Indec cambia la forma de medir la inflación: ¿Cuál es la nueva metodología?

Un año después de anunciar que el Instituto Nacional de Estadística y Censo (INDC) trabajó en una metodología diferente para medir la inflación, el Gobierno de Javier Milei finaliza los detalles para lanzar el nuevo índice que contempla una canasta de consumo más en línea con los tiempos que se ejecutan. La idea es que el indicador vea la luz en los próximos meses, aunque aún no hay una fecha definitiva.
Durante su presentación en el Congreso de la Nación, el jefe de gabinete, Guillermo Francos, confirmó la información que había anticipado el perfil en febrero: Indec ingresó al tramo final de la preparación del índice de precios al consumidor (CPI) actualizó y pulió los últimos elementos técnicos.
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Indec cambia la forma de medir la inflación
“El Ministerio de Economía informa que INDEC terminó en el mes de marzo de 2025 todos los desarrollos técnicos y metodológicos del nuevo IPC, así como las consultas y pruebas técnicas del nuevo índice para su implementación”, dijo Francos.
Después de esa trama, el funcionario nacional señaló que “el Instituto continúa realizando el análisis técnico en torno a la estabilidad de los precios” para “garantizar el cumplimiento de las recomendaciones internacionales y garantizar que las modificaciones no se introduzcan en períodos atípicos”.
Ante las preguntas descargadas por el sindicalismo en relación con la veracidad de los datos mensuales reportados por el cuerpo presidido por Marco Lavagna, de la USINS del partido gobernante, destacan que el nuevo parámetro está esperando las garantías institucionales para llevar a cabo la campaña de conciencia y alfabetización, dos fases técnicas de desarrollo.
En la actualidad, el índice de precios se rige bajo los preceptos de una canasta de bienes y servicios establecidos en 2004. Dos décadas después, el consumo de los habitantes experimentó cambios significativos que no se reflejan en el IPC actual. La modificación más sensible es el uso de teléfonos inteligentes, Internet y todos sus derivados.
De hecho, la actualización metodológica se basará en los resultados de la Encuesta Nacional de Gastos del hogar (ENGHO) llevada a cabo en 2017 y 2018, reemplazando así el modelo actual, que todavía se basa en los datos recopilados hace más de dos décadas y eso ya no refleja las costumbres del consumo contemporáneo.
La metodología contempla un cambio en la estructura de la muestra y en la ponderación de los bienes y servicios del Engo. Desde 2004, el indicador alivia 320,000 precios a 16,700 informantes. Desde la implementación del nuevo sistema, las encuestas escalarán a 500,000 precios de 24,000 establecimientos que proporcionarán información estadística.
Según Indec, el propósito de la encuesta “es obtener información sobre los gastos e ingresos de los hogares y sus características sociodemográficas”. Esta encuesta permite caracterizar las condiciones de vida de los hogares, principalmente en términos de acceso a bienes y servicios e ingresos.
Al mismo tiempo, sirve tanto para el cálculo de los pesos de IPC como para optimizar las estructuras de las canastas de bienes y servicios utilizados en la elaboración de las líneas de pobreza e indigencia. También se utiliza para estimaciones de cuentas nacionales y diseño de políticas públicas.
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“El índice de inflación se lleva a cabo con la base de una canasta que refleja lo que consumimos los argentinos. Los hábitos han cambiado y la canasta que estamos usando es un poco antigua. Es apropiado actualizarlos. Es una discusión técnica que se realiza en todo el mundo y para esto estamos trabajando con el Fondo Monetario Internacional (FMI)”, dijo Lavagna hace casi un año.
Esta dinámica se refleja en las diferencias presentadas por las mediciones nacionales de inflación y en la ciudad autónoma de Buenos Aires. La segunda toma la canasta actualizada por Indec en 2018 y pesa más servicios que bienes. En otras palabras, los segmentos como la telefonía móvil, el transporte o el gas, los aranceles de luz y agua tienen una mayor incidencia en el indicador de Buenos Aires que en el global.
Con el objetivo de evitar sospechas en el uso de los índices, el economista experimentado Juan Carlos de Pablo, cerca del presidente, propuso que la entidad estadística de conocer a ambos IPC, ambos en 2004 como en 2018, durante unos meses. De esta manera, el equipo económico disiparía el manto de sospecha de manipulación sembrada por una porción de sindicalismo.
Inflación “latente”, una pista del nuevo índice
En febrero, cuando la inflación tocó un piso de 2.2% en la era de Milei, un grupo grupal de la Confederación General de Trabajo (CGT) y el centro de los trabajadores de Argentina (CTA) difundieron una declaración en la que aseguraron que las estadísticas oficiales “son un dibujo”. Entre las quejas, los sindicalistas comentaron que el indicador “no refleja el aumento efectivo en los bienes y servicios que enfrentamos cada mes”.
Al mismo tiempo, advirtieron que “los datos de inflación no coinciden con el impacto en nuestros bolsillos”. En este sentido, exigieron la actualización de la metodología de medición y argumentaron que “la mayoría de los especialistas están de acuerdo en que hubo un retraso cercano al 15 por ciento (contra los salarios) entre los datos oficiales y la inflación sufrida en 2024”.
Si bien existe un consenso entre los economistas de que el IPC 2018 habría marcado una dinámica de precios más alta a lo largo de 2024, la verdad es que la diferencia no es tan significativa. De hecho, en los últimos meses se acortó esa brecha hasta que prácticamente se revirtió en términos mensuales.
Esto fue explicado por el investigador de Torcuato di Tella, Martín Rozada-González, quien calcula la “inflación latente” mes a mes con la canasta Engo 2017-2018. “En marzo de 2025 fue impulsado por el 3.6% por alimentos y bebidas no alcohólicas. Este es el primer mes desde enero de 2024 en el que la inflación latente es menor que la medición oficial (3.7%)”, dijo el especialista.
Sin embargo, la variación interanual del “latente” continúa por encima del oficial: 63.7% versus 55.9%. Es decir, una diferencia de 7.8 puntos porcentuales. Esta divergencia estadística se explica por las tasas de precios de tres de las divisiones de la canasta: vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles, alimentos y bebidas y transporte no alcohólicos.
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