El acto tradicional en Tucumán para el Día de la Independencia tomará este año en un clima opaco, marcado por las ausencias políticas y la suspensión de la vigilia programada para la noche del 8 de julio. A diferencia de la escena de la unidad proyectada en 2024, cuando el pacto de mayo se firmó en la misma casa histórica con el presidente del presidente Javier Milei y 18 gobernadores, esta época será muy diferente.
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Durante el martes por la tarde, Casa Rosada confirmó que el presidente no viajaría a Tucumán. La decisión se tomó después de recibir informes de CASA Military y la Fuerza Aérea que aconsejó volar debido a las malas condiciones climáticas. La intensa niebla, que ya había causado demoras y cancelaciones en vuelos comerciales, también terminó afectando la agenda oficial. El portavoz presidencial, Manuel Adorni, comunicó la suspensión alrededor de las 5:00 p.m.
El evento en la víspera del 208 aniversario de la Independencia será sin su protagonista principal y con una representación política limitada. Entre los pocos confirmados se encuentran el gobernador anfitrión, Osvaldo Jaldo, acompañado por sus compañeros de Jujuy, Carlos Sadir y Catamarca, Raúl Jalil, todos cerca del fallo nacional.
De Córdoba, la presencia del vicobobernador Myrian Prunotto permaneció en duda hasta la tarde. Por aire es difícil llegar a Tucumán, y su equipo evalúa alternativas terrestres.
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Las ausencias son abrumadoras. No serán Martín Llaryora, Maximiliano Pullaro, Alfredo Cornejo, Gustavo Valdés o los gobernadores peronistas más críticos del gobierno nacional, como Axel Kicillof, Gildo Insfrán o Sergio Ziliotto. La mayoría se excusó por razones presupuestarias o compromisos locales, aunque las tensiones políticas con la Casa Rosada también pesan.
El contraste con la foto del año pasado, que buscó mostrar consenso en todo el curso del país, es inevitable. Esta vez, la casa histórica se prepara para una celebración sobria, sin vigilia o presencia masiva, un reflejo de un contexto político menos alineado y más fragmentado.