Con el público principalmente en casa gracias a la pandemia, el juicio de los Estados Unidos contra Heard atrajo a tantos porque representaba una batalla judicial litigante de problemas mucho mayores que solo la difamación. “Con Depp vs escuchado … lo que comenzó como un divorcio de celebridades salaces se convirtió en una ocupación nacional, una que creó un cisma cultural y planteó preguntas controvertidas”, escriben Loudenberg y Wholyy.
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Los vampiros de Hollywood no redeliberan las preguntas planteadas por los juicios, pero enfatiza la dificultad de tener una visión de corte y seco de esta experiencia opaca legal, política, de celebridades y muy humanas. Donde la mayoría de los periodistas sobresalen es analizar el estado de Hollywood de la saga, demostrando cómo estas dos estrellas “representan (ed) problemas sociales complejos” que cautivaron tanto al público debido a las preocupaciones políticas cargadas que cada una llegó a encarnar o abogar.
Los detalles salaces encontrados en otros lugares, sin embargo, parecen cómplices de la cultura “vampírica” que el libro lo condena. Se incluyen muchos detalles de Tawdry que erosionan el impulso político de su “objetivo de complicar narraciones simplistas y suposiciones convenientes que han llegado a rodear la controversia de Depp vs Heard”. En particular, el episodio de caca en la cama está especialmente prolongado, con comentarios innecesarios incluidos como este: “Johnny estaba … solo obsesionado … por la caca. Mantuvo una foto con coro de color en su teléfono”.
Al final de los vampiros de Hollywood, el registro histórico de esta turbulenta épica de celebridades puede ser menos turbia y las ramificaciones políticas de los juicios mucho más agudos. Pero la crítica del libro de la “máquina de explotación de celebridades”, una alimentada por medios, dinero y poder nuevos y antiguos, resulta menos convincente cuando se disfruta tanta lujosa.