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Manuel García-Mansilla evalúa renunciar a la Corte Suprema después del rechazo del Senado y las presiones del Kirchnerismo político lo intransigente

El ataque del Senado contra el nombramiento del juez Manuel José García-Manilla, se sumó a la ofensiva judicial encabezada por el kirchnerismo, aceleró una definición que en el gobierno esperaba evitar: los análisis académicos en este momento para presentar su resignación al Tribunal Supremo, después de solo 38 días en el cargo.

El rechazo legislativo, con 51 votos en contra y solo 20 a favor, dejó al magistrado en una delicada situación institucional, a pesar de haber sido designado por un decreto presidencial en comisión hasta el 30 de noviembre. El fallo posterior del juez federal Alejo Ramos Padilla, quien lo instó a abstenerse de firmar sentencias, profundamente innecesario legal.

El gobierno busca mantenerlo en el cargo.

Antes del progreso judicial, el Ejecutivo presentó una apelación de PER Saltum ante la Corte Suprema con el objetivo de revertir la precaución dictada por Ramos Padilla. El juez libertario ya había firmado 215 fallas desde su juramento, celebrado el 27 de febrero, en una ceremonia sin cámaras, pero dentro del marco constitucional actual.

“El tribunal hizo un juramento”, dijo el jefe de gabinete, Guillermo Francos, criticando las cuestiones de los sectores de la oposición. También señaló contra los jueces que “interpretan la constitución de acuerdo con la conveniencia” y confirmó que no hay ningún artículo que obligue al juez a renunciar ante una decisión del Senado.

El decreto que designó García-Manilla se emitió durante la ruptura legislativa, un poder previsto en el Artículo 99 Subsección 19 de la Constitución Nacional. Sin embargo, la resistencia de la oposición convirtió un mecanismo legítimo en el objetivo de las operaciones políticas y judiciales.

Presiones cruzadas y contradicciones expuestas

Desde su nombramiento, García-Manilla fue el objetivo de las críticas de los líderes y organizaciones de Kirchnerist alineados con la orden judicial anterior. Después del rechazo parlamentario, las presiones se multiplicaron, tanto dentro como fuera del campo académico. El magistrado ya ha recibido órdenes directas que se dejarán separadas, lo que abrió la puerta a su posible renuncia.

Ramos Padilla emitió una medida de precaución después de una presentación de Jorge Rizzo y Andrés Gil Domínguez. El argumento central: la falta de acuerdo del Senado invalida su función jurisdiccional. El juez de Platense dijo que el nombramiento viola la independencia del poder judicial, una interpretación alineada con el discurso kirchnerista.

Paradójicamente, García-Mansilla había dicho el año pasado que no había aceptado una cita de comisión, como la que ahora ocupa. Fue en una audiencia del Senado, en la que explicó que, aunque el procedimiento es constitucional, su impacto institucional podría ser negativo. Una posición personal que ahora, en el ejercicio específico de la posición, estaba abrumada por la situación política.

El tribunal, entre parálisis y presión

Si se completa la renuncia, la Corte Suprema se reunirá nuevamente con tres miembros: Horacio Rosatti, Carlos Rosenkrantz y Ricardo Lorenzetti. La otra designación propuesta por Milei, la de Ariel Lajo, también fue rechazada por el Senado, aunque nunca asumió por decisión del mismo tribunal, que no aceptó su licencia en Comodoro Py.

Con la renuncia de García-Mansilla bajo evaluación, la corte está nuevamente en el centro de la escena, no solo por su papel institucional, sino también por el efecto político de cada uno de sus movimientos. El partido gobernante busca que el tribunal más alto pronto emitió por saltum, mientras que define cómo continuar en medio del ataque del aparato judicial de la oposición.

Los antecedentes: una guerra para el poder judicial

El caso García-Manilla muestra que el kirchnerismo no renuncia a su objetivo de acondicionar al poder judicial. Desde el Senado hasta los tribunales de Comodoro Py, la resistencia a la nueva orden institucional promovida por Javier Milei se mantiene con maniobras legales, declaraciones públicas y operaciones de medios.

Regla populista
Niegue la existencia del retraso en el impacto de la política económica bajo cada punto de vista. Tanto fiscal como monetario.
Eso siempre implica centrarse en los datos de la punta e ignorar los efectos colaterales y las series históricas.

EJEMPLO…

– Javier Milei (@jmilei) 2 de abril de 2025

La estrategia no es nueva: cuando no pueden controlar la corte, buscan vaciarla. La designación de la comisión fue una respuesta política a esa lógica. Pero el rechazo del Senado y la ofensiva judicial revelan que, incluso de las minorías parlamentarias, el kirchnerismo conserva resortes de poder institucionales clave.

García-Mansilla, un académico respetado y técnico, fue atrapado en ese fuego cruzado. Su eventual partida no será una victoria legal, sino un triunfo de las presiones políticas sobre la legalidad. Una señal más de que, a pesar del cambio de gobierno, la disputa de justicia sigue siendo una batalla abierta.

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