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Los sobrepesos chinos en las costas argentinas amenazan la existencia de calamares y predice un colapso ecológico

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En las aguas del Atlántico del suroeste, una flota masiva de buques de pesca de calamar ilumina el horizonte nocturno con miles de poderosos focos, visibles incluso desde el espacio.

Sin embargo, esta “ciudad flotante de luces” oculta una realidad alarmante: una explotación no controlada de los calamares argentinos (Illex Argentinus), una especie clave para el ecosistema marino y la economía regional, que amenaza un colapso inminente. Esto es denunciado por un informe exhaustivo publicado hoy por la Fundación para la Justicia Ambiental (EJF), basada en datos satelitales, testimonios de la tripulación y expediciones en el mar.

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El estudio, titulado luces brillantes, perspectivas tenues: la necesidad urgente de abordar la pesca de calamares no en el suroeste del Atlántico para actuar como una crisis ambiental inminente, analiza el pico del calamar en el área conocida como “milla 201”, un área de alta calidad adyacente a la zona económica excluida (Ze) de Argentina.

Aquí, cientos de barcos de pesca con potras, principalmente chinos, taiwaneses y surcoreanos, interceptan calamares en su migración anual a sus áreas de alimentos y reproducción. Según el análisis de datos del Sistema de Identificación Automática (AIS) de Global Fishing Watch, entre 2019 y 2024 operaron en promedio 343 barcos Potter por año en esta región, con el 74.6% de la bandera china. Este número podría subestimar la realidad, ya que no todos los barcos transmiten su posición.

La expansión de la flota ha sido explosiva. Las horas de pesca en alta mar aumentaron un 65% en el período estudiado, casi completamente impulsado por los barcos chinos, cuya actividad aumentó en un 85%. En barco, el esfuerzo de pesca chino se duplicó, moviéndose de unas horas promedio por embarcación a más del doble.

Entre 2019 y 2024 operaron en promedio 343 barcos Potter por año en esta región

En contraste, dentro del Zee argentino, donde la pesquería está regulada y genera cientos de millones de dólares en ingresos, el esfuerzo es cuatro veces menor. “Esta área (Mile 201) está más allá de nuestra jurisdicción. Hay una falta de gobernanza en este espacio. Las flotas de pesca de agua lejana operan allí sin control o regulación, sin medidas de gestión o límites de captura, dirigidos a especies migratorias de nuestro Zee”, dice el Capitán Sergio Almada, de la prefectura naval argentina, en el informe.

El calamar argentino no es solo un recurso comercial, representa el 12.2% de la captura global de calamares en 2023, sino un pilar ecológico. Como especie de seno, ocupa una posición intermedia en la cadena alimentaria, que sirve como presa, focas, ballenas, aves marinas y peces comerciales como mero y atún. Además, actúa como “bomba biológica”, transportando nutrientes a través de sus migraciones de miles de kilómetros.

El informe Advierte que la sobreexplotación, combinada con el calentamiento global, que afecta la maduración y la abundancia de calamares, podría desencadenar un colapso de la población en cuestión de un año en condiciones ambientales adversas. Esto generaría efectos en cascada: una disminución drástica en los depredadores y las alteraciones en el ecosistema patagónico.

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Las tendencias en las capturas confirman la presión insostenible. Aunque las descargas totales de Calamar Argentino alcanzaron picos de más de 800,000 toneladas por año en la última década, muestran un patrón de auge y caída, con signos de declive en la captura por unidad de esfuerzo (CPUE), un indicador de abundancia.

Casi la mitad de la captura informada ocurre en alta mar, y dada la probable sub -registro, la explotación real es aún mayor. Dentro de Argentina, el Instituto Nacional para la Investigación y el Desarrollo de la Pesca (INIDEP) realiza evaluaciones científicas y aplica límites, pero la ausencia de cooperación regional socava estos esfuerzos. Ninguna organización regional de gestión de pesca (OROP) cubre esta pesquería, a diferencia de otras especies, como el atún, dejando el manejo en manos exclusivas de los estados de bandera.

Más allá de la crisis ambiental, el informe expone un panorama sombrío de abuso de derechos humanos. Basado en 169 entrevistas con la tripulación indonesia y filipina, la mayoría de las cuales trabajaron en barcos chinos, se documentan condiciones de alto riesgo de trabajo forzado.

El calamar argentino no es solo un recurso comercial, sino un pilar ecológico

Casi dos tercios (63%) de los barcos chinos identificados están vinculados a la violencia física o la muerte de los trabajadores. Los testimonios describen palizas, deducciones salariales arbitrarias, días excesivos de hasta 20 horas al día y amenazas de represalias. “Los capitanes nos golpearon si no cumplíamos las cuotas. Algunos murieron por el agotamiento o caen al mar”, informan varios marineros anónimos en el estudio.

Estos abusos están entrelazados con prácticas ilegales que agravan el daño ambiental. En más del 40% de los barcos chinos y el 20% de taiwaneses, la tripulación informó el asesinato intencional de las focas sudamericanas, protegidas por la ley taiwanesa, arrastrada a bordo de ganchos y cuerdas mientras aún vive. El aleteo de tiburones, prohibido en las regulaciones chinas y taiwanesas, se observó en más del 25% de los barcos chinos y al menos dos taiwaneses. Además, para evadir los controles, los barcos ocultan nombres y números de registro, contraventando las regulaciones internacionales.

El informe estima que los productos de esta flota, posiblemente contaminados por el trabajo forzado y las ilegalidades, llegan a mercados clave como la Unión Europea (UE), América del Norte y el Reino Unido. China, el productor mundial mundial en Calamar (un tercio del total global), exporta miles de toneladas de ilex argentinus congelado a estos destinos.

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“Sin acción urgente, vamos al desastre. El colapso de la sobrepesca y el clima presionan enormemente esta especie clave, mientras que aquellos responsables, principalmente de China, cometen abusos impunes con impunidad. Un colapso podría ocurrir rápidamente, con impactos en cascada en la vida marina”, dijo Steve Trent, CEO y fundador de EJF, en un comunicado de prensa.

El EJF, que hizo una expedición en febrero y marzo de 2025 junto al PNA para documentar estas dinámicas, insta a la colaboración regional e internacional. Entre las recomendaciones clave: establecer límites de captura basados ​​en la ciencia, implementar el monitoreo electrónico remoto y prohibir las importaciones vinculadas al abuso.

Además, el informe insta a los gobiernos a apoyar la carta global de transparencia de pesca, un marco de bajo costo para promover pesquerías legales, éticas y sostenibles. “Los calamares son vitales para la salud del océano y para las personas que dependen del mar para alimentos y medios de vida”, enfatizó Trent. “Los gobiernos deben actuar juntos para protegerlos, o arriesgar una catástrofe que reverberan más allá de estas aguas”.

Una flota masiva de recipientes de pesca de calamar ilumina el horizonte nocturno con miles de focos poderosos

Este informe llega en un momento crítico, cuando la demanda mundial de calamar crece 45% desde los años 90, impulsado por el agotamiento de otras especies y la expansión de flotas de agua distantes. Sin intervención, la pesquería del Atlántico del suroeste podría seguir el destino de colapsos similares en otras regiones, como el calamar del Pacífico Norte.

El documento, respaldado por datos de la NASA, FAO e Inidep, enfatiza que la sostenibilidad no es solo un imperativo ambiental, sino un derecho humano fundamental a un entorno seguro. Como advierte el informe, “todos los demás derechos dependen de esto”.

Cinco puntos clave del informe EJF:

– La sobreexplotación del calamar argentino: la flota de alta mar, dominada por barcos chinos (74.6%), aumentó su esfuerzo de pesca en un 65% entre 2019 y 2024, con un aumento del 85% en la actividad china. La presión de alta mar es cuatro veces mayor que en el Zee argentino, amenazando el colapso de una especie clave que representa el 12.2% de la captura global de calamares.

– Ausencia de regulación en alta mar: en la “milla 201”, no hay límites de captura o monitoreo científicos coordinados, a diferencia del Zee argentino, donde Inidep aplica una gestión sostenible. La falta de un OROP sufre esfuerzos nacionales y pone en riesgo el ecosistema patagágico.

– Impacto ecológico crítico: el calamar argentino es una especie de mama, esencial para delfines, focas, ballenas y peces comerciales. Su colapso, exacerbado por el cambio climático, podría desencadenar efectos en cascada, alterando la cadena alimentaria y los ecosistemas marinos.

– Abusos de derechos humanos: las entrevistas con 169 tripulantes revelan violencia física (63% de los barcos chinos), días de hasta 20 horas, deducciones salariales y alto riesgo de trabajo forzado, con casos de muertes debido a agotamiento o accidentes.

– Prácticas ilegales y crueles: más del 40% de los barcos chinos y el 20% de los taiwaneses matan focas sudamericanas protegidas; El aleteo de tiburones ocurre en más del 25% de los barcos chinos. Los productos vinculados a estas prácticas llegan a mercados como la UE, América del Norte y el Reino Unido.

(DS)

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