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La caída de Ismael “El Mayo” Zambada marca un antes y después en la historia del tráfico de drogas mexicanas. Por primera vez, el líder máximo del cartel de Sinaloa apareció ante un tribunal de los Estados Unidos y admitió, sin TAP, dirigido durante más de cinco décadas una organización criminal basada en el tráfico de drogas masivas y la corrupción sistemática de la policía, militar y políticos mexicanos. Hoy, 26 de agosto de 2025, la confesión pública del Capo de 77 años sacude los fundamentos de la política y la seguridad en México.
Un secreto a fuego abierto: corrupción institucionalizada
Durante la audiencia en el Tribunal de Distrito Este de Brooklyn, “May” narró su vida criminal desde 1969, reconociendo que su expansión internacional fue posible gracias a una red de sobornos que impregnaba todos los niveles de poder en México. “Desde el principio y hasta mi captura he pagado sobornos a la policía, militares y políticos en México”, dijo ante el juez Brian Cogan.
Estos pagos, como se detallan, garantizaban la impunidad y el crecimiento del cartel, lo que le permiten tráfico de más de 1.5 millones de kilos de cocaína a los Estados Unidos, una media de 34 toneladas por año durante más de cuatro décadas. El propio Zambada calculó que su organización generaba “cientos de millones de dólares cada año”.
El impacto político: ¿cuánto sabía los gobiernos?
La admisión de sobornos a funcionarios de todos los rangos revive las preguntas sobre la complicidad o, al menos, la tolerancia de las autoridades mexicanas. Aunque Zambada no reveló nombres concretos, su defensa aclaró que la información relevante ya está en la evidencia judicial, la magnitud de la corrupción reconocida compromete múltiples administraciones mexicanas de las últimas décadas.
La fiscal general de los Estados Unidos, Pamela Bondi, describió la confesión como “una victoria histórica” y enfatizó que el cartel “mayo” operaba con la protección de las autoridades mexicanas corruptas. La administración estadounidense, bajo Donald Trump, agradeció públicamente la colaboración del gobierno mexicano para entregar a Zambada y otros líderes
Sin embargo, la ausencia de nombres y la falta de investigaciones abiertas en México sobre estos supuestos sobornos muestran la persistencia de la impunidad.
Los antecedentes: el declive de un jefe invisible
A diferencia de otros narcotraficantes de medios, Zambada construyó su poder en la sombra. Durante más de medio siglo, evitó cámaras y operaciones espectaculares. Su arresto en julio de 2025 en Texas, después de una supuesta trampa establecida por Joaquín “El Chapo” Guzmán, terminó la leyenda del jefe intocable. La Oficina del Fiscal de los Estados Unidos, en un giro estratégico, renunció a solicitar la pena de muerte, permitiendo así la confesión y evitando un juicio público que hubiera expuesto aún más los lazos políticos del cartel.
La fortuna incautó, 15,000 millones de dólares, según la evaluación judicial, es igual a la de los hombres más ricos del planeta, aunque es una cifra imposible verificar por completo debido al origen ilícito de los fondos.
Las figuras del imperio criminal
Más de 1.5 millones de kilos de cocaína traficaron a los Estados Unidos. 34 toneladas por año en promedio desde 1980. Una fortuna estimada en 15,000 millones de dólares en bienes y activos incautados. Cientos de millones de dólares generados anualmente por el cartel. sobornos19693415,000 millones de políticos políticos, políticos
Repercusiones y posibles escenarios
La confesión de Zambada representa el colapso de uno de los grandes mitos del crimen organizado mexicano: el del narco invisible e intocable. La admisión de corrupción sistemática a cambio de impunidad deja a las instituciones mexicanas frente al espejo, con presión internacional para investigar y castigar a los responsables.
A corto plazo, la sentencia, que se emitirá el 13 de enero de 2026, se describe como una cadena perpetua, sin opción de apelar. Sin embargo, todavía hay que ver si la justicia mexicana actuará frente a la evidencia presentada en los Estados Unidos. Los medios de comunicación y la presión social aumentarán sobre el gobierno de Claudia Sheinbaum, mientras que la administración de los Estados Unidos subraya el éxito de su estrategia de extradición límite bajo el mandato de Trump.
La figura de “El Mayo” Zambada, que durante décadas operó en las sombras, termina convirtiéndose en un símbolo de colusión entre el crimen organizado y el poder político. Como dijo el fiscal Bondi: “Es el colapso de un mito. Nadie está lejos del alcance de la justicia estadounidense”.
La confesión de Zambada no solo marca el final de una era para el tráfico de drogas mexicanas, sino que las fuerzas a repensar la lucha contra los fondos y la responsabilidad institucional en ambos lados de la frontera. Las próximas semanas serán clave para saber si la justicia mexicana está dispuesta a romper, finalmente, el pacto del silencio.