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Baldoví y la ‘licencia’ imposible: el catalanista valenciano también falsifique

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Otro y ya son cientos.

La política española tiene un imán para títulos extravagantes.

Esta vez, el protagonista es Joan Baldoví, una referencia del valencianismo progresivo y la cara de los Compromís, indicados al aparecer como un “título en la enseñanza” en su perfil institucional en los tribunales de Valencianos.

La etiqueta es más que Rimbombante: no es existente.

En España, la enseñanza era un diploma antes del plan de Bolonia y hoy es un título universitario, pero nunca ha sido un título.

La queja, publicada en las últimas horas por medios digitales, agrega leña a un incendio conocido: la propensión de la izquierda a los planes de estudio de “engordan” con denominaciones creativas, dudosos maestros o terroríficos terminológicos que aumentan el rango académico a través del adjetivo.

El detalle no es menor.

En un ecosistema donde la credibilidad se resuelve al milímetro, la elección de una palabra, “con licencia”, marca la diferencia entre un archivo correcto y una trampa académica. Y, en política, los trapantojos generalmente pasan factura.

¿Qué dice la regla (y por qué no existe “un título en la enseñanza”)?

Antes de la bolonia: el sistema distinguía entre diplomáticas (3 años) y títulos (5 años). Magisterium era un diploma, no una licenciatura. Después de la bolonia: la estructura se reorganiza a grado, maestro y doctorado. La enseñanza se convierte en un título en educación temprana o primaria, con 240 ECTs; No hay “grados” en el nuevo sistema. Traducción práctica: ni en el nuevo y el nuevo modelo había un título oficial llamado “Licenciatura en Magisterio”. Decirlo hoy es equivalente a mezclar dos categorías incompatibles: el nombre de un diploma antiguo con el rango de un viejo grado.

Este marco es pacífico en la doctrina universitaria y en la diseminación institucional: la reforma de Bolonia eliminó la categoría de “soltero” como tal, reemplazándola con el título como el primer ciclo. Quien tiene la intención de mantener la nomenclatura “graduada” debería hacerlo con títulos anteriores y solo cuando la carrera fue realmente un título. Magisterio, insistamos, no lo fue.

El caso Baldoví en el Código Político Valenciano

Según la información publicada en las últimas 24-48 horas, el perfil de Baldoví en los tribunales de Valencianos habría incorporado la expresión “Grado en Magisterio”, generando una controversia inmediata sobre la veracidad de la titulación y la transparencia del líder. La controversia desafía a un político con experiencia institucional y con una imagen tallada en la defensa del público, lo que multiplica la sensibilidad del caso.

Episodio de claves políticas:

Credibilidad y coherencia: para un líder que exige altos estándares éticos, el bar en el plan de estudios en sí es inevitable. Una inflación terminológica erosiona ese capital simbólico. Efecto Drag en Compromís: la coalición ha construido una marca en la idea de la pulcritud institucional. Cualquier sombra académica tiene un impacto en la reputación colectiva. Valencian Marco: Con el Generalitat bajo el gobierno del PP-VOX y una oposición que busca recuperar la tracción, una diapositiva curricular ofrece municiones a los rivales.

La anatomía del “título falso”: ¿Por qué sucede y por qué

No nos enfrentamos a una novedad. La política española acumula una maestría “creativa” y grados “equivalentes” que, para escrutinio, no se ajustan a los boletines oficiales. En el lado progresivo, los casos recientes han abierto la puerta a una narración sobre la tendencia de la izquierda para “hincharse”: no se demuestra ninguna mala fe, sino un patrón de licencias semánticas que tiene como objetivo expandir el prestigio con un golpe de título.

Razones frecuentes:

Herencia del sistema dual: muchos políticos capacitados en el modelo de pre-Boliance tienden a traducir su título en categorías hoy inexistentes o “equipararse” sin una base legal. Comunicación política: Express “con licencia” suena más robusto que “diploma” o “calificación”, incluso si no es correcto. Hoja de verificación interna: gabinetes que no pasan el “control de calidad” terminológico antes de publicar perfiles oficiales.

¿Por qué importa?

Transparencia: los ciudadanos suponen que un perfil institucional es exacto y verificable. No es si mezcla las nomenclaturas. Mérito Igualdad: los que asistieron al magisterio con rigor no necesitan coronas falsas. La confusión degrada el valor real del título.

Contexto de Bolonia: lo que debe recordarse

El área europea de educación superior impuso una arquitectura clara: títulos (3-4 años), maestros (1-2 años) y doctorado. Los viejos grados desaparecieron como denominación y estructura, siendo reemplazados por grados; Las diplomáticas también se integraron en grados. En la educación, la enseñanza se transformó en títulos específicos (niño, primario), 240 ECT. No hay “licenciatura” en esa rama. Las universidades y administraciones autónomas han explicado durante años que la conversión de Bolonia no autoriza los títulos de “cambiar el nombre” con categorías anteriores por preferencia comunicativa simple.

En otras palabras: llamar a Magisterium “Licenciatura es como llamar a” Pesetas “un pago en euros y fingir que el banco no se da cuenta.

Posibles escenarios y consecuencias

Rectificación expresa: la ruta más lógica para Baldoví sería corregir la mención, probar el título real y explicar el error. Cuanto más clara sea la fe de errata, el desgaste más bajo. Debate parlamentario: el PP y VOX podrían exigir apariciones simbólicas o mociones debido a la “falsedad en el perfil institucional”. La oposición se mide por su capacidad para cerrar el capítulo o estirarlo. Efecto de los medios de comunicación: la controversia puede reavivar el debate sobre los títulos inflados a lo largo del espectro político. Nadie está a salvo de la biblioteca de periódicos. Reglas de estilo institucional: los tribunales valencianos podrían reforzar los protocolos de verificación curricular para el personal elegido y confiable.

Qué verificar y cómo contarlo: Toolbox no tropezar

Siempre verifique la denominación oficial del título en el año de la expedición. Diferenciar claramente: diploma (pre-Bolia), grado (pre-Bolia), grado (post-negocios), maestro, doctorado. Evive Homemoquences: “La mía es como una licenciatura” no es una categoría válida. Proporcione el nivel con su nombre exacto y, si corresponde, el plan de estudio.

Detalles prácticos y curiosidades

Frase hecha para evitar: “Licenciado en Magisterio”. Precisión alternativa: “Diploma en EGB/ maestros de enseñanza” (según el plan antiguo) o “Grado en educación primaria/ infantil” (según el plan de la bolonia). El término “licenciado” sobrevive en lenguaje coloquial, pero no en la arquitectura oficial posterior al perno. En documentos institucionales, se debe utilizar el vocabulario actual. Una buena prueba: si la denominación no aparece en las regulaciones universitarias o en el decreto real de la gestión docente, probablemente sea una “invención” comunicativa. Lista de control rápido: ¿hay ese título como categoría oficial? (Sí/no) ¿Corresponde al plan de estudios del año en el que se obtuvo? (Sí/no) ¿Puede estar acreditado con un certificado europeo o suplemento al título? (Pero)

Notas finales sobre el caso:

La pieza informativa que detonó la controversia subraya la contradicción concreta de la etiqueta “Licenciatura en enseñanza” en el perfil de Baldoví, una formulación incompatible con las regulaciones históricas y actuales universitarias. El episodio, más allá de Rifirrafe, deja una enseñanza útil: en política, el plan de estudios no admite poesía. Y aún menos, grados fantasmas.

Curiosidades y datos:

En el idioma común, “con licencia” todavía se usa para referirse a cualquier importante graduado universitario. Dentro de Bolonia, la palabra correcta está “graduada” para el primer ciclo. Los dobles grados han crecido en el calor de la bolonia, pero todos están estructurados en grados y maestros; Las viejas denominaciones no resucitan. El Diploma de Magisterio, antes de Bolonia, permitió generaciones de maestros durante décadas. Su valor profesional no necesita promociones de fantasía nominales.

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