Londres: Julie Bishop ha hecho un raro viaje al Kremlin, reuniéndose con altos funcionarios rusos durante una visita que subraya la creciente influencia de Moscú en Myanmar y su papel central en proteger el régimen militar del país de la presión global.
El ex ministro de Relaciones Exteriores de Australia y actual enviado especial de las Naciones Unidas para Myanmar mantuvo conversaciones con las cifras de Kremlin. Publicó fotos en su Instagram la semana pasada desde el interior del Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia y la Plaza Roja, una imagen sorprendente para un diplomático occidental, dado el aislamiento diplomático de Rusia sobre su continua invasión de Ucrania.
Julie Bishop, ex ministra de Asuntos Exteriores de Australia, voló a Rusia la semana pasada para reunirse con altos funcionarios del régimen de Putin. Crédito: Instagram
El obispo, que rara vez habla públicamente sobre su papel, declinó hacer comentarios cuando se le acercó este cabezal, solo confirmando la visita como parte de su papel en involucrar a los miembros clave del Consejo de Seguridad de la ONU en la crisis política y humanitaria de Myanmar.
Rusia es uno de los aliados más poderosos de la Junta, suministrando armas, vetando resoluciones de la ONU y la expansión de la cooperación de petróleo y gas. El Kremlin anunció recientemente nuevos acuerdos estratégicos con el ejército de Myanmar, incluso cuando el régimen continúa su represión contra los oponentes políticos, las minorías étnicas y las fuerzas prodemocráticas.
En un discurso a la Asamblea General de la ONU a principios de este mes, Bishop advirtió que desde el golpe de estado de febrero de 2021, “Myanmar ha estado en poligrisis con más de 14,000 muertes civiles y 80,000 muertes totales registradas, más de 3.5 millones de desplazados internamente y más de 100,000 casas incendiadas”.
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Ella condenó a la junta por continuar “volando los ataques aéreos como parte de su campaña contra las fuerzas anti-junta y la gente de Myanmar, a pesar de un anuncio de alto el fuego”, y dijo que la difícil situación de los rohingya había “empeorado” desde que los militares aprovecharon el poder.
“Aquellos que han sido deportados por la fuerza de Myanmar enfrentan un futuro incierto, con un apoyo para salvar vidas a los refugiados reducidos significativamente, mientras que los rohingya dentro de Myanmar enfrentan persecución continua, desplazamiento y negación de los derechos humanos en medio de un conflicto intensificador”, dijo.
También advirtió que las elecciones planificadas por la junta para diciembre tenían como objetivo blanquear el gobierno militar.