Habemus Papam dice el humo blanco de la chimenea más televisada del mundo. Desde un primer Francisco pasamos a un Leo XIV. Algo desde el movimiento hasta la tradición dice ese nombre. Robert Prevost, aunque es ciudadano norteamericano y peruano (un país en el que vivió 18 años) alinea trece papas predecesor que eligieron la misma referencia. Los gestos no lo dicen todo, pero piensan. Tendremos que esperar los hechos, que dicen aún más que palabras y símbolos.
Después de su partida al balcón, Leo XIV pide la paz por su querido “fratelli e Sorelle”. Así nos nombra: hermanos y hermanas, dejando los ecos de la encíclica de Francisco Fratelli Tutti en el aire de la Plaza del Vaticano.
Paz y hermandad. Hombres y mujeres contemplados en sus primeras líneas. Pero además, una referencia puntual a la paz deseada: que está desarmada y desarmada, y para la cual debemos buscar la perseverancia de un “Dios que nos ama a todos incondicionalmente”. Son palabras de misericordia y una fuerte inclinación a lo que la Santa Sede debe enfrentar en su política internacional: desarmar polos confrontados, grietas que separan los bloques al colisionar. El desafío y el discurso no están poco enfocados en una dirección deseable.
Estos no les gustan los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Es por eso que molesta a quienes creen que son los dueños de la verdad.
El segundo párrafo de esta presentación al mundo no es para sus familiares o los cardenales que lo llevaron al balcón. Leo XIV menciona al papa jesuita y argentino, Francisco, en la decisión franca de construir puentes con su predecesor: reunir, generar encuentro, unión entre las naciones en “un solo pueblo siempre en paz”. ¿Este pronunciamiento estará en una historia? Por ahora tendrás que poner algo de paciencia y esperar los hechos. La verdad es que después de muchos siglos, dos papas seguidas surgen de América.