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El torturador Maduro intenta

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Venezuela amanece bajo la sombra persistente de un régimen que insiste en poner su autoritarismo con encuestas vacías y propaganda.

Nicolás Maduro, decidido a borrar la memoria del fraude electoral masivo que le permitió permanecer en el poder hace solo un año, ha organizado las elecciones municipales que la mayoría de la sociedad y la comunidad internacional califican abiertamente como una farsa.

La abstención masiva y el rechazo de los ciudadanos han marcado un día sin sorpresas, donde los centros electorales permanecieron desiertos y solo los actores de Chavismo se movieron entre las encuestas y las cámaras oficiales.

La clave para comprender este proceso está en el contexto: el fraude electoral del 28 de julio de 2024 no solo despojó a la oposición venezolana, luego encabezada por Edmundo González Urrutia y María Corina Machado, de una victoria legítima respaldada por más del 80% de los actos escrutinados, sino que también se consolidó un sistema institucional armado en frente de cualquier intento real democrático.

El Consejo Electoral Nacional, controlado por cifras relacionadas con Chavismo, proclamó sin pruebas o transparencia a Maduro como ganador, ignorando la evidencia presentada por la plataforma unitaria democrática (PUD).

Toda trampa y manipulación

Oficialmente, los resultados serían así:

Chavismo obtuvo este domingo los principales alcaldes de Venezuela en las elecciones municipales, incluida la oposición Maracaibo – Zulia State Capital (Northwest), mientras que la oposición retuvo el Caracas Chacao y Baruta, de acuerdo con los resultados con la “tendencia irreversible” anunciada por el Consejo Electoral Nacional (CNE).

Además, el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) gobernante logró mantener el control que durante 25 años ha ejercido sobre el Municipio de Caracas de Libertador, donde la sede de las potencias públicas y una buena parte de las agencias e instituciones del Estado se encuentran, cuando el alcalde, el carmón, el carmón, se volvió a elegir, dijo la presidenta del organismo, Elvis, el velo de un día. estrechamente cerrado.

Gustavo Duque y Darwin González, alcaldes de Chacao y Baruta, respectivamente, fueron seleccionados, mientras que Fernando Malena, del movimiento ecológico, ganó en El Hatillo, y Diógenes Lara, de Chavismo, en el municipio de Caracas de Sucre, donde se encuentra Petare, considerada la Favela más grande de Venezuela.

En Maracaibo, Gian Carlo Di Martino, un candidato del PSUV, triunfado, también ganó en 23 de los 29 municipios anunciados por Amoroso, que autorizó cada una de las juntas electorales del país a las juntas electorales para proclamar los ganadores “en cada uno de esos municipalidades” que ya están registrados, dijo, una “tendencia irresible”, que son 304 de un total de 335 posiciones “que ya están registrados, dijo, dijo una” tendencia irreversible “, que son 304 de un total de 335 posiciones.

Un año después: encuestas vacías, represión intacta

El llamado al municipal fue precedido por un despliegue masivo del aparato estatal. Miles de personal militar protegieron las instalaciones, los cruces fronterizos con Colombia y Brasil se protegieron oficialmente para “facilitar” el día electoral y el gobierno promovió actividades festivas para celebrar el aniversario del presunto triunfo presidencial. Sin embargo, la realidad era otra: calles desiertas, centros electorales vacíos y abstención visible que ni siquiera la maquinaria oficial podía esconderse.

En figuras:

Se eligieron 2.806 cargos (335 alcaldes y 2,471 consejos). No podían participar como una coalición debido a la falta absoluta de garantías. Los principales líderes de la oposición reiteraron su llamado al boicot, convencidos de que participar significaba respaldar la simulación.

La estrategia de Chavista era clara: reforzar el control local incluso arrebatando a esos alcaldes históricamente opositores a través de una “oposición” hecha para medir el régimen o, directamente, por la abstención forzada. La represión permaneció como un telón de fondo invisible pero omnipresente.

Represión y tortura: el lado sangriento del chavismo

Detrás de este teatro electoral esconde una realidad mucho más difícil: represión sistemática y violaciones de los derechos humanos en la Chavista venezolana. Varias organizaciones internacionales han documentado en los últimos años un patrón recurrente de arrestos arbitrarios, tortura física y psicológica contra oponentes reales o percibidos.

Según informes recientes, el tratamiento cruel persiste en centros de detención como el ramo helicoidal o verde. Las víctimas incluyen activistas sociales, periodistas independientes e incluso militares descontentos. Los métodos documentados van desde golpes, asfixia simulada y descargas eléctricas hasta amenazas contra parientes directos.

Estas prácticas son parte del equipo represivo que sostiene el régimen, junto con el control absoluto sobre el sistema judicial y las fuerzas armadas. La persecución no se limita a cifras relevantes; Cualquier ciudadano marcado puede estar sujeto a represalias o intimidación.

Papel internacional: decepciones e intereses cruzados

A lo largo de este año, los venezolanos han visto cómo han desaparecido las esperanzas depositadas en presiones externas. La Unión Europea y España han reducido su presión diplomática sobre Caracas. Por su parte, Estados Unidos ha instrumentalizado el caso venezolano de acuerdo con sus propios intereses domésticos: mientras que Donald Trump endurece su retórica de inmigración y usa a Venezuela como un ejemplo negativo, el régimen negocia concesiones específicas como intercambios de prisioneros o licencias de petróleo cuando lo conviene.

En este escenario, el controvertido papel desempeñado por José Luis Rodríguez Zapatero se destaca. El ex presidente español ha intentado repetidamente entre el gobierno y la oposición bajo una supuesta neutralidad que muchos sectores democráticos consideran dañinos. Durante años, Zapatero ha defendido públicamente a la Chavista o minimizó el régimen de sus violaciones sistemáticas de los derechos humanos, que ha generado duros críticas tanto dentro como fuera de Venezuela.

Su intervención ha servido a Oxibat Maduro políticamente en momentos clave; Por ejemplo:

Él ha insistido en la necesidad de diálogo cuando la represión fue máxima. Negó evidencia documentada sobre tortura o fraude. Intenta blanquear procesos electorales sin garantías reales.

Para una buena parte de la sociedad venezolana, y para numerosos observadores internacionales, su papel ha sido desastroso porque legitima lo que es imposible disfrazar: un sistema autoritario basado en la fuerza.

Lo que está en juego: democracia o perpetuación del régimen

El aniversario del fraude presidencial encuentra a Venezuela en una situación crítica:

El ciudadano cansado antes de las instituciones secuestradas por el poder es palpable. La oposición legítima permanece marginada tanto dentro como fuera del país. Los procesos electorales se han convertido en simples ejercicios de propaganda para reforzar el régimen antes de su base interna y tratar de vender una imagen democrática en el extranjero.

Paralelamente, la herida social causada por años de crisis económica, con hiperinflación crónica, y un éxodo masivo (más de siete millones de venezolanos han abandonado el país) todavía está abierto). La represión estructural evita cualquier respuesta efectiva desde adentro; Desde afuera, casi no hay espacio para nuevas presiones efectivas.

Perspectivas: ¿A dónde va Venezuela?

A corto plazo, todo indica que Chavismo consolidará su dominio municipal como ya lo hizo con las gobernaciones en mayo. Sin embargo:

La legitimidad internacional del régimen continúa erosionando. Los opositores buscan reconstruir alternativas políticas a pesar de las limitaciones. El descontento social permanece latente; Cualquier chispa podría desencadenar nuevas protestas masivas.

Mientras tanto, ni las encuestas ni los mediadores externos parecen capaces de romper un círculo vicioso donde el poder se perpetúa por simulacros democráticos vacíos y represión sistemática.

La pregunta clave para los próximos meses será si la comunidad internacional encuentra una forma renovada de acompañar realmente a aquellos que se resisten dentro del país, y no solo informan desde el exterior, o si Venezuela debe continuar en esta larga noche política cuyo fin aún no se ha vislumbrado.

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