Home News El final del BJP en Cachemira

El final del BJP en Cachemira

12
0

Altaf Hussain alguien
En agosto de 2019, Nueva Delhi ejecutó su intervención más de largo alcance en Jammu y Cachemira desde la independencia. Al revocar los artículos 370 y 35A, el gobierno de Modi desmanteló la autonomía limitada de la región y la dividió en dos territorios sindicales. Enmarcado como una corrección constitucional, fue en realidad un proyecto político: centralizar el control, alterar el equilibrio demográfico y debilitar el autogobierno de Cachemira. Los cambios llegaron rápidamente. Nuevas leyes de domicilio otorgaron residencia a los extraños; Las políticas de tierras revisadas abrieron el territorio a la propiedad no local. Para muchos cachemires, esto no era una reforma sino ingeniería demográfica, un precursor del colonialismo de los colonos diseñado para marginar a la mayoría indígena en su propia patria. Las fronteras electorales fueron rediseñadas a través de una comisión de delimitación ampliamente criticada como inconstitucional. El resultado inclinó la representación hacia el Jammu de mayoría hindú a expensas del valle de mayoría musulmana, al tiempo que aumenta los asientos reservados para las castas programadas y las tribus programadas. Para los críticos, era un gerrymander calculado para asegurar la base política del BJP mientras diluyaba la representación de Cachemira. Bajo este nuevo orden, las elecciones se han vuelto en gran medida simbólicas. Las encuestas recientes revelaron la incapacidad del BJP para ganar el electorado del valle, que respaldó a partidos regionales como la Conferencia Nacional. Sin embargo, incluso estas victorias fueron huecas. El poder real recae en un teniente gobernador designado por Nueva Delhi, dejando a la asamblea elegida y al primer ministro como escaparate demócrata. La demanda de restaurar la estadidad y la autonomía significativa ahora une los partidos políticos de Cachemira. Pero el gobierno de Modi solo ha ofrecido garantías vagas, evitando una línea de tiempo clara. Los líderes políticos permanecen encarcelados, la disidencia es criminalizada y la prensa opera bajo intimidación. La confianza pública en las instituciones se ha erosionado tan profundamente que el diálogo se siente performativo. El sistema de justicia no ha escapado de este clima político. El impulso de la Agencia Nacional de Investigación para la pena de muerte para Jammu y el presidente del Frente de Liberación de Cachemira, Muhammad Yasin Malik, ya cumpliendo cadena perpetua, ha provocado temores de justicia motivada políticamente. El caso recuerda la controvertida ejecución de 2013 de Afzal Guru, ampliamente considerada como impulsada por la conveniencia política en lugar del debido proceso. Tales enjuiciamientos refuerzan la percepción de que los tribunales se están llevando a agendas partidistas. Para el BJP, este enfoque tiene múltiples propósitos: consolidar su base nacionalista, cumplir con una promesa ideológica de larga data y demostrar un control inquebrantable sobre una región históricamente restringida. Sin embargo, también es una apuesta. La falla en asegurar la legitimidad electoral en el valle subraya los límites de la integración coercitiva. La crítica internacional, de los grupos de derechos hasta los medios de comunicación globales, ha empañado la imagen de la India como la democracia más grande del mundo, una reputación que sustenta sus asociaciones estratégicas. La posición política una vez inexpugnable del primer ministro Modi muestra tensión. Los pasos en falso políticos en otros lugares, combinados con disturbios persistentes en Cachemira, han dado a los observadores extranjeros y a los observadores extranjeros frescos a la duda. El reciente brote militar con Pakistán ha elevado aún más las apuestas, alimentando las preocupaciones sobre si la línea dura de Nueva Delhi está entregando seguridad o inestabilidad profundamente. El futuro de Cachemira aún no está sellado. Todavía existe un camino creíble hacia la estabilidad: restaurar la estadidad, celebrar elecciones genuinamente libres, liberar prisioneros políticos y revertir políticas que amenazan el carácter demográfico de la región. Dichas medidas no solo abordarían las quejas locales, sino que también reafirmarían los compromisos constitucionales de la India en un momento en que su reputación democrática está bajo estrecha escrutinio. La comunidad internacional no puede permanecer pasiva. Las credenciales democráticas de la India invitan, y una orden judicial, escrutinio. Sus socios, desde Washington hasta Bruselas, tienen tanto el apalancamiento como la responsabilidad de presionar por un acuerdo político que respeta los derechos y aspiraciones de Cachemira. Si bien la presión externa por sí sola no puede resolver la disputa, puede ayudar a crear espacio para el diálogo que ha estado ausente desde 2019. El plan de juego del BJP en Cachemira es transparente: reescribir las reglas políticas para afianzar el control. Lo que sigue siendo incierto es si esta estrategia ofrecerá estabilidad o afianza la división y erosionará el tejido democrático de la India. Esto es más que una disputa territorial; Es una prueba de los valores fundamentales de la República. India ahora enfrenta una rara apertura para avanzar hacia la resolución respondiendo positivamente al llamado a las conversaciones de Pakistán. El reciente choque militar entre los dos países, una consecuencia directa de la intransigencia de Nueva Delhi, solo ha fortalecido las voces que defienden una solución militante, un camino que promete una mayor inestabilidad para la región y más allá. Elegir el diálogo sobre el desafío no sería una concesión, sino una afirmación del compromiso declarado de la India con la paz, la democracia y el constitucionalismo. La elección dará forma al futuro de Cachemira, determinará la trayectoria de las relaciones entre India-Pakistán y definirá la posición moral de la misma India. El escritor es el presidente del Instituto de Relación Internacional Cachemira (KIIR) Se le puede contactar en (correo electrónico protegido)

Fuente de noticias