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“No voy a vivir en España, voy a morir a España”.
La frase, cargada de ironía y lucidez, resume la determinación con la que Carlos Alberto Montaner enfrentó sus últimos días.
El escritor, ensayista y referente del exilio cubano eligió a Madrid como una etapa final, después de dejar a Miami en 2022 para ejercer su derecho a la eutanasia. Diagnosticado con una parálisis supranuclear progresiva, un tipo de Parkinson atípico que limita la movilidad y el habla, Montaner se negó a dejar que la enfermedad dicte el final de su historia.
Hoy, el 22 de agosto de 2025, la historia íntima de esa despedida ha salido a la luz gracias al testimonio directo de su hija, Gina Montaner, y el libro me ignora un buen viaje. Recuerdos de una despedida.
El periodista acompañó a su padre en cada paso: desde la firma de la voluntad vital hasta las apelaciones necesarias cuando un neurólogo cuestionó el acceso a la eutanasia.
“Fue un gran sacrificio, pero también un acto de amor. Yo era su sherpa, la persona que lo acompañó en la montaña más difícil”, confesó Gina en entrevistas recientes.
El 29 de junio de 2023, Carlos Montaner eligió vestirse, afeitarse y decir adiós con serenidad.
Pasó la mañana viendo noticias, hablando con las suyas y, poco después, les dijo sin drama: “Estoy listo, no quiero esperar más. Deseche un buen viaje”.
La batalla por el derecho a decidir
Montaner nunca quiso alcanzar el deterioro extremo que los protocolos generalmente exigen aprobar la eutanasia en España. “No quiero ser peor de lo que ya soy”, repitió ante los obstáculos burocráticos. Inicialmente, su caso fue negado por un neurólogo que no vio su situación “tan grave”, lo que obligó a apelar ante una comisión experta. Solo entonces se reconoció el derecho del escritor para decidir sobre su propia muerte. El proceso fue largo y doloroso para él y para toda la familia.
La experiencia ilustra las dificultades reales que enfrentan los pacientes con enfermedades neurodegenerativas para ejercer este derecho, incluso después de la aprobación de la ley en 2021. Acompañado de asociaciones como el derecho a morir dignidad, Montaner dejó en claro que “el individuo debe ser libre de vivir y morir”.
Su hija recuerda cómo prepararon cada detalle: desde el hábitat donde escribió hasta las sinceras conversaciones sobre el final. “Lo más abrumador fue ver a Serene”, dice Gina.
Una vida marcada por el exilio y la palabra
El último viaje de Montaner también fue un viaje interno a sus raíces y heridas abiertas. Exiliado desde una edad temprana después de escapar de una prisión de Castro en Cuba, nunca perdió contacto con la isla o el drama de exilio. En los meses previos a su muerte, continuó escribiendo cartas abiertas sobre Cuba y reflexionando sobre el daño antropológico infligido por décadas de dictadura.
Su trabajo periodístico y literario, se inserta de millones, es inseparable de esa biografía cruzada por el exilio y el compromiso democrático. Fundador de un editorial para financiar sus primeras publicaciones, el defensor del liberalismo clásico y el promotor de plataformas como la Unión Liberal Cuba, Montaner, fue una voz esencial tanto en América Latina como en España.
En sus últimos textos, una idea se hizo claro: “Cuando lea este artículo, estaré muerto”, firmando una despedida sin tabúes.
Curiosidades y datos locos del último viaje
La despedida estaba llena de detalles curiosos que ahora cobran valor simbólico:
Montaner pidió afeitarse y vestirse elegantemente antes del proceso de eutagy. Quería dejar una última imagen digna. El escritor pasó sus últimas horas viendo las noticias, como si quisiera conectarse con el mundo hasta el último momento. Su hija Gina describe cómo tuvieron que convencer incluso a parte de la familia, especialmente para su madre, porque admiraba abiertamente figuras como Ramón Sampedro. A pesar del tabú que rodea el tema en ambientes latinos y católicos. a España … “. La voluntad vital se presentó meses antes del resultado; todo fue planeado en detalle. Las nietas se distribuyeron entre diferentes ciudades; Gina reconoce que tendieron a minimizar la inminente porque no podían sentir esa realidad dura. Entre las memorias más entrañables, su relación familiar con Rita Montaner destaca, una figura clave en su votación artística.
Clasificaciones literarias y heredadas
Dentro del universo literario cubano contemporáneo, Carlos Montaner ocupa su propio lugar:
Figura entre los cinco escritores cubanos del exilio más influyentes (junto con Reinaldo Arenas o Guillermo Cabrera Infante). Sus columnas se han traducido en docenas de idiomas y se han leído en toda América Latina y España. Implica una de las primeras posiciones entre los intelectuales liberales más leídos fuera de la esfera anglo -saxon. Fue tutoría e inspiración para las generaciones posteriores dentro y fuera de Cuba.
Además:
Es uno de los pocos autores cubanos cuyos textos póstumo han generado debates políticos transatlánticos. Su libro sin ir más allá (2019) se considera una lectura esencial sobre el reciente exilio cubano.
Despedirme un buen viaje: memoria familiar e historia compartida
El título elegido por Gina Montaner para narrar estos momentos resume un sentimiento universal: no es solo un recuerdo personal, sino también una crónica colectiva sobre el dolor del exilio, la dignidad antes de la enfermedad y el derecho individual al último acto de libertad.
En palabras recolectadas en estos días: “Me hubiera gustado cerrar los ojos en la isla en la que nací”. Sin embargo, fue Madrid quien dio la bienvenida a ese adiós sereno.
La historia termina con un legado vivo: hablar sin miedo sobre la muerte elegida también puede ser una lección sobre cómo vivir plenamente hasta el final.









