¿Quién promovió los regímenes de co -participación de impuestos? El clamor de las provincias aparece en los libros.
¿Los gobernadores arrastraron la necesidad de su incorporación? La evolución de estos regímenes, desde el nacimiento hace 90 años, refleja una parcela de relaciones de poder y crisis económicas que obligaron a la nación a apropiarse de impuestos originalmente provinciales. Por lo tanto, surgió la co -participación: un mecanismo de coordinación que nunca logró equilibrar el federalismo.
El sistema constitucional de 1853 había planeado la separación de fuentes (Aduanas para la nación, impuestos internos para las provincias). Pero las crisis recurrentes y el crecimiento del estado llevaron a un modelo de concurrencia de facto, luego validado por el tribunal en el caso Mataldi (1927) y definitivamente consagrado en la reforma de 1994 (Art. 75 Inc. 2). Desde entonces, el transitorio se volvió permanente.
Estos no les gustan los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Es por eso que molesta a quienes creen que son los dueños de la verdad.
En esencia, la co -participación nació como la compensación obtenida por las provincias por renunciar, o más bien aceptar la fuerza de los hechos, la gestión de la recaudación de sus fuentes fiscales. Mientras que la nación los recoge, estos son recursos compartidos por ambos niveles. El régimen no distribuye esencialmente el poder, sino los recursos. Y en la práctica argentina cumplió dos funciones:
legitimar la apropiación nacional de impuestos fuera de la constitución y distribuir la recolección en un contexto de desequilibrio estructural.
El resultado fue una creciente dependencia provincial de las transferencias, lo que debilitó el federalismo real. Hoy que la tensión vuelve a la escena: las provincias discuten con la nación para el ATNS, para la recolección del impuesto de combustible, para la distribución de los recursos del cheque y el nuevo diseño de IVA que quiere imponer el gobierno; y también para la actualización de envíos para la co -participación. En todos los casos, la pregunta de fondo es la misma: ¿cómo lograr un esquema de coordinación fiscal que permite mantener un federalismo del siglo XXI, justo y equitativo?
Las transferencias a provincias crecieron 11.2% en julio, pero permanecen por debajo del promedio histórico
A ese antiguo dilema ahora se agrega una ofensiva del Congreso que abre una grieta en el “muro fiscal” construido por el ejecutivo en nombre del equilibrio presupuestario, por la fuerza de mayor discreción y centralización del gasto. Nos enfrentamos a una cicloogénesis institucional, una tormenta regulatoria en el cielo libertario, donde los intereses provinciales presionan por restaurar reglas claras de participación automática, sin discreción política y restaurar un verdadero diálogo federal.
Mientras tanto, desde nuestro presente pero arrastrados como barcos contra la corriente al pasado, seguimos haciéndonos las mismas preguntas:
¿Cuál es el sistema de coordinación fiscal más apropiado para un federalismo que enfrenta los desafíos del siglo XXI?
¿Cómo garantizar una unión indestructible de provincias igualmente indestructibles, con una participación justa de todos los niveles de gobierno y una distribución equitativa de los recursos?
¿Quién cocinará el banquete de la victoria? Cada diez años, un gran hombre. ¿Quién pagará los gastos? Tantas historias. Tantas preguntas.