El fiscal de instrucciones de Bell Ville, Isabel Reyna, fue denunciado por la Asociación de Gremios de Power del Power (AGEPJ) ante la oficina de resumen que depende de la Corte Superior de Justicia (TSJ). La presentación se formalizó en octubre del año pasado. Siete meses después de ese hecho, aún no se resolvió si una investigación administrativa se abrirá o no en relación con el magistrado, a pesar de los hechos graves expuestos.
En los últimos meses, Reyna adquirió notoriedad porque fue la primera en abrir la investigación para la desaparición del niño Lian Flores en Ballesteros Sud, pasado febrero. Sin embargo, sorprendentemente no dio entrevistas con los medios de comunicación y cuando se profundizó la operación de búsqueda, quien hizo declaraciones fueron el abogado Juan Manuel Delgado y la fiscal general adjunta Betina Croppi.
Uno de los aspectos contenidos en la queja a Reyna es la forma despectiva y discriminatoria con la que fue varias veces hacia la comunidad boliviana. Los datos adquieren una mayor relevancia si uno tiene en cuenta que el caso de Lian está a cargo. El niño pertenece a la comunidad de esa nacionalidad con sede en Córdoba.
A la luz del contenido de la presentación que se analiza en resúmenes, se entiende por qué se decidió integrar a un equipo de fiscales. Nicolás Gambini, fiscal provincial de Bell Ville se unió; El fiscal federal Virginia de Miguel, y el juez federal de la circunscripción, Sergio Pinto. Para la complejidad del caso, aún se desanimó, se agregan los problemas que rodean al fiscal.
Reyna fue nombrada en la oficina del fiscal de Bell Ville en 2018, después de competir por el puesto.
La supuesta violencia laboral comenzó poco después y se transponió más allá de las barandas. En noviembre de 2021, el Bell Ville Bar Association planteó una nota con quejas a la oficina del Fiscal General que señaló “la preocupación general” por “la impronta que el fiscal ha impuesto a la relación con abogados y abogados”. En esa carta, citan ejemplos como retrasos en procedimientos simples y la falta de respuesta a las solicitudes concretas. Como clímax, las autoridades escolares solicitaron que se tomen las “medidas necesarias para cesar” esas actitudes.
Desde la oficina del Fiscal General, instaron a Reyna a modificar los aspectos cuestionables de su comportamiento. También se organizaron transferencias del personal más afectado, pero a pesar de que la situación no cambió en lo esencial, afectando la provisión normal del Servicio de Justicia, como las autoridades judiciales reconocieron al perfil de Córdoba.
Algunos de los casos citados:
Todo culpable. Después de la nota de la Asociación de Abogados 2021, Reyna regresó de las vacaciones a un empleado y un funcionario que estaba bajo licencia y culpó a las deficiencias denunciadas por la entidad a todo el personal, advirtiéndoles que sus posiciones estaban en riesgo. Las presuntas víctimas describieron humillaciones y correcciones de sus escritos en público, entre otras cosas.
Gordofobia se refiere a un magistrado de la misma sede dijo: “Es un apestoso gordo que llega tarde al público”. Todos expresados en público.
Discriminación. Aquellos que la escuchan dicen que a menudo habla de “negros” en una forma despectiva o “rubia” para referirse a una persona que tiene problemas para comprender algo. “Te engañaron como empleado peruano”, dice cuando hablas de mentiras, naturalizando frases cercanas al acoso escolar. Cuando alguien le advierte que sus modismos pueden incurrir en prejuicios reprochables, lo desafía a denunciarlo “antes de los inadi, que ya no existe”.
Desprecio. Se produjo un episodio serio cuando una mujer de nacionalidad boliviana fue a la oficina del fiscal para denunciar el abuso sexual por parte de su hermano. Reyna, de acuerdo con la queja que se encuentra en resúmenes que esperan una definición, habría afirmado que no iba a investigar nada con el siguiente agregado: “Que se folla a nuestro país para usar nuestros hospitales”. Un empleado cuestionó sus dichos y ella le ordenó que se retirara de la oficina.
Víctima cuestionada. En otras investigaciones sobre violencia de género, donde una mujer había sido golpeada y atacada con un arma blanca por su compañero, la víctima era reacia a declarar. Los empleados, acostumbrados a tratar este tipo de casos, entendieron que obedecía el estado emocional de la mujer. Desde la unidad judicial se comunicaron con la oficina del fiscal para informar la situación y antes de esto, el fiscal habría indicado a los gritos: “Llevan a las patadas para declarar, ¿qué me importan los derechos de la víctima, aquí lo único que importa es que hay una presa de la persona”. Uno de los funcionarios finalmente hizo una declaración a la víctima, pero eso habría causado numerosas críticas al fiscal Reyna por haber sido “demasiado empático”. Tomó la causa y se la pasó a otro empleado.
Tratamiento de los niños víctimas de abuso. En una ocasión, Reyna recibió el comentario de que en un caso que no era de su enjuiciamiento se había planteado un enfoque porque en las declaraciones proporcionadas por un niño, aparentemente víctima de abuso sexual, cuando hablaba de los genitales masculinos, los designó como “Pichi”. Como resultado, Reyna habría impartido una instrucción a los empleados en los siguientes términos: “Vamos a torturarlos en la cámara de Gesell hasta que digan la palabra pene o vagina”. Quería señalar que no le importaban los derechos de los niños, pero que “la única forma de protegerlos es poner a los prisioneros a los violadores”.
En resumen, las propuestas sobre las cuales la oficina de TSJ Summario debe decidir consultar cuestiones primarias de acceso a la justicia, principios de no revictimización y cumplimiento de los derechos constitucionales básicos. Son de tanta gravedad que deben proceder más rápidamente, ya sea para su archivo o investigación.
Reyna está a cargo de una oficina donde asisten víctimas de crímenes de todo tipo.