Se acerca el 2 de abril, un nuevo día del veterano de la guerra y con ella, la memoria viva de los hechos lucrativos pero heroicos que marcaron la gesta de Malvinas, que falló intento de recuperarse militarmente lo que nos pertenece.
Todo el país está en deuda con aquellos que arriesgan al ser humano más precioso: su derecho a la vida. Muchos lo perdieron por una causa superior y, en la mayoría de los casos, debido a una llamada vocacional que los llevó a adoptar la carrera de las armas.
Recibido a su regreso al continente, después de la derrota, la nación misma hizo poco esfuerzo para reconocer y agradecer lo que se hace, a pesar del resultado negativo del concurso, pero esta situación se estaba revirando a lo largo de los años.
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Las deudas se saltaron y pendientes con los veteranos de la Guerra de Malvinas
La deuda inicial con los veteranos de guerra es, día a día, se produce. Innumerables actos, museos, monumentos, eventos, libros, películas y conferencias recuperan el legado histórico de la Guerra de 1982 y los que lucharon allí. Se puede decir que, para la mayoría de ellos, la nación argentina les ha dado el reconocimiento, el tributo y el lugar histórico que encajan.
Pero hay otra deuda que no se ha resultado y es la preocupación de la desaprobación con la que todos los gobiernos desde el regreso a la democracia han tratado la situación compleja y difícil de la defensa nacional.
Argentina se ha convertido una vez más en la excepción que confirma la regla, el caso único, el camino contra lo convencional. Hemos sido el único país que, después de perder una guerra, está desarmado a niveles peligrosamente críticos para la defensa de su capacidad de soberanía y autodeterminación.
Regulación de la Ley de Defensa: Hoques y confusión
Muchos han sido las causas de esto: falta de políticas estatales en defensa; Rechazo durante mucho tiempo a todo lo que estará relacionado con los militares; la famosa y ridícula eliminación de las hipótesis de conflicto como base de planificación (como si el problema de Malvinas no existiera además de otras amenazas); la falta de presupuestos que asegurarán poder operar y mantener al menos una capacidad defensiva mínima; la destrucción de la industria de defensa; La notable reducción del número de tropas (sin esto se traduce en fuerzas más modernas, ágiles y poderosas, como dicen), y la posibilidad limitada de que nuestros soldados mantengan su conocimiento a nivel del estado del arte en el asunto. Estos han sido factores que deben ser reconsiderados con urgencia por cualquier gobierno que quiera posicionar a Argentina en el nivel que merece y puede.
Desde 1982, nuestras fuerzas armadas han visto una reducción de su capacidad militar. La mayoría de sus principales sistemas de armas son de los años 80, e incluso antes. Submarinos, destructores y Corvettes, aviones Pucará, Pampa y Hercules, el tanque mediano argentino (TAM) y SK 105, el Citer Towons y Autumm eficiente y arriesgando las vidas de quienes los atendieron. Solo recuerda el submarino de San Juan.
Es cierto que algunos de ellos se han modernizado, pero a través de procesos eternos, excesivamente costoso por el número reducido de unidades y en cantidades tan limitadas que la constitución de la organización mínima diseñada para operarlas de manera eficiente (TAM2CA2, A4AR, PAMPA III, helicópteros UH1H HUY 2, M 113 y otros). Y las adquisiciones realizadas no implican una recuperación importante de la capacidad de disuasión: la incorporación de un sistema de armas como el F16 implica un proceso de al menos 7 años hasta que todos los aviones y armamento estén disponibles, y hasta que tanto los pilotos como el personal técnico tengan una capacitación adecuada. A esto debe agregarse la incorporación de los sistemas de defensa aérea para proteger tantas bases como se esperaba, más medios terrestres para garantizar su seguridad y despliegue.
Las amenazas para la nación son efectivas y concretas, los ejercicios británicos en nuestras islas deben recordarnos
Replico las palabras del teniente australiano Mick Ryan, publicado en un portal de su país. Según Ryan, la defensa “será relegada al fondo en comparación con el costo de los alimentos y la electricidad en esta campaña electoral … lo que es una tragedia para Australia”. Y continúa: “A pesar de los esfuerzos de nuestras fuerzas … la falta de financiamiento, la mala priorización de las inversiones, el bajo rendimiento en el reclutamiento y, sobre todo, la falta de reflexión sobre las lecciones de la guerra moderna hará que la defensa de nuestra nación pronto entrará en crisis”.
Ryan reconoce esto a pesar del hecho de que su país está en un proceso de incorporación de sistemas de armas avanzadas, incluidos hasta cien generación tardía F35 (más de 900 mil millones de dólares) y hasta 12 ataque de ataque nuclear (entre 56000 y 65,000 millones de dólares).
Reconozco que la situación económica del país está a punto de ser el ideal, pero otros países, sin el potencial de nuestro y con economías en la peor situación, invierten lo necesario para garantizar una capacidad defensiva coherente.
Javier Milei y Victoria Villarruel realizarán actos separados por Malvinas
La defensa no puede ser un problema de marketing o declaraciones políticas vacías y carecer de contenido real. Debe asumirse con la seriedad y los recursos que preservan el país de las múltiples amenazas y agresiones que enfrentan todos los días, que van más allá del terrorismo, los ataques cibernéticos y el crimen transnacional. Estas amenazas son efectivas y concretas. Los ejercicios británicos en nuestras islas deberían recordarnos.
Esta es la otra deuda de Malvinas. Hacer todo lo posible para evitar que los que siguen hoy los pasos de los héroes de Malvinas, y el país en su conjunto, no tienen que arrepentirse de una nueva derrota.