Al final de la semana social, la Conferencia Episcopal advirtió que el modelo económico actual no es suficiente para garantizar el desarrollo o la equidad humana.
Después de la peregrinación de San Cayetano, que incluía una marcha de gremios y movimientos, sociales de Liniers a Plaza de Mayo, la Iglesia se puso a distancia del gobierno de Javier Milei y advirtió sobre los efectos de su política económica: “El trabajo sin derechos no es bendición, es explotación”.
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“Insistentemente, hemos hablado sobre la necesidad de una economía con una cara humana. La política no debe sufrir la economía, ni es para la tecnocracia. El mercado, por sí mismo, no garantiza el desarrollo humano integral y la inclusión social”, dijo en el mensaje final para la semana social, preparado por la Conferencia Episcopal Argentina y el Pastoral Social.
Bajo esa premisa, el texto decía que “es imperativo que la política y el diálogo económico al servicio de la vida”. “Esto implica promover una economía que favorece la diversidad productiva y la creatividad para generar nuevos empleos”, ya que “el trabajo decente es el principal organizador de la vida social”.
“La falta de trabajo duele profundamente la dignidad de las personas y puede conducir al desánimo, al aislamiento y la pérdida de significado”, dijo y advirtió que “el trabajo sin derechos no es bendición, es explotación”.
Los obispos también cuestionaron la “cultura de descarte y globalización de la indiferencia” y reafirmaron la “opción preferencial para los más pobres” como una demanda ética y evangélica. Según el texto, “la desigualdad y la falta de desarrollo humano integral no construyen paz”.
Además, declararon que Argentina está pasando por “polarizaciones profundas” y llamaron a “organizar la esperanza” a través de un diálogo que prioriza el bien común sobre los “intereses sectoriales”.
Después de garantizar que la Iglesia Católica no pueda ser indiferente “dada la realidad de muchos hermanos en la pobreza y la exclusión”, los obispos pidieron participar en la solución.
“Que la sabiduría del diálogo, la misericordia que da la bienvenida y la alegría de la esperanza nos impulsa a involucrarnos y organizar como sociedad para tejer vínculos que hacen posible una patria con una verdadera amistad social y orientados al bien común”, concluyeron.