“Se llama a la Iglesia a dejarlo y ir a las periferias, no solo geográficas, sino también a periferias existenciales”. Jorge Bergoglio pronunció estas palabras en una sesión antes del cónclave que lo elegiría como Papa, el 13 de marzo de 2013.
América Latina no había tenido hasta la llegada de Francisco a un representante con tal poder de toma de decisiones en el Vaticano. Bergoglio, de origen argentino y descendiente de inmigrantes italianos, adoptó el nombre de Francisco y se convirtió en el pontífice 266 de la Iglesia Católica.
La llegada de Francisco no solo implicaba un cambio en el discurso de la iglesia en términos de temas hasta ahora tabúes en esas áreas, como la homosexualidad o los abusos cometidos por los miembros de la curia. En la política exterior, el Vaticano, bajo el mando de Francisco, adquirió una presencia notable en varios de los conflictos que parecían no tener solución.
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De alguna manera, Francisco regresó a la iglesia un alto perfil en las relaciones internacionales, ya que no sucedió desde el Papa Juan Pablo II. El terrorismo internacional, la crisis de los refugiados, el cambio climático y los conflictos internacionales históricos (como los de Corea del Norte y del Sur, Cuba y los Estados Unidos, Israel y Palestina, por nombrar algunos), todos los problemas fueron abordados por el Papa Argentino.
Sin embargo, su papel fue más allá de los pronunciamientos contra el “capitalismo salvaje”, de la pobreza causada por la “dictadura económica” que se llama así como la estigmatización de las religiones como más o menos violenta (en este sentido, el Papa dijo que, si se habla de la violencia del Islam, también debe discutirse en el nombre de otras religiones).
Se podría decir que su política internacional se centró en tres ejes principales: la paz entre las regiones en el conflicto, la crisis mundial de los refugiados y el cambio climático.
Diplomacia activa
Francisco medió para lograr un enfoque entre Cuba y Estados Unidos. Tanto Raúl Castro como Barack Obama reconocieron y agradecieron el papel del Papa para desbloquear las conversaciones.
Otro de los conflictos históricos en los que intervino el Papa fue el acuerdo de paz firmado entre el gobierno colombiano y las fuerzas armadas revolucionarias de Colombia (FARC). La disputa en este caso también tenía más de cincuenta años y había significado la pérdida de 220 mil vidas, además de los millones de desplazados afectados y forzados.
La crisis de refugiados y la “globalización de la indiferencia”
“Somos una sociedad que ha olvidado la experiencia de llorar, de ‘sufrir’. La globalización de la indiferencia”, dijo Francisco sobre el tema de los migrantes y los refugiados, algo recurrente en sus discursos y entrevistas. Así fue como habló cuando instó a los países europeos a encontrar un equilibrio justo entre el deber moral de protección de los derechos de sus ciudadanos y a garantizar la recepción de emigrantes.
En este caso, su discurso también fue al campo de acción. Como un intento de convertirse en un ejemplo a seguir, Francisco regresó al Vaticano de su visita al campo de migrantes en Lesbos (Grecia) junto con tres familias de refugiados sirios en 2016.
El gesto fue mucho más que un simple mensaje de su intención de darles la bienvenida. Es de la isla griega de Lesbos que miles de refugiados son deportados en el marco de un acuerdo muy criticado firmado entre la Unión Europea y Türkiye, cuyo objetivo es reducir el flujo migatorio a Europa.
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La crisis climática, en la agenda
Además de ser el santo de la paz, la austeridad y los pobres, San Francisco de Asís, a quien el Papa debía su nombre, es el santo de la pacificación entre el hombre y el medio ambiente.
En honor a esto, Francisco explicó en una encíclica una serie de argumentos para combatir el cambio climático, algo inédito si uno tiene en cuenta que esta era la primera vez que la mayor autoridad de la Iglesia Católica dedicó este tipo de documentos al tema del medio ambiente.
Uno de los principales puntos abordados en estas páginas fue que el cambio climático existe y es el resultado de la actividad humana. “El hombre es estúpido”, dijo sin dudarlo sobre aquellos que niegan la veracidad de este fenómeno.
Una visita que estaba pendiente
La idea de Francisco de que desde la periferia se ve mejor que desde el centro resultó en el diseño de sus giras internacionales.
Una de sus prioridades era Sudamérica. Durante sus primeros años, mientras Pope viajó a Brasil, Ecuador, Bolivia, Paraguay, Chile y Perú, aunque nunca vino a visitar Argentina.
Se especuló mucho sobre sus razones para no hacerlo. En una entrevista que conmemoró sus diez años a la cabeza de la iglesia, Francisco dijo que no había logrado visitar su país natal “por razones de la agenda”. “Quiero ir, espero ir”, dijo.
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Cualquiera sea la razón, la verdad es que Argentina miró al Papa como un argentino más, y para el mundo no lo fue.
Tal vez de nuestro “centro” no pudimos ver que el resto del mundo no era la periferia.









