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La obsesión por silenciar en las redes sociales, los relatos discrepantes de los postulados de izquierda es más que extendido y aceptado entre los adherentes a esta ideología, sí, con la buena excusa de terminar con el odio.
Tienen la intención de silenciar quién no está de acuerdo y, sin embargo, se preocupan poco por los actos de odio auténticos en las redes sociales, como insultar y amenazar, sí, siempre que los discrepantes de pensamiento único sean insultados y amenazados. Este es el caso de Esther Muñoz. La portavoz del PP en el Congreso ha hecho pública los mensajes hirientes y amenazantes que recibe en sus redes sociales por el mero hecho de defender sus ideas.
Muñoz ha hecho público uno de los mensajes más inquietantes que le han llegado: “Puta nazi. Sé lo que haría contigo”.
Este es solo uno de los mensajes que generalmente me alcanzan por la izquierda tolerante y constructiva.
El José Vélez primero me llama nazi y luego me dice que “él sabe lo que haría conmigo”.
El odio normaliza y deshumanización al discrepante de los oradores públicos … pic.twitter.com/hi0giiwoic
– Ester Muñoz (@estermunoz85) 15 de septiembre de 2025
No es una excepción, sino una rutina desafortunada, como reconoce Muñoz, lo que acompaña a la queja con una reflexión devastadora: “Este es solo uno de los mensajes que generalmente se me ocurren por la izquierda tolerante y constructiva. El odio está normalizado y deshumanización al discrepante de los hablantes públicos y luego estas cosas suceden”.
La escalada del odio digital
El caso de Esther Muñoz no está aislado. La agresividad verbal y el discurso de odio en las redes sociales se han convertido en un fenómeno transversal que afecta a representantes de todas las ideologías. Sin embargo, la situación adquiere una relevancia especial cuando el que denuncia es la cara visible de la oposición parlamentaria, con la proyección de los medios y una agenda marcada por la confrontación directa con el gobierno. Muñoz, un abogado de formación y con una trayectoria ascendente en el partido popular, ha hecho una disciplina partidista y el tono combativo de sus características. Su estilo directo lo ha colocado en el centro de controversia en más de una ocasión, lo que ha aumentado la atención, y la virulencia, de sus detractores en el entorno digital.
En este clima, la polarización política se traduce en una pérdida de límites en el debate público, donde el anonimato cubre comportamientos que, fuera de la pantalla, apenas serían tolerados. El fenómeno político cibernético, lejos de ser anecdótico, se ha instalado como uno de los grandes desafíos de la coexistencia democrática.
El salto de Esther Muñoz al puesto de portavoz parlamentario ha aumentado su visibilidad, pero también su exposición a la hostilidad. Su designación de Alberto Núñez Feijóo se interpreta como un compromiso con un perfil que plantea al gobierno valientemente y tiene la capacidad dialéctica de llevar los colores al gobierno, en un momento de máxima tensión institucional para la tensión institucional sin precedentes que la situación política y los comunistas están atravesando, con un gobierno en el poder sin haber ganado las elecciones, pero en el cargo gracias a los acuerdos con los placeres de gráficos, el comando político y los comunistas de ETA y los comunistas.
El anonimato como escudo y el desafío pendiente de la política
El caso de Esther Muñoz pone sobre la mesa un debate inevitable: cómo poner fin a los insultos y amenazas en las redes sociales sin esta libertad de expresión retirando a aquellos que son críticos de un pensamiento único y cuestionando los dogmas de la fe de la izquierda, como los posiculados o el cambio climático causado por el ser humano.
Según informes recientes, el 85% de los políticos españoles reconocen haber recibido amenazas o insultos en las redes sociales en el último año. El 62% de las víctimas creen que el acoso digital ha aumentado después de alcanzar una mayor relevancia. Las mujeres políticas denuncian un 30% más de ataques personales, especialmente el contenido sexual o misógino.
En el mensaje amenazante que Muñoz compartió, el remitente utilizó una identidad fácilmente rastreable, que ha abierto el debate sobre la efectividad de las herramientas de denuncia policial en la red. El término “izquierda tolerante y constructiva”, utilizada irónicamente por Muñoz, ha sido viralizada como una etiqueta entre los partidarios de la fiesta popular para denunciar la pila doble en la condena del odio digital. A pesar de la gravedad de los hechos, la portavoz popular ha optado por no abandonar su actividad en las redes sociales, alegando que “callarse sería ceder a aquellos que buscan intimidar y silenciar el debate público”.









