En contacto con Channel E, el abogado constitucionalista, Alfredo Vitolo, analizó la situación institucional después del fallido nombramiento en la comisión de los jueces Arielijo y Manuel García Mansilla ante la Corte Suprema y señaló responsabilidades políticas al Ejecutivo y el Senado.
“Estamos en una situación sin precedentes en la historia argentina”, dijo Alfredo Vitolo, y explicó que, aunque políticamente la especificación fue rechazada, “la designación por decreto de la comisión era completamente válida”. Luego, dijo que el nudo legal es que “tenemos un juez designado correctamente cuyo acuerdo fue rechazado por el Senado”.
Ante la incertidumbre sobre la continuidad de Manuel García Mansilla, explicó que hay dos lecturas legales. “La mitad de la biblioteca dice que su función cesa automáticamente, y la otra mitad cree que tiene derecho a permanecer hasta el final de las sesiones ordinarias”, dijo.
Responsabilidad compartida entre el ejecutivo y el Senado
En los pasos a conocer después de la renuncia de García Mansilla, Vitolo fue claro: “Si se coloca la renuncia, lo normal sería que el presidente la acepte y la historia haya terminado”. La Corte Suprema, entonces, trabajaría con tres miembros “hasta que el presidente proponga nuevos pliegues y el Congreso los trata”.
Sin embargo, se inscribió directamente en el ejecutivo y al Senado por haber generado esta crisis. “Hay responsabilidades compartidas”, dijo. “El ejecutivo aparentemente no buscó ningún tipo de acuerdo e intentó imponer las especificaciones por la fuerza de los hechos”. Por su parte, el Senado “se sentó en los archivos desde agosto del año pasado” y “no discutió las especificaciones cuando el tema estaba habilitado en sesiones extraordinarias”.
El futuro político de la Corte Suprema
La reforma constitucional de 1994 estableció la necesidad de un amplio consenso para los nombramientos en la Corte Suprema. “Se requiere una mayoría especial de dos tercios, y eso obliga al diálogo político, que hoy no existe en Argentina”, dijo el abogado. “Lo que está roto es el diálogo. Hay monólogos en un lado y en el otro”, agregó.
En este contexto, destacó el riesgo de insistir en prácticas unilaterales: “La peor alternativa sería expandir el número de jueces judiciales y negociar nombres como si fuera un elenco político. Eso sería desastroso”. Como alternativa, declaró que “puede que tenga que vivir con un tribunal de tres jueces. Desafortunadamente”.