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Carlos álvarez teijeiro *

Hoy 01:50

As much or little that weighs us, and in a good time to this part, the click seems to have become the emblematic gesture of the digital society, in its inclement paradigm, a microaction that condenses all the logic of technocapitalism, not a simple mechanical movement, as it might seem at first sight, but a true power device that completely reconfigures our existential experience, and this as the culmination represents the culmination of a process of Reduction of the rich La complejidad humana a una decisión binaria impuesta caprichosamente: sí o no, como o no me gusta, incluir o excluir.

Por lo tanto, el clic ético actual suprime cualquier área de indeterminación, lo elimina por completo, porque la negatividad, ese espacio profundo para la reflexión y la duda, se erradica a favor de la inmediatez absoluta y sin restricciones, en el que cada clic es un acto de consumo instantáneo, una forma de comunicación que dispensa con la profundidad del lenguaje: no se trata de comprender, sino de reactar; No para diálogo, sino para seleccionar.

De esta manera, en las redes sociales cada vez más omnipresentes, el clic se convierte en la única forma de reconocimiento ya que la existencia digital, la única que cuenta, se mide en clics, me gusta, acciones y el sujeto digital no existe correctamente si no está validada por esta rigurosa e implacable economía de atención: la identidad se construye como un perfil optimizado permanentemente.

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Como consecuencia de todo lo anterior, la velocidad del clic lo hace imposible e incluso destruye cualquier esperanza de contemplación. Por lo tanto, la información no se procesa, se consume, y el tiempo de la reflexión termina reemplazado por el momento del rendimiento, en el que cada segundo no productivo es una pérdida, la productividad asociada con la conciencia de que el clic permite la ilusión de una participación total, de una conectividad sin límites, mientras que en realidad produce un vaciado de la experiencia.

La intimidad también fue colonizada por la ética de clics. Las relaciones se reducen a decisiones instantáneas sobre el deseo por el otro, desde el momento en que el amor se convirtió en un algoritmo, una serie de elecciones binarias en las que la complejidad del encuentro es completamente eliminada, eclipsada: fiel a los principios de la productividad mercantilista, la seducción fue reemplazada por la selección eficiente.

Sin embargo, y frente a todo lo anterior, es posible proponer un clic ético alternativo, un aspecto que requeriría recuperar la interrupción, la capacidad de desautomatizar nuestra experiencia digital, no eliminar el clic, pero para devolver su potencial crítico, su capacidad para generar una distancia, un clic que no es un acto de consumo, sino un momento de suspensión, de extraño a lo que se le da.

De esta manera, el clic real no sería una decisión, sino una pregunta; No es un acto de selección, sino de apertura, un clic que nos permite reclamar la complejidad de lo real, que interrumpe el flujo de información instantánea para permitirnos pensar en la profundidad por un momento, suspender el tiempo y existir de manera intensiva más allá de la lógica binaria del rendimiento digital materialista.

*Profesor de Ética de la Escuela de Comunicación de Comunicación Postgrado Escuela de la Universidad Austral.

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