El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, y el presidente ruso, Vladimir Putin, se reunirán el viernes en Alaska para su primer cara a cara desde el regreso de Trump a la Casa Blanca, en un intento de alto perfil de explorar formas de poner fin a la guerra en Ucrania.
Las conversaciones, en la Base de la Fuerza Aérea Elmendorf, la primera visita de Mark Putin a un país occidental desde que lanzó la invasión en febrero de 2022, y su primer viaje a los Estados Unidos en una década.
El presidente ucraniano, Volodymyr Zelenskyy, no estará presente, un hecho que subraya tanto el alcance estrecho de la reunión como el escepticismo entre Kiev y sus aliados europeos de que producirá resultados tangibles. Aún así, el simbolismo y las posibles consecuencias geopolíticas hacen de la cumbre uno de los encuentros diplomáticos más observados del año.
Por qué esto importa
La cumbre de Alaska es significativa por varias razones. Para Washington, es una prueba de la capacidad de Trump para navegar por la diplomacia de alto riesgo con una contraparte conocida por explotar las divisiones entre los adversarios. Para Moscú, ofrece una rara oportunidad de salir del aislamiento diplomático y demostrar que Estados Unidos todavía ve a Rusia como un jugador indispensable para resolver el conflicto más grande de Europa en décadas.
La elección de la ubicación conlleva un peso práctico y simbólico. Alaska está a menos de 100 km del punto más oriental de Rusia, lo que permite que Putin viaja sin cruzar el espacio aéreo “hostil”. Los medios estatales rusos también se han apoderado de la resonancia histórica del lugar: el territorio fue vendido por la Rusia zarista a los Estados Unidos en 1867, para impulsar el argumento del Kremlin de que las fronteras pueden cambiar con el tiempo, un tema que usa para justificar sus acciones en Ucrania.
Para Europa, la reunión es un recordatorio de que los movimientos decisivos en la guerra podrían formarse en conversaciones bilaterales entre Washington y Moscú, con los líderes de la UE al margen. Cualquier cambio en las relaciones entre Estados Unidos y Rusia podría alterar la trayectoria del conflicto y la arquitectura de seguridad de la región en los próximos años.
Lo que Rusia quiere
Los objetivos declarados del Kremlin permanecen sin cambios desde su propuesta de paz del draft de junio.
Moscú está buscando un reconocimiento formal de su control sobre cuatro regiones ucranianas: Donetsk, Luhansk, Zaporizhzhia y Kherson, que afirma haber anexado en 2022. También quiere que Ucrania abandone su oferta por la membresía de la OTAN, la movilización militar de detención y acepte límites de sus fuerzas armadas.
Otra demanda clave es el levantamiento de las sanciones occidentales, que han apuntado a las exportaciones de energía de Rusia, el sistema financiero y el acceso a la tecnología. Si bien la economía rusa se ha adaptado en parte al redirigir el comercio a Asia, los funcionarios de Moscú reconocen en privado la presión de la caída de los ingresos por petróleo y gas y un creciente déficit presupuestario.
Putin también está utilizando la cumbre como etapa para reafirmar la relevancia de Rusia en el escenario global. Al reunirse con el presidente de los Estados Unidos en el suelo estadounidense, y sin Ucrania o líderes europeos presentes, el Kremlin puede presentar el encuentro en el país como prueba de que sigue siendo un poder con el que Washington debe participar directamente.
Lo que los Estados Unidos quieren
Trump ha dicho repetidamente que quiere “un alto el fuego muy, muy rápido”, presentándose a sí mismo como un posible pacificador. La Casa Blanca ha descrito las conversaciones de Alaska como una “sesión de escucha” destinada a medir la voluntad de Putin para comprometerse. Trump ha sugerido que, si la reunión va bien, una segunda cumbre podría seguir con Zelenskyy incluida.
El presidente enfrenta presión política en casa para cumplir su promesa de campaña para poner fin a la guerra, una promesa que hasta ahora ha demostrado ser difícil de alcanzar. Su enfoque ha cambiado en los últimos meses, desde insinuar posibles “intercambios de tierras” hasta advertir sobre “consecuencias muy graves” si Rusia continúa su ofensiva. Esa inconsistencia ha inquietado a los aliados de los Estados Unidos, que temen que Washington pueda presionar a Ucrania en concesiones que no está dispuesta a hacer.
Si bien Trump ha descartado el apoyo a la entrada de Ucrania en la OTAN, también ha expresado la frustración por la focalización de la infraestructura civil de Rusia. Equilibrar esas posiciones, mientras evita la percepción de otorgar a Putin una victoria diplomática, será un desafío central de la reunión de Alaska.
Lo que Ucrania quiere
Zelenskyy ha despedido a la cumbre de Alaska como una “victoria personal” para Putin e insiste en que Ucrania debe estar directamente involucrado en cualquier proceso de paz. Las condiciones de Kiev para las conversaciones son un alto el fuego completo e incondicional, la retirada completa de las fuerzas rusas y las garantías de seguridad internacionales vinculantes para disuadir los futuros ataques.
Ucrania también exige el regreso de los prisioneros de guerra y la repatriación de miles de niños, según dice, se llevó a la fuerza a Rusia desde 2022. Moscú niega secuestrar a los niños, pero confirma que muchos ahora están en territorio ruso, a menudo bajo nuevos acuerdos de tutela.
Kiev ha dejado en claro que las sanciones a Rusia solo deben levantarse gradualmente y con mecanismos para restablecerlas si se violan los acuerdos. Cualquier acuerdo que omita estos elementos, dicen los funcionarios ucranianos, sería inaceptable.
Preocupaciones europeas
Los líderes europeos han sido excluidos en gran medida de las principales discusiones de paz en los últimos meses, incluidos contactos anteriores de Rusia en Riad y las conversaciones entre funcionarios rusos y ucranianos en Estambul.
Francia, Alemania, Gran Bretaña, Italia, Polonia y la Comisión Europea emitieron una declaración conjunta la semana pasada advirtiendo que cualquier decisión territorial debe ser tomada por Ucrania.
El presidente francés, Emmanuel Macron, reiteró esa posición después de hablar con Trump el miércoles, mientras que el primer ministro británico, Keir Starmer, dijo que se alentó que el líder estadounidense parecía enfocado en asegurar un alto el fuego en lugar de presionar a Ucrania en concesiones territoriales. Ambos han planteado la posibilidad de desplegar mantenedores de paz en Ucrania una vez que la lucha se detiene, una idea firmemente rechazada por Rusia.