El arzobispo de Mendoza y el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, Marcelo Colombo, se refirió a los desafíos de la Iglesia después de la muerte del Papa Francisco y el legado del pontífice supremo en nuestro país. “Argentina no puede darse el lujo de descartar, invisible, ignorar la prioridad de los pobres en cualquiera de las agendas y en cualquiera de los programas”, dijo en el modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Jai Radio (FM 96.3).
Marcelo Colombo es sacerdote, presidente de la Conferencia Episcopal Argentina en Trieno 2024-2027, Arzobispo de Mendoza, promovido por el Papa Francisco en agosto de 2018. Había sido obispo de Orán, en Salta y La Rioja, entre 2009 y 2013, respectivamente.
Primero me gustaría su reflexión general, y luego algunas preguntas que quiero hacerle sobre la suya.
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Bueno, es un día con sentimientos encontrados. No digo nada nuevo, porque interpreto tantos y tantos que sentimos el dolor de su partida como un cierto orfanato … y en todas partes, desde el lugar del creyente, la fe, la esperanza, a lo que ya nos alentamos tanto que creemos que creemos que es la forma de continuar existiendo y dando vida.
Marcelo, entrevistamos a diferentes personas a lo largo de hoy, y lo que nos queda es el legado de las ideas, la verdadera transformación. Hablamos con el arzobispo de La Plata, le hablamos, el arzobispo de Mendoza, hablamos el viernes con el arzobispo de Buenos Aires. Todos son jóvenes, por decirlo de alguna manera, relativamente con lo que los arzobispos eran normalmente antes.
En muchos casos, hasta 10 años menos que aquellos que ocuparon esos puestos antes. En el caso, por ejemplo, de la ciudad de Buenos Aires, 20 años más antiguo que Bergoglio cuando dejó el Arzobispado de Buenos Aires.
¿El papado de Francisco cambió para siempre? Es decir, el legado a través de las personas es desfavorable, porque es un cambio generacional y un cambio de perspectiva que permanece para siempre.
Creo que va más allá de las edades, porque hay personas de edad que son jóvenes y son capaces de grandes pasos, mucho valor y coraje. Pero es cierto que los gestos de Francisco han modificado no solo el estilo de la iglesia para Argentina, sino para la Iglesia Universal: en términos de sus prioridades, en términos de su deseo de estar presentes en esas periferias que, de alguna manera, eran antes de una mirada romántica.
Y que en Francisco se asumieron de una manera encarnada, concreta y visible, y con una presencia inmediata. Creo que esto es lo que nos deja, y esto es lo que no podemos olvidar: estar en aquellos lugares donde el dolor, el sufrimiento y el descartador tienen tanta predominancia, para que podamos ser hombres y mujeres de esperanza.
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Mira, tienes 16 años frente al arzobisualio, me parece, y allí fui con el tema, no solo de la edad cronológica, sino de la edad interna. Cuando tuve la oportunidad de hacer ese largo informe al Papa, preguntó cómo eligió a los Cardenales y los Obispos.
Y me dijo que a veces, por la noche, se levantó el día que tenía que decidir, y que cambió en el último momento. Y fundamentalmente enfatizó que la persona era joven de espíritu. En este sentido, como me marcó bien, que no tiene nada que ver con la edad cronológica, pero puede cambiar, que se alienta a cambiar, a no permanecer estratificado, consolidado en una piedra, sin seguir la evolución del tiempo. Intento que esta era la juventud de la mente a la que te refieres.
Sí, especialmente esta posibilidad de tomar pasos concretos, permanentes y constantes, en un sentido de mayor identificación con un sirviente de Cristo. Y en esto es necesario, además de una edad cronológica que a menudo le permite mejor, una apertura de estado de ánimo, la capacidad de dar ese paso con la generosidad. Lo vimos hasta el final. Lo vimos en él hasta el final.
¿Hay alguna posibilidad de regresar a una iglesia conservadora, Marcelo? ¿O es algo que esta evolución del tiempo deja una marca perenne, para siempre?
La iglesia siempre está reformando, en el sentido de que siempre se está abriendo a los nuevos tiempos y queriendo responder a los desafíos de Dios. Me imagino que siempre existe la tensión, o la tentación, de en algunos casos enfriar o mantenerse más tranquilo. Pero somos creyentes convencidos de que el significado, la orientación, es continuar caminando y continuar profundizando lo que Dios nos pide, y que a través de Francisco se hizo de una manera tan clara y programática.
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Él, por ejemplo, en esa conferencia, o en ese discurso que dio, creo que en Río de Janeiro había sido, cuando declaró que no quería que la iglesia fuera una ONG, pero que estaba abierto para adaptarse continuamente a las nuevas realidades. Lo que también llamó que tenía un olor a oveja, creo que crió, para ser pastores, para estar en la calle. Ese embarazo para siempre.
Creo que el mensaje de Francisco nos ha invitado a una conversión pastoral permanente: poder simplificar, aligerar, poder buscar, renovar los enlaces. Es una iglesia de personas, es una iglesia de llamadas, es una iglesia de enviados, en lugar de estructuras pesadas que a menudo obstaculizan una respuesta de tiempo o extienden esa respuesta. La idea de Francisco, para muchos de nosotros, es buscar, con la simplicidad con la que Dios hace las cosas, estar cerca de todos.
Percibo que Polonia cambió para siempre después de Juan Pablo II. ¿Crees que hay algo, casi te diría de esta manera de morir tan lleno, tan cargado de mensajes, como una especie de resurrección para decir adiós, y que al mismo tiempo … diga adiós a todos y no hayan venido a Argentina.
Siempre repito esa frase que “la mayor presencia es ausencia”. El padre muerto, dijo Freud, es el padre más fuerte de todos, porque el padre muerto es el que lleva adentro para siempre, como si él fuera el superyó.
¿Crees que hay un legado de Francisco, ya no me refiero a la iglesia, pero me refiero a Argentina como sociedad? Es obvio decirlo, Marcelo, que había una parte de la sociedad que resistió a Francisco, que no sé por qué creo que ya no se resistirá a él. Que en este momento hay una especie de unificación en algo que permanece para siempre.
Sí. Creo que, como sociedad, nos perdimos para ponerlo en el lugar preciso, que era el lugar de un Papa nombrado desde Argentina para alentar la fe del mundo. Creo que nuestra mezquindad, nuestras grietas, nuestras necesidades a corto plazo, como muchas veces, jugaron un mal pase.
Es por eso que creo que esto del mensaje, pensé solo cuando dijiste sobre el padre muerto, solo podía pensar en mi propio padre. Por el contrario: el padre muerto es el padre de la ternura, el padre que siempre se abraza.
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Pero supongo que deberías tener en cuenta a tu padre que muchas veces cuando estaba vivo, lo mejor que no lo vería …
Exacto.
Todos podemos contar más o menos la misma historia, que el padre muerto se vuelve hiperpresante. Ojalá eso sea lo que sucede en Argentina. Que el Francisco que ya no es hiperpresante y nos deja su legado en un cambio interno.
Sí, tenemos gestos, tenemos prioridades, tenemos una mirada llena de compasión, empatía, presencia de la iglesia donde nadie quiere estar. Creo que ese es el Francisco que Dios nos dio, y que para Argentina, además de ser un honor, es como un imperativo. Argentina no puede darse el lujo de descartar, invisible, para ignorar la prioridad de los pobres en cualquiera de las agendas y en cualquiera de los programas.
Agradezco este día, el arzobispo de Mendoza, presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, en nombre de todos los obispos de Argentina. Me gustaría darte los últimos dos minutos para que, en nombre de todos los obispos, hagas la reflexión que crees que es relevante.
Bueno, para todos los argentinos, en este importante momento de dolor y esperanza, les animo a orar una oración en el corazón, recuerde a Francisco con su mensaje vibrante y poder ser cada uno, en sus posibilidades, un instrumento de armonía, paz, de generosidad para todos los que nos rodean.
MC CP









