Límite sin límites.
Y dos medidas.
Aunque se entiende, porque los subsidios provienen del gobierno de Sánchez y no hay lo que envíe el que envía.
Este jueves 7 de agosto de 2025, la controversia sobre la filmación de la Odisea de Christopher Nolan en el Sahara occidental se ha centrado nuevamente en la posición de parte del cine español con respecto al conflicto Saharawi.
El manifiesto firmado por Javier Bardem, Aitana Sánchez-Gijón, Carolina Yuste, Icíar Bollaín y Rodrigo Sorogoyen, entre otros, denuncia la grabación de escenas de escenas en la ciudad de Dajla, bajo el control de Morocan, pero elude cualquier crítica pública de la política de la política de la política de Sánchez, que en los últimos años se ha convertido en el reconocimiento de los reconocimientos de los reconocidos de la política de la política de la política de la política de Sánchez, que en los últimos años se ha convertido en el reconocimiento de los reconocimientos de la política de la política de la política de la política de Sánchez, que en los últimos años se ha convertido en el reconocimiento de los reconocimientos de la política de la política de la política de la política. Parte de Marruecos.
Esta doble medida de medición ha abierto un intenso debate sobre la coherencia y el alcance real del activismo cultural en España.
El manifiesto que divide la industria
La adaptación de la Odisea de Christopher Nolan ha generado una ola de reacciones que trasciende la estrictamente cinematográfica. La filmación en Dajla, un enclave ocupado por Marruecos desde 1975, ha sido indicada por el Festival Internacional de Cine del Sahara occidental (Fisahara) y apoyado por cien cineastas y actores españoles.
Afirman que Nolan no pidió permiso al pueblo Saharawi y que, al filmar allí, contribuye a normalizar la ocupación, según el texto firmado por Bardem y Company.
El manifiesto no solo exige explicaciones del director británico ya universal imágenes, sino que las insta a “romper su silencio sobre por qué Dajla eligió como un lugar de filmación” y a comprometerse con la causa del Saharawi, incluso invitando a Nolan a “quedarse con una familia Saharawi, ver películas en el desierto y testigos de la realidad de la gente de Saharawi”. Además, advierten a otros productores: “Esperamos que ninguna otra compañía cinematográfica o proyecto cultural considere la posibilidad de actuar en el territorio ocupado”.
Entre los firmantes se encuentran los nombres de peso en la cultura española:
Javier Bardemaitana Sánchez-Gijoncarolol
El mensaje es claro: rodar en el Sahara occidental bajo la autoridad marroquí, para ellos, es legitimar la ocupación y silenciar la represión del pueblo Saharawi.
La paradoja del silencio ante la política de Sánchez
Sin embargo, la protesta de Bardem y el resto de los firmantes han sido calificados como hipócrita por opinión pública y algunos medios, que subrayan su falta de reacción al giro diplomático de Pedro Sánchez y el PSOE con respecto al Sahara occidental. En 2022, el gobierno español de facto reconoció la soberanía marroquí sobre el territorio, rompiendo décadas de neutralidad y alineando con los intereses de Mohamed VI. Esta decisión fue un cambio histórico en la política exterior española, pero no generó ningún manifiesto o reacción pública por parte de la mayoría de estos artistas.
Mientras Bardem y otros protestan enojado contra la filmación de la Odisea, guardan silencio sobre la política de su propio gobierno, lo que afecta directamente a la población saharawi. Ninguno de los firmantes ha pedido explicaciones a Sánchez, ni las protestas o campañas públicas se organizan para exigir la reversión del reconocimiento del Sahara como marroquí.
Esta asimetría ha alimentado la percepción de que el activismo cultural es selectivo y, a veces, más efectivo cuando se trata de presionar figuras internacionales que cuando implica cuestionar a los líderes políticos nacionales relacionados.
Cronología y antecedentes recientes
1975: Marruecos ocupa el Sahara occidental después de la retirada española, desatando un conflicto que aún persiste. 2000: El cine español y Bardem, especialmente, están involucrados en el caso Saharawi, produciendo documentales y participando en festivales como Fisahara.2022: El gobierno de Sánchez cambia la posición oficial de España de indignación de la frontera de Polisario y Argelia, pero con casi cualquier respuesta del sector cultural.2025: Nolán elige a Dijla a la Odyssey. El cine español reacciona difícil de disparar, pero permanece en silencio sobre la política española y la transferencia de facto del territorio a Marruecos.
Debate claves y reacciones
La controversia ha revelado varios problemas que trascienden el caso específico de la Odisea:
La coherencia del activismo: ¿por qué el cine español exige a Nolan, qué no requiere su propio gobierno? La instrumentalización política del arte: el manifiesto parece más cómodo señalando a un éxito de taquilla de Hollywood para enfrentar el poder político nacional. El papel de la cultura en la diplomacia: rodar en territorios ocupados puede tener un impacto simbólico, pero ¿es comparable al reconocimiento diplomático de un gobierno? Cuando el objetivo es un director extranjero, la respuesta es rápida y masiva; Ante las decisiones políticas internas, el silencio es la norma.
Posibles escenarios y evolución
Es previsible que la controversia continuará creciendo a medida que avanza la filmación y el estreno del plan de filmación de la odisea o la emisión de una declaración, el asunto podría escalar aún más en los medios de comunicación y el nivel político.
Una controversia con un eco internacional
La noticia ha hecho eco en los medios internacionales, que recopilan tanto la protesta del cine español como la falta de reacción a la política de Sánchez. El caso refleja las contradicciones de un sector cultural que, aunque comprometido con ciertas causas, parece más cómodo en la queja externa que en la autocrítica.
Mientras tanto, el pueblo Saharawi todavía está esperando gestos efectivos, tanto de la comunidad internacional como de aquellos que, desde la cultura, tienen un orador privilegiado. El tiempo dirá si la controversia de la Odisea es un punto de inflexión o si, una vez más, el debate se disuelve en la espuma de los medios sin consecuencias reales.