Más información
El verano político español ha traído una tormenta inesperada.
Juanma Moreno, presidente de la Junta de Andalucía y la figura central del Partido Popular, ha lanzado una propuesta que está agitando los cimientos del sistema regional: una alianza entre los líderes regionales de diferentes colores políticos, incluidos los socialistas emilianos de catalanes emilos
No es una ocurrencia de escritorio.
La preocupación de Moreno dispara después de la confirmación, en palabras del Ministro de Finanzas, María Jesús Montero, que Cataluña accederá a un propio modelo fiscal, una especie de ‘cuota’ al vasco pero adaptado a las demandas de independencia.
Para el presidente andaluz, esto significa romper la caja única de España y dinamizar el principio constitucional de igualdad entre los territorios. “Cataluña merece una mejor financiación, pero no a expensas de los demás”, dijo Moreno en una entrevista publicada por el mundo, dejando en claro que no es una guerra norte-sur, sino sobre la defensa de un modelo de solidaridad para todo el país.
El origen del conflicto: la tentación del tratamiento diferencial
El financiamiento autónomo se ha encantado durante años, pero el giro radical ha sido dado por el gobierno de Pedro Sánchez al abrir la puerta a una solución particular para Cataluña. El plan, promovido a cambio del apoyo parlamentario de los partidos de independencia, incluye la recaudación y gestión de ciertos impuestos, así como la posibilidad de negociar con el estado las contribuciones económicas, fuera del régimen común.
Este movimiento ha encendido todas las alarmas en las comunidades que sienten que el estado se convierte en una especie de “Cambalache Mesa” donde el que más presiona más toma la mejor parte. Moreno, lejos de quedarse en los críticos, ha comenzado contactos con los barones socialistas más críticos con el esposo de Begoña, incluidos García-Page y Barbón, para tejer una entente inédita que trasciende los bloques tradicionales. El objetivo: exige que cualquier reforma financiera abordada en el Consejo de Política Fiscal y Financiera, con criterios de transparencia y equidad, y no esté reservado para los socios de inversión de contenido.
Reacciones cruzadas y fractura en el PSOE
La propuesta de Moreno ha tenido un eco inesperado en los sectores del propio PSOE, donde la incomodidad crece por las tareas a los independientes. García-Page, un verso suelto habitual de los socialistas de Manchego, ya había mostrado su rechazo frontal de la cuota catalán y ahora encuentra en Moreno un aliado conjuntario. Mientras tanto, Barbón teme que el modelo singular para Cataluña sea “el camino más directo para perder las elecciones en Asturias”, lo que señala que la solidaridad interheritorial es un pilar básico para las comunidades menos favorecidas.
La incomodidad no se reduce a oficinas regionales. Los intelectuales izquierdos han firmado en las últimas horas un manifiesto contra la cuota catalán, en respuesta al apoyo explícito del progresismo al plan de Sánchez. Consideran que la deriva bilateral erosiona la igualdad de oportunidades y consagra un modelo de estado de “letra”, donde el encaje se negocia en función del ruido y no en los datos objetivos.
El debate en la calle: pedagogía y movilización
Moreno, consciente de la complejidad del asunto, aboga por un trabajo “pedagógico y social” para explicar a los ciudadanos los riesgos de romper la caja común. Las llamadas movilizan municipios, grupos y plataformas para que el debate no se reduzca a una lucha de las élites políticas. “Debemos hacer que las personas entiendan las tonterías a las que Sánchez nos lleva para permanecer en el poder”, dice el presidente andaluz, quien acusa al PSOE andaluce de “repetir como loro los argumentos de Ferraz” sin defender los intereses de su tierra.
Paralelamente, la controversia salpica al ministro Montero, a lo que Moreno responsable de diseñar un sistema que, según él “termine con el papel del estado en la distribución de la riqueza” y especialmente perjudica a las regiones con menos ingresos y convergencia, como Andalucía. El ex ministro Josep Borrell y otros líderes socialistas de peso, así como los alcaldes de Mérida y León, han demostrado su desacuerdo con la cuota catalán, configurando un frente cruzado no publicado en la historia reciente.
Impacto real: ¿Qué se juega cada comunidad?
La clave está en el modelo de distribución de fondos. Si Cataluña maneja y recauda sus propios impuestos, y negocia con el estado su contribución al sistema común, comunidades como Andalucía, Castilla-La Mancha o Asturias podrían ver sus recursos disminuidos. Se tocaría el principio de solidaridad, que compensa los territorios con menos capacidad fiscal, y el estado perdería la capacidad de redistribuir la riqueza. Para los críticos, esto significa abrir la puerta a una España de primera y segunda territorios, con una creciente desigualdad y riesgo de fragmentación interna.
En la entrevista con El Mundo, Moreno comenta que no busca un pulso con Cataluña, sino una solución razonable para todos. En su opinión, la propuesta del gobierno carece de sentido común y solo satisface a aquellos que desean debilitar el estado. “Si rompemos el modelo, las comunidades con menos alquiler se verán perjudicadas”, advierte el presidente andaluz, quien insiste en su melodía con Page y Barbon en esta cruzada por la igualdad.
El factor electoral: riesgos y cálculos
El debate sobre el financiamiento regional tiene derivados electorales obvios. Barbón reconoce que apoyar un tratamiento de favor a Cataluña puede costarle al gobierno de Asturias. Page, por otro lado, refuerza su perfil de Discolo Baron y desactiva la dirección federal del PSOE, lo que le permite mantener su propio discurso contra su electorado. Para Moreno, el pulso refuerza su liderazgo y consolida su imagen de presidente moderado pero firme, capaz de buscar acuerdos más allá de las trincheras políticas.
En un Código Nacional, el movimiento Moreno y sus aliados pueden condicionar la negociación de la próxima reforma del financiamiento regional y obligar a Sánchez a repensar su estrategia con los independientes. El riesgo de fractura interna en el PSOE es real, y la presión de los barones puede forzar un cambio de curso o, al menos, aclarar las concesiones.
Intelectuales y sociedad civil: un manifiesto alternativo
En los últimos días, los intelectuales izquierdistas sobresalientes han publicado un manifiesto en el que denuncian la “insoliencia” de la cuota catalana y reclaman un modelo de financiamiento basado en la igualdad y la cohesión social. Esta reacción surge como una réplica del manifiesto Pro Sánchez promovido por sectores relacionados con el gobierno, evidenciando la fractura incluso en el campo cultural y académico.
La batalla por la historia también se libra en los medios y las redes sociales, donde los argumentos proliferan y contra el modelo único para Cataluña. La “alianza” de Moreno, Page y Barbón se convierte así en una especie de “frente constitucionalista” que busca aglutinar a quienes temen que la deriva bilateral rompa el consenso básico de la España de las autonomías.
Curiosidades y datos para la biblioteca de periódicos
El término “cuota” proviene del sistema de foral vasco, donde el país vasco y Navarra administran sus propios impuestos y le pagan al estado un monto acordado. La extensión de este modelo a Cataluña ha generado dudas históricas en el resto del país. Según una encuesta reciente, más del 65% de los españoles rechazan un tratamiento fiscal singular para Cataluña, y la oposición es especialmente fuerte en las comunidades netas receptores de fondos estatales. La última vez que una reforma del sistema de financiamiento autónomo fue en ese momento se aflojó entre las comunidades y el estado. El debate sobre la caja individual se ha convertido en un clásico de la política española. El propio Borrell lo describió hace unos días, con su retroceso habitual, de “cacao monumental” que amenaza con desbordar la gestión fiscal y la coordinación fiscal entre los territorios. En la trastienda, algunos asesores gubernamentales reconocen que la presión de los barones como Page y Barbón puede obligar a Montero a modular su propuesta, en busca de un acuerdo que no incendia el mapa autónomo o la fractura al PSOE.