El plan de paz de 20 puntos del presidente Donald Trump para Gaza está estancado en primera marcha y, si bien se mantiene un tenue alto el fuego, ninguno de los problemas subyacentes a largo plazo está cerca de resolverse.
Según la “primera fase” del acuerdo, Israel se ha retirado a una zona de seguridad que comprende aproximadamente la mitad de Gaza, lo que ha dejado a Hamas reafirmarse brutalmente en un estado reducido, donde está matando a sus oponentes, tratando de rearmarse y prometiendo llevar a cabo otro sangriento ataque terrorista contra Israel tan pronto como pueda.
La siguiente fase del proceso –en la que se supone que Hamas se desarmará y entregará el poder a un grupo anónimo de tecnócratas palestinos– está estancada y no está claro cómo ni cuándo comenzará, ni quién la hará cumplir.
Mientras tanto, Hamas y sus aproximadamente 25.000 militantes continúan disparando contra las fuerzas israelíes, claramente deseosos de provocar al Primer Ministro Benjamín Netanyahu para que adopte una respuesta importante que el grupo terrorista pueda utilizar como material para su guerra de propaganda.
El polvorín de Gaza podría volver a encenderse en cualquier momento.
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Bibi está claramente ansioso por terminar el trabajo: destruir la capacidad de Hamás de aterrorizar a Israel. Al mismo tiempo, quiere degradar aún más la capacidad de Irán para librar la guerra y propagar el caos regional a través de sus representantes.
Sin embargo, no estará en el poder para siempre; bien podría estar acercándose al final de su carrera. Acabar con Hamás y proteger a Israel contra la amenaza iraní sería el mayor logro de su legado.
En cuanto a la Casa Blanca, quiere que la región permanezca lo más tranquila posible mientras Trump atiende a Venezuela, Ucrania y la amenaza inminente de China.
El presidente también está trabajando para ampliar los Acuerdos de Abraham, lo que será imposible si se reanuda la guerra.
Aun así, Trump ha dejado claro que respaldará a Bibi si el primer ministro concluye que la única manera que tiene Israel de derrocar a Hamas es por la fuerza.
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Las elecciones israelíes deben celebrarse en octubre, aunque podrían llegar mucho antes si, como se espera, el gobierno no logra aprobar el presupuesto en marzo.
Este plazo podría resultar decisivo para el futuro de Hamás si Bibi tiene la intención de dejar el cargo con la amenaza de Gaza neutralizada.
Es hora de que las naciones que firmaron el plan de paz den un paso al frente si quieren que esa paz se mantenga.
Una cosa es aprobar la eliminación de Hamas en teoría y otra comprometerse a hacerlo.
Los árabes que perpetuaron la crisis palestina durante los últimos 75 años manteniéndolos en el estatus de refugiados permanentes tienen ahora la responsabilidad de abordar la situación que ayudaron a crear.
La eliminación de Hamás permitirá a la comunidad internacional comenzar a reconstruir Gaza y poner a los palestinos en el camino hacia la prosperidad y la normalidad. Dejar que los terroristas sigan en el poder sólo aumentará la miseria.
