Las leyes recientemente dictadas por el Congreso de la Nación, que asisten a los derechos legítimos de los diferentes sectores de nuestra sociedad, nuevamente plantea la siempre compleja relación entre política y economía. Ahora, por primera vez, las medidas se sancionan, inexorablemente, recursos que la economía debe proporcionar.
Para el estudio de las sociedades humanas, las ciencias sociales necesitaban crear conceptos que detuvieran las diferentes relaciones entre el conjunto de actores que formaban parte de él; entre ellos aquellos que se refieren a actividades económicas y políticas. La economía que trata sobre la producción de bienes y servicios, mientras que la política tuvo que lidiar con el orden necesario para la coexistencia ciudadana. Sin embargo, un problema aparece cuando diferentes corrientes de pensamiento (influenciadas por valores e ideologías) no conocen la relevancia de una u otra de esas dimensiones: el funcionalismo (Parsons, entre otros) privilegio de la dimensión institucional de las sociedades; mientras que los autores que creen que interpretan a Marx dan un papel decisivo a la dimensión económica.
En el caso de las leyes antes mencionadas sancionadas por el Congreso Nacional, cae en una nueva disociación entre política y economía, en la medida en que estas leyes hagan uso de la institucionalidad política para incorporar nuevos derechos con un fuerte contenido social, pero que eviten considerar las medidas económicas esenciales para cubrir los gastos que se derivan, inexorablemente, de la realización de los derechos de los derechos que reconocen. La decisión de que, a pesar de conducir a emisiones monetarias que terminarán en desestabilizar las hiperinflaciones, no reciben críticas de los medios y los pensadores políticos en la medida en que comparten la creencia de que la política es ajena a las condiciones económicas. Pensó que fue explícitamente explícitamente, en una nota periodística, por un reconocido intelectual argentino (con capacitación en filosofía y cuestiones constitucionales) que argumentaron que la función de la política es crear derechos, y que los recursos necesarios para hacerlos efectivos, es una tarea de economistas.
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Volviendo a las leyes sancionadas por el Honorable Congreso Nacional (refiriéndose al reconocimiento de los derechos legítimos de varios sectores de la sociedad), el fracaso de no complementarlas con medidas dirigidas a la creación de recursos económicos para abordar esos derechos, menos comprensible se les da las obligaciones que nuestra constitucional nacional impone al Congreso. De hecho, el artículo 75 del mismo establece como “atribuciones del Congreso”, la de “proporcionar a los líderes del país … promoviendo la industria … la colonización de las tierras de propiedad nacional, la introducción y el establecimiento de las nuevas industrias, la importación del capital extranjero” … a la defensa del valor de la moneda, la investigación y el desarrollo científico y tecnológico … (y) proporcionan el crecimiento económico de la nación … “.”.
Como claramente se deduce de nuestra constitución nacional, el Honorable Congreso está lejos de ser satisfactorio, con sus deberes y funciones.
*Sociólogo.