En el preludio de una nueva huelga colectiva que afectará a millones de pasajeros en el área metropolitana de Buenos Aires (AMBA), el empresario Marcelo Pasciutto, gerente del poderoso Grupo Dota, lanzó críticas duras del sistema de transporte actual y sorprendido de afirmar que el precio real del boleto mínimo debería ser “$ 1,500”.
“Este sistema es derrotado. Muchos más colectivos circulan de lo que necesitamos, en mal estado. Con los subsidios que recibimos, tenemos $ 600 por debajo de la unidad”, dijo Pasciutto en diálogo con Radio Rivadavia, dentro del marco del conflicto salarial que enfrenta las cámaras comerciales con el Guild de UTA (sindicato automotriz de Tram), que invitó a una medida de la fuerza a partir de la noche.
Según el empresario, el sector está pasando por una de las peores crisis en su historia, causada por la falta de planificación estatal y un sistema de subsidios que ya no alcanza. “Hay muchas compañías vacías, con unidades que tienen más de 10 o 15 años. Eso es ilegal, porque la ley nacional de transporte marca un máximo de diez años”, denunció.
Pasciutto también reconoció que los salarios de los conductores “eran muy bajos” y señalaban la gestión anterior del Gremio: “Durante el último gobierno, el sindicato no acompañó ninguna medida para actualizar los salarios. Ahora estamos pagando las consecuencias”.
En cuanto a la modernización del servicio, el gerente propuso un giro estructural: “Debe cambiar todo el esquema. Apuesto a los grupos de gas, aunque cuestan más al principio. Pero cada vez que el transporte oficial cambia, la estrategia cambia, y eso hace que cualquier inversión a largo plazo no sea inocible”.
En la negociación planeada para hoy, Pasciutto no era optimista. “Es inusual discutir un aumento de $ 40,000 cuando la brecha entre lo que ofrecen las empresas (9%) y lo que se solicita el UTA (80%) es abismal. Por lo tanto, no hay forma de estar de acuerdo”, concluyó.
Con la huelga de grupos a la vuelta de la esquina y sin señales de resolución claras, millones de usuarios de AMBA serán rehenes de un sistema colapsado, mientras que los empresarios y sindicalistas aún no encuentran un punto de reunión.