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Un judío común

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Francia a punto de ser arrasada por los nazis, mayo de 1939. Y un mundo perdido se reunió para despedirse de un “escritor austriaco muerto en París”. Anarquistas, monarquistas, católicos, liberales y judíos errantes ante la tumba del santo bebedor, Joseph Roth. La justa parábola del escritor del siglo XX que describió la caída con las letras del siglo anterior, esas ruinas de la humanidad que arderían en el Shoa, como su familia en los campos de concentración y exterminio. Roth no vería este infierno tan temido, sino que se anunció en sus documentos en tránsito perpetuo. Ni el cantante Mendel de Job. Aunque los gusanos ya anidan en el futuro.

La recreación del mito fundador del Antiguo Testamento, especialmente en la religión del trabajo, un tzadik, un ejemplo de justicia y espiritualidad, pero también del estoicismo crítico y el nihilismo furtivo, es la propuesta de Roth, que mueve la acción de South Judea a los márgenes del emperador ruso, Zuchnov, en la prolenga de la Gran Greia Guerra. La verdad interior en lugar de la verdad documental, que puede ser reconstruida por la situación de los judíos orientales y la mitteleuropa de la primera parte del siglo pasado, en esta novela impulsa la trama dickensiana de Mendel Singer, obligado a cruzar los océanos rodeados de espectros y temores.

Roth, que viajaría incansablemente y pobre de Moscú a Berlín, llegando a la despedida de la tostada en las escaleras del Sena, anhelando el reconocimiento que nunca llega y ante los tres amigos de la leyenda bíblica, en una habitación llena de chinches y decepciones en Nueva York, su singer, “¿qué es un singish?

Estos no les gustan los autoritarios

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Significativamente en esta historia del escritor, la paciencia o, más bien, la impaciencia, se problematiza en sus dimensiones filosóficas. Aunque sin incurrir en devanes estériles, Roth pensaría en cualquier retorno intelectualizado, pero en ACT. Otro hijo del mismo imperio astro-húngaro, también influenciado por la gnosis judía y eso reutilizaría las parábolas o fábulas para cosechar el mundo moderno, ordenó quemar sus cuadernos quemar contemporáneamente sus cuadernos que señalaban el mismo agujero. Kafka argumentó que el mal contemporáneo era la impaciencia y que había un solo camino para la felicidad: creer en los mismos indestructibles y no esforzarse por alcanzarlos; Destrúyate y abandonate. Ese camino lleno de espinas y desviaciones puede viajar por las obras de Joseph Roth.

La noticia de Roth, en la era de la alienación y el terror máximo, que en Job presenta una promesa fantasmal en las páginas finales, cumple con las palabras de su buen continuador argentino, Edgardo Cozarinsky, “condenado, quizás protegido, por el alcohol, tentado por el catolicismo, un judío errante ha cumplido su misión. Se ha transmitido la leyenda”.

Trabajo

Autor: Joseph Roth

Género: novela

Otras obras del autor: Marcha de Radetsky; La leyenda del bebedor santo; Izquierda y derecha; La noche mil dos; Savoy Hotel; Confesión de un asesino

Editorial: Godot, $ 22mil

Traducción: Daniela L. Campanellli

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