitada por las políticas de Pedro Sánchez, ha regresado al centro del escenario, alimentado por la certeza de que el esposo de Begoña usa la descentralización como una moneda para permanecer en el poder.
Según una encuesta reciente de Target Point, publicada en el debate, un contundente 55 % de los españoles comprometidos con las competencias recientes, que reflejan molestias transversales antes de lo que muchos ven como una “chatarra” institucional.
Las concesiones como la deuda eliminan a Cataluña, la transferencia de competencias en inmigración, transporte o seguridad, con los Mossos, la Ertzaintza y la Policía Foral que asume roles clave, han intensificado la sensación de que el modelo autónomo se desborda, alejándose de su espíritu original y que España como una nación está en Almoneda.
¿Debería el estado central recuperar competencias asignadas a las comunidades autónomas?
Un problema que parecía enterrado en la transición ha regresado a la primera línea, agitado por la creciente sensación de que Sánchez ha convertido la política territorial en moneda para garantizar su supervivencia parlamentaria.
No es solo un problema ideológico, sino una reacción transversal al “rasguño” institucional que muchos perciben en las últimas decisiones del ejecutivo central.
El contexto no es menor.
En los últimos años, el maestro de PSOE ha llevado a cabo una serie de concesiones estratégicas a sus socios separatistas y nacionalistas.
Desde la eliminación multimillonario de la deuda hasta la Cataluña (más de 17,000 millones de euros) hasta la transferencia progresiva de competencias de inmigración clave, la gestión de menores extranjeros no acompañados, trenes cercanos o incluso administración de impuestos a sí mismo y su propia gestión fiscal, el modelo autónomo español ha experimentado una centrifugación sin precedentes.
Especialmente simbólicos han dado como resultado las medidas relacionadas con la seguridad y la justicia: los puertos y aeropuertos catalán de patrulla de Mossos d’Esquadra ahora, mientras que la vasca Ertzaintza y la policía foral de Navarra han asumido poderes previamente exclusivos del estado, como el control de tráfico o el manejo penitenciario.
Un país fracturado al modelo territorial
La respuesta ciudadana no ha estado esperando. La encuesta revela matices interesantes:
El 73 % de los votantes de VOX y el 73 % del PP están apostando a devolver el poder al gobierno central, incluso si implica reducir el autogobierno regional. Entre los partidarios de PSOE, esa cifra desciende al 52 %, un datos no insignificantes si se tiene en cuenta la defensa socialista tradicional del modelo autónomo.
Es sorprendente que incluso entre aquellos que han sostenido históricamente posiciones autónomas, como algunos votantes socialistas, el harto crece antes de lo que consideran “tareas sin contrapartes” o privilegios asimétricos. El apoyo del fortalecimiento del estado central no es solo el patrimonio de un derecho que grita por la “unidad nacional”, sino también síntomas de incomodidad a lo que muchos interpretan como una erosión silenciosa del principio de igualdad entre los españoles.
Claves políticas: tareas, pactos y ropa
El origen inmediato de esta incomodidad se encuentra en una cadena de pactos con independencia catalán y vasca:
Eliminación histórica a Cataluña: más allá del impacto financiero, abre el debate sobre si otras comunidades pueden exigir un tratamiento similar. Catalán cómo: emulando lo democrático vasco y navarre.
Estos movimientos han sido interpretados por los sectores sociales amplios como un precio político pagado para garantizar un apoyo parlamentario específico, ya sea para aprobar presupuestos o evitar mociones adversas, en lugar de como parte de una estrategia federalista coherente. El término “desguace” utilizado en medios críticos no es accidental: transmite una pieza de impresión de desmontaje por pieza de la red institucional construida desde 1978.
El factor VOX y PP: reciente como una bandera
En este escenario polarizado, tanto VOX como la fiesta popular han encontrado que el terreno fértil reclama la reciente como una solución. Sus líderes insisten en que solo un estado fuerte puede garantizar la igualdad y la cohesión. Las cifras lo respaldan: el 73 % de sus votantes apoyan sin matices que devuelvan las competiciones clave al Ejecutivo Central. El discurso va más allá del simple rechazo de la independencia; Plantea dudas sobre la viabilidad financiera y operativa del modelo regional, ya que está diseñado actualmente.
Sin embargo, esta posición no está exenta de los riesgos políticos. Los partidos regionalistas, y algunos barones autónomos, advierten que cualquier paso atrás podría generar tensiones importantes e incluso alimentar a la victimismo nacionalista. Como ejemplo reciente, Nueva Canarias advirtió hace unas semanas sobre cómo cualquier pacto PP-VOX podría “en riesgo del autogobierno democrático canario.
El psoe entre dos aguas: pragmatismo o ropa
El PSOE vive su propio dilema interno. Aunque más de la mitad de sus votantes son propensos a reforzar el estado central (52 %), la gerencia federal mantiene su compromiso con el diálogo territorial e incluso por fórmulas asimétricas adaptadas a cada comunidad autónoma. Pedro Sánchez ha defendido repetidamente que estas tareas son necesarias para garantizar la estabilidad parlamentaria y evitar bloqueos institucionales. Sin embargo, las voces críticas dentro del partido temen un alto costo electoral si la imagen de debilidad contra los nacionalismos periféricos se encuentra entre su electorado.
El equilibrio es delicado: mientras que algunos líderes territoriales socialistas reclaman una mayor uniformidad y control estatal, otros temen perder el poder regional y la influencia contra una hipotética recidraalización impulsada por Moncloa.
Opinión pública, entre harto y incertidumbre
La percepción generalizada es que la descentralización ha alcanzado un punto crítico. Muchos ciudadanos cuestionan si tiene sentido mantener tales diferencias marcadas en la educación, la salud o los impuestos de acuerdo con el lugar donde se reside. El argumento recurrente es simple: “Los mismos derechos, las mismas obligaciones”. Pero no hay falta de aquellos que advierten contra una respuesta emocional que olvida los beneficios históricos del modelo autónomo para cohesorar diversos territorios.
A pesar del ruido político, la encuesta también revela un porcentaje significativo (11 %) que admite no tener una opinión clara sobre este complejo dilema. Es posible que parte del electorado esté saturada después de años de disputa territorial sin soluciones definitivas.
Curiosidades y datos sorprendentes sobre el caso
En Cataluña se estudia para implementar un propio sistema fiscal inspirado en el concierto vasco; Algo impensable hace solo una década. Navarra fue pionero para obtener transferencias de tráfico exclusivas; Desde entonces, ninguna guardia civil visible traza en sus carreteras. La transferencia penitenciaria al país vasco permite transferir más prisioneros de eteria allí en dos años que en toda la década anterior, a pesar de todo, solo un tercio del electorado progresivo apoya abiertamente las competencias al estado central; Pero entre los jóvenes menores de 30 años, ese porcentaje aumenta ligeramente. La expresión “drenaje institucional”, popularizado por reuniones críticas, ya es una parte habitual del debate de los medios sobre España.
La batalla por los poderes territoriales aún está abierta … y visto la tendencia democópica, todo indica que marcará una buena parte del curso político que se avecina.