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Siempre en la brecha.
Y más rápido que nadie.
En la escena siempre impredecible de la política española, el presidente de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha decidido dar un paso adelante y desafiar abiertamente al gobierno de Sánchez.
Su última demanda no ha pasado desapercibida: quiere saber, y rápido, por qué Cataluña y el país vasco han sido excluidos del controvertido elenco estatal de menores extranjeros no acompañados (MENAS), mientras que el resto de las comunidades deben asumir nuevas entregas de recepción.
La respuesta del Ejecutivo Central, hoy, 27 de agosto de 2025, no convence a nadie con dos dedos al frente.
El decreto, aprobado en el Consejo de Ministros, ha encendido los espíritus en Madrid, Islas Balear y otras regiones, que acusan al gobierno de Frankenstein de practicar una “política de migración arbitraria, opaca y discriminatoria”. Y mientras tanto, Cataluña y el país vasco, que algunos ya llaman “territorios VIP” de inmigración, parecen bailar fuera de la pista.
Hoy, el pulso entre el presidente de Madrid y el gobierno central mantiene una buena parte de la opinión pública.
La distribución de menores migrantes, lejos de ser resueltos, se ha convertido en el último símbolo de la batalla por el modelo territorial y la distribución de las competiciones en España.
En medio del ruido, una curiosidad: mientras la política se dedica a recursos y reproches, los menores afectados esperan una solución que, por el momento, continúa en el aire. Y, como suele suceder en estos casos, la realidad excede cualquier guión de ficción: incluso el Boe parece caminar en estos días más revueltos que las Islas Canarias.
🔥🔥VERDADES COMO PUÑOS de mi querida @irene_freedom: “De los menas que se haga cargo quien les abandona, el Estado marroquí o sus familias a las que llaman cuando llegan. España no puede hacerse cargo de toda África.” pic.twitter.com/0rzDPHJbWP
— Tomás Rico ﻥ (@tomasrp3_) August 27, 2025
Una regla bajo sospecha
Royal Decreto 658/2025, aprobado el 22 de julio, regula la reubicación de estos menores en situaciones de presión migratoria, especialmente de las Islas Canarias, donde la saturación de los centros de recepción ha alcanzado límites insostenibles. La medida se presenta como un ejercicio de solidaridad intertritorial, pero ha terminado reabriendo viejas heridas en la distribución de competencias, financiamiento e igualdad de tratamiento entre las comunidades.
Las críticas a la comunidad de Madrid son especialmente difíciles: consideran que el decreto “viola poderes autónomos exclusivos en el campo de los menores y asistencia social”, y acusa al gobierno de usar la distribución con fines políticos para penalizar las regiones gobernadas por el partido popular y beneficiar a sus socios nacionalistas.
El presidente balear, Marga prohens, se unió a las críticas, lamentando la “falta total de humanidad” del gobierno central y advirtiendo que el sistema de recepción de su comunidad ya está al borde del colapso, después de la llegada de cientos de migrantes en las últimas semanas.
The Judicial Road: Cascada Resources y War of Competencias
No se ha esperado la respuesta de Madrid: la administración regional ha formalizado una apelación ante la Corte Suprema contra el decreto real, argumentando que la regla “invade poderes regionales sin justificación suficiente” y que se ha desarrollado sin transparencia o criterios claros.
Esta ofensiva judicial no es nueva. Madrid ya había impugnado el Decreto Real 2/2025, aprobado el 18 de marzo, junto con otras diez comunidades autónomas, ante el Tribunal Constitucional, reclamando la invasión de poderes exclusivos y la falta de justificación de urgencia para legislar mediante asuntos de leyes de decretos reservadas para leyes orgánicas.
Paralelamente, Balearic Islands también ha anunciado su apelación ante la Corte Suprema, reclamando la suspensión de precaución del decreto y la advertencia de que recurrirá a todas las rutas legales para evitar lo que consideran una “imposición” que viola la dignidad y la humanidad de los menores y de los servicios sociales autónomos.
Cataluña y país vasco: ¿por qué se quedan?
La pregunta que se ha convertido en el fusible del conflicto es precisamente la exclusión de Cataluña y el país vasco del elenco obligatorio. Ni el decreto ni el gobierno han explicado públicamente los criterios que han llevado a dejar estas dos comunidades, tradicionalmente favorecidas en acuerdos con el estado en asuntos sensibles.
Entre las explicaciones conscientes que circulan en los círculos políticos y de los medios, se destacan:
Negociación política con los partidos nacionalistas: el decreto se habría acordado en parte garantizar la estabilidad parlamentaria del gobierno, que necesita el apoyo de los partidos nacionalistas vascos y catalán. Syuración previa de sus propios sistemas: desde el entorno del ejecutivo se insinuó que Cataluña y el país vasco ya albergan a un alto número de inmigrantes menores, aunque los datos oficiales no se han hecho públicamente. Tienen regímenes de competencia únicos, que podrían haber facilitado su exclusión o al menos una negociación diferenciada con respecto al resto de las autonomías.
El resultado, en cualquier caso, es una sensación de queja comparativa que ha servido como combustible para la reacción de los gobiernos autónomos del signo popular y otras regiones que se sienten discriminadas por el elenco.
Los antecedentes: presión migratoria, saturación y debate sobre solidaridad
Detrás de la batalla política y judicial supera una realidad compleja: la llegada masiva de menores migrantes no acompañados a las Islas Canarias y otras regiones fronterizas ha puesto al límite la capacidad de los centros de recepción. La Corte Suprema recientemente ha obligado al gobierno a adoptar medidas urgentes para garantizar la protección de más de mil solicitantes de asilo, advirtiendo sobre la “masificación” y la “situación de vulnerabilidad y necesidad” en la que están.
Esta presión migratoria ha llevado al Ejecutivo Central a buscar una redistribución obligatoria, pero la falta de diálogo real con las comunidades y la exclusión de Cataluña y el país vasco han convertido el proceso en un auténtico campo de batalla político y legal. No es la primera vez que se prueba la solidaridad territorial en España, pero rara vez el debate ha alcanzado este nivel de confrontación institucional.
Las reacciones políticas no han estado esperando. Ayuso ha descrito el decreto como “un castigo a las comunidades que no comparten el mapa del gobierno del gobierno”, mientras que de la Puerta del Sol dicen que “no serán cómplices en una política de inmigración fallida”.
Por su parte, Marga Prohens ha elevado el tono, denunciando la “falta total de humanidad” del gobierno central y advirtiendo que “la saturación del sistema de recepción evita garantizar la atención adecuada a más menores extranjeros”.
En el Congreso, la oposición ha tomado la ocasión de cargar contra Sánchez, reclamando la transparencia y la equidad en el elenco, mientras que de Moncloa se insiste en la “solidaridad territorial” y las comunidades de Discolas están acusadas de querer “politizar la infancia migrante”.
Más judicialización, fractura territorial y presión sobre el sistema de recepción
Creciente judicialización: la ofensiva de los recursos ante el supremo y el constitucional anticipan meses de litigios que podrían retrasar la aplicación efectiva del decreto. Fractura territorial: la sensación de queja comparativa puede alimentar la incomodidad entre las comunidades y dificulta los acuerdos futuros en asuntos sensibles. Conferencia sobre servicios sociales: la saturación de los centros de recepción y la falta de financiamiento adecuado pueden derivarse en situaciones de situaciones de emergencia social y de emergencia social institucional. Efecto político: el conflicto podría convertirse en un arma electoral, especialmente en las comunidades donde la inmigración es un tema delicado para el electorado.