El nuevo pontífice, Leo XIV, ya ha establecido una posición en temas que generan divisiones dentro y fuera de la iglesia: se opone al sacerdocio femenino, rechaza el matrimonio igual y cuestiona la perspectiva de género.
Desde su designación como el nuevo Papa, Leo XIV, el estadounidense Robert Prevosts, comenzó a delinear el perfil ideológico y doctrinal de su pontificado. Y lo hizo sin rodeos. En sus intervenciones públicas más recientes, dejó en claro que mantendrá una línea conservadora en torno a los debates sobre la sexualidad, el género y el papel de las mujeres en la iglesia.
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Uno de sus pronunciamientos más mencionados fue sobre el orden de las mujeres como sacerdotes: “Cryrice a las mujeres no necesariamente resuelven un problema, podría generar uno nuevo”, dijo, lo que descarta un cambio en la estructura jerárquica eclesiástica que ha reclamado muchos sectores católicos durante años.
Con respecto al igual matrimonio y las nuevas configuraciones familiares, también marcó la distancia: “Promover la simpatía por las creencias y prácticas que no están de acuerdo con el Evangelio, como el estilo de vida homosexual o las familias alternativas compuestas de parejas del mismo sexo y sus hijos adoptados, va en contra del orden natural”, dijo.
Su posición sobre la perspectiva de género fue igualmente categórica: “La promoción de la ideología de género es confusa, porque busca crear géneros que no existan”, dijo hace años cuando era obispo en Chiclayo, Perú, dentro del marco del debate sobre la educación sexual en las escuelas públicas.
Aunque acompaña a algunas reformas introducidas por Francisco, como acceso a la comunión para los católicos divorciados y se casó nuevamente, Leo XIV parece marcar un límite claro: no está dispuesto a modificar la doctrina tradicional sobre el papel de las mujeres, la sexualidad y la identidad de género.
Sus palabras ya han generado reacciones: los sectores conservadores aplauden la definición de la empresa, mientras que los movimientos católicos progresivos lo observan con preocupación. Así comienza un pontificado que, en estos aspectos, promete más continuidad que el cambio.