Dirígete hacia el sur
Escrito y dirigido por Jonathan Ogilvie
99 minutos, calificado MA
★★★ ½
Algunos aspectos del crecimiento son perenne. Otros son más específicos para una época en particular, como la emoción de obtener un récord oscuro por correo electrónico desde el extranjero, seguido del amargado descubrimiento que está deformado.
Esta es una de las primeras de muchas desgracias en suceder a Angus (Ed Oxenbould), el desafortunado héroe de Jonathan Ogilvie, la nostálgica película de películas adolescentes al sur, ambientada en Christchurch a fines de la década de 1970.
Cuando Angus puede escuchar el sencillo debut de Public Image Ltd de John Lydon, su mundo cambia, ya que la película señala cambiando a pantalla panorámica. En poco tiempo, está abandonando su corte de pelo peludo para la espalda y los lados cortos, agregando productos básicos a su uniforme escolar y soñando con comenzar una banda.
Ed Ozenbould es una especie de punk.
Es una especie de punk muy Nueva Zelanda, que se disculpa porque su cabello no es todo lo que debería ser (“Estoy tratando de hacer que se mantenga más”). Tampoco puede dejar de sonreír, en parte por la ansiedad, pero también por la alegría y el alivio de haber encontrado a su tribu.
Resulta que todos en la escena local son un pose de un tipo u otro. En todo caso, el tipo más genial a la vista es el malvado pero amable padre de Angus, Gordon (el versátil veterano Marton Csokas), con sus trajes de tweed y una voz que podría usarse para anunciar el whisky.
Angus mismo es una mezcla comparablemente inesperada de rasgos, un inocente sin gormen que aún podría tener cierto potencial como artista escénico a lo largo de Ian Curtis Lines (Oxenbould, un australiano que se convirtió en una estrella infantil internacionalmente conocida hace una década, es un actor a tener en cuenta).
Ogilvie, un neozelandés que ha trabajado mucho en Australia, ha tenido una carrera extraña, en su mayoría bajo el radar, combinando un temperamento furtivo con afición por los trucos. Tales trucos no están ausentes aquí, que van desde trucos visuales como cortes de salto y efectos de quemaduras de películas hasta la metáfora enrevesada aludida en el título.
Aún así, esta es la película donde Ogilvie muestra lo que realmente tiene en él. No tiene que saber que comenzó en la década de 1980 dirigiendo videos musicales para el sello Flying Nun de Christchurch, que recibe un agradecimiento aquí, para deducir que las partes de la historia de Angus deben ser autobiográficas.
Del mismo modo, no tiene que ser un experto en el período para reconocer que la película está repleta de detalles demasiado específicos para no ser precisos, incluidos muchos desconectados con el entorno punk, como la novela de Janet Frame de que el eventual compañero de banda de Angus ‘Kirsten (Nueva Zelanda Pop Benee) está leyendo detrás del mostrador del químico local.
También la cuenta autobiográfica por la cuenta de Ogilvie es el final, que presenta uno de los cambios tonales más extraños que puedo recordar. Su elección de salvar este desarrollo de la trama en particular hasta el último minuto tiene algo evasivo al respecto, pero igualmente, su negativa a hacer que Head South sea un entretenimiento sencillo de sentimiento sugiere que le queda algo del viejo espíritu punk.