Todos los seres vivos que solo Uhart podía ver

Una pequeña parte del universo es uno de esos libros que se estresan de manera efímera. En cada sección, casi en cada página, aparece una idea, una frase, una ocurrencia que capta la atención, y que sugiere, o sonriendo o incluso riendo. El título está tomado de Simone Weil, una frase que la propia Uhart subraya en los cuadernos: “Ser considerado simple y exclusivamente (mientras es fenomenal) como una pequeña parte del universo”. Los que rastrean el subrayado y lo toman por el título son Pía Bouzas y Eduardo Muslip, que eran amigos personales de Uhart, y que compilaron los textos que lo componen.
El libro transforma una especie de intimidad dos veces.
Primero, para el obvio cuidado y cuidado que Bouzas y Muslip pusieron en el trabajo de archivo y selección, en los comentarios, en las notas explicativas. Hace cuatro años se habían reunido en el amor, es una cosa extraña tres novelas, cortas e inéditas hasta entonces, que Uhart escribió entre los años ochenta y noventa. En el epílogo de ese firma al final de este otro libro, hacen una lectura crítica de los textos que encontraron y publicaron, y lo hacen leyendo en la Entelineas no solo del texto sino también de una presencia significativa: hablan de la biblioteca personal de Uhart, de los documentos que dejan en una placa, la forma en que encuentran manuscritos originales y seguidores.
Estos no les gustan los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Es por eso que molesta a quienes creen que son los dueños de la verdad.
En el prólogo de una pequeña parte, comentan sobre el título: “Convergen aquí la voluntad de análisis, una expresión muy personal y un tono especulativo que no escapa de la declaración contundente”. Esto reproduce la segunda ruta de intimidad en el libro: detrás de cada página se ve, no el artificio de la construcción de un autor, no las manías pretenciosas de la automatización, pero, mucho mejor aún, un temperamento.
Una voz, la historia de una voz, dicen Bouzas y Muslip. La voz, la voz en sí, pero también el registro de puntuación y agudo de las voces de las otras personas es una constante en estos textos: como preocupación ética y estética, y como se activa al momento de escribir.
En Leonilda, la segunda novela de El Amor es algo extraño, la protagonista es una mujer que deja el chaco rural en el que creció y se muda a Buenos Aires. Leonilda es la protagonista y narradora, y la construcción de su voz muestra un oído prodigioso. A veces hay destellos de ingenio: “Eso está embarazada porque Dios es genial, pero a veces está distraído”, dice un personaje. La voz de Leonilda siempre es una síntesis de Leonilda, y es en la voz del personaje que su personaje y el destino son tocados: “Los domingos fue cuando recordé a Antonio. Pero no me pasé a mí como cuando quería ir a buscarlo, porque me dolían las piernas. Qué pensamiento, cómo va a todas partes y uno permanece en el mismo lugar”.
En el viajero crónico, el oído captura el uso de diminutivos como residuos coloniales. En Ecuador, visita la Plaza de San Francisco y registra: “El sacerdote que oficia misa para hacer que los fieles repitan una canción dice: ‘Otro vecindario'”. Y en Perú: “Comencé a estar de acuerdo en las cosas de Arequipa, que ya había pasado, como cuando la recepcionista del Hotel Arequipa preguntó por teléfono:” ¿Un pequeño lugar para un pasajero que está solo? “
En una pequeña parte del universo se lee la misma agudeza. Hay una insistencia en la atención a los detalles todo el tiempo. Bouzas y Muslip dicen en el Prólogo: “La ‘atención’, que ‘salir de uno mismo’ toma la forma de una razón vital y estética obligatoria, razón para ser de arte para Weil y Uhart”. Escribir se ve bien, sobre todo, es augurar tu oído.
El libro se divide en cinco partes. Hay textos críticos, notas sobre filosofía, lecturas sobre la cultura griega, ensayos obligatorios literarios y un varios textos recuperados del archivo Uhart. Hay textos cuyo origen es oral: varias conferencias, un texto que fue escrito para ser leído. En todos los casos, sin embargo, los textos de Uhart parecen hablar. Y este no es un problema formal, no es una cuestión de estilo, o no es solo.
La voz de Uhart es una voz descentralizada. El profesor de filosofía durante más de una década, tuvo una consagración tardía. Quizás aparte de esto, sus textos dejan que sean despreocupados por lo que es un escritor, por ser el escritor. Desmite este lugar explícitamente cuando escribe: “No hay un escritor platónico general sino individuos particulares que, por mil caminos e historias de vida totalmente diferentes, han sido determinados en eso”. Pero también cuando escribe para que se seque: en la frase Uhart hay proximidad al lector solo porque deja los lugares comunes de ese deber y, en cambio, se le permite serlo.
Lo mismo sucede con sus formas de lectura. Hay un sistema: lecturas rigurosas sobre la Ilíada, sobre San Agustín, sobre el cristianismo como negativa de la cultura griega, revisiones sobre la literatura contemporánea y sobre los escritores liberales del siglo XIX. Pero también hay desviaciones y caprichos, una forma de leer que a veces es oblicua.
Es por eso que en la segunda sección, “Una historia personal de filosofía”, Sarmiento y Alberdi están en igualdad de pisos con Hume o Weil. En “olvidado”, dice: “También recuerdo al estadounidense O’Henry, que tiene la siguiente característica: es un buen escritor. Hay excelentes escritores, pero pocos muy agradables; uno entra en confianza con él tan pronto como lo lee”.
El libro, finalmente, muestra el entretenimiento de una escritura, el de Uhart, y también algunos de sus trucos y obsesiones. Hay recurrencias: Pavura contra los estereotipos, la preocupación por la oralidad, las figuras de Felisberto Hernández, de Juan José Morosoli, de Simone Weil. Formas de lectura, pensamiento y escritura: en la singularidad de estas formas se juega la perspectiva del universo de Uhart: un temperamento, el lugar del que miras con cuidado y hablas de cerca.
Una pequeña parte del universo
Auto: Hebe Uhart
Género: ensayo
Otras obras del autor: viajero crónico; Impresiones de un director de la escuela; Visto y escuchado; Animales
Editorial: Adriana Hidalgo, $ 19,500