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Este es ‘Debbs de gángster’: la abuela que usó a su familia para levantar un imperio de drogas de 80 millones

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En el corazón de Islington, Londres, una residencia tranquila escondió la verdadera cara de una de las organizaciones criminales más sofisticadas del Reino Unido.

Allí, Deborah Mason vivió, conocida en los bajos fondos como “Debbs de gángsters” o la “Reina Bee”, una mujer de 65 años que transformó a su propia familia en un equipo clave de tráfico de cocaína.

El caso ha conmocionado al país no solo por la magnitud del crimen, más de 80 millones de libras blanqueadas, sino también por la frialdad con la que una abuela tejió una red familiar para distribuir drogas en todo el territorio británico.

El juicio reciente, que duró once semanas en la corte de Woolwich, expuso cómo Mason convirtió su apellido en el sinónimo de poder y corrupción.

A cambio, la justicia británica impuso una sentencia ejemplar: 20 años de prisión y el desmantelamiento total de su marco económico.

El modelo familiar: niños y nietos como mensajeros

Lejos del cliché cinematográfico del Capo Lonely, el esquema diseñado por Deborah Mason era eminentemente familiar. La matriarca reclutó a sus cuatro hijos y sus respectivas parejas para actuar como mensajeros y coordinadores de logística. Incluso los nietos, unos dos años, viajaron al lado de cajas con bloques de cinco kilos de cocaína, en viajes que se apartaron de los puertos estratégicos a los principales centros urbanos británicos.

Pagó entre 1,000 y 1,700 libras por viaje a sus parientes directos. Tráfico de drogas en un negocio nacional, bajo una apariencia rutinaria. Utilizó vehículos familiares y rutas aparentemente inofensivas para engañar a las autoridades.

El juez Philip Sherrrock consideró la participación activa de toda la familia como “un colapso ético sin precedentes”, destacando que Mason había corrompido a sus propios hijos cuando debería ser una referencia moral para ellos.

Extravagante lujo y fraude social

El análisis financiero reveló el abismo entre la vida pública y privada de los debbs de los gángsters. Mientras reclamaba la ayuda estatal de más de 50,000 libras por año, vivía en una casa valorada en más de 1.5 millones y disfrutaba de vacaciones exclusivas, ropa de diseñador y objetos extravagantes.

Algunas anécdotas ilustran ese contraste:

Su gato llevaba un collar Gucci valorado entre 400 y 700 libras.

Este modus vivendi no solo generó el escándalo de los medios, sino que también hizo visible la facilidad con la que el dinero ilícito puede infiltrarse en todos los estratos sociales.

Un arresto en los medios: conmoción y camisón

La caída final se produjo después de una meticulosa operación policial. Durante la redada final, los agentes encontraron a Mason en camisón, visiblemente alterado por la irrupción policial. El registro evidenció el alcance del negocio: documentación falsificada, grandes sumas de efectivo y registros detallados del movimiento de drogas.

La imagen sorprendió a la audiencia británica: una abuela retirada se convirtió en una cabeza criminal, lejos del perfil habitual del narcotraficante violento o marginal.

Perfil personal: ¿Quién es Deborah Mason?

Edad: 65 años. Residencia: Islington, Londres.

A pesar de su edad avanzada y su aspecto inofensivo, quien la conocía destacó su carácter dominante, la capacidad organizativa y el talento para pasar desapercibidos.

Anécdotas y curiosidades

Llegó a reclamar más de 850,000 libras en ayuda pública cuando trasladó millones del tráfico de drogas. Varias ocasiones, transportó drogas con sus pequeños nietos sin criar sospechas. La defensa trató de convencer al jurado que afirma que las rutas fueron aleatorias y organizadas por sus hijos, pero el tribunal consideró que su liderazgo absoluto se probó. El apodo de “Reina Bee” surgió entre los miembros de la familia por su papel central.

Las claves legales, sociales y psicológicas detrás del caso

El proceso judicial contra Mason pone varios debates sobre la mesa:

Legal: el uso sistemático de menores dentro del crimen organizado abre nuevas preguntas sobre los límites penales para aquellos que instrumentalizan a sus descendientes. Social: El caso revela cómo las familias aparentemente normales pueden ocultar redes ilícitas sofisticadas durante años sin sospechas excitadas o entre vecinos o servicios sociales.

Este modelo familiar plantea desafíos inéditos para las fuerzas policiales, obligados a revisar sus protocolos cuando los límites entre el doméstico y el criminal están borrosos.

Palabras clave: Gangster Debbs, Deborah Mason, Family Drug Empire, Reino Unido Narco Narco, Domestic Organizado Crimen

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