Dos edificios ubicados en la ciudad de Buenos Aires, CiADadela, son el epicentro de un brote de fiebre tifoidea que ya ha afectado a 15 vecinos. Las investigaciones preliminares de salud apuntan a la contaminación de los tanques de agua, suministradas con agua de pozo. Desde el municipio evalúan medidas para garantizar el acceso seguro al agua potable.
En Ciudadela, a pocas cuadras del general Paz Avenue, se confirmó un brote de fiebre tifoidea en dos edificios contiguos en la calle San Ignacio en 700. Ambos edificios, que totalizan 70 departamentos y comparten tanto el propietario como un sistema de suministro de agua por bombeo de un tanque en las terrazas, tienen en común qué, hasta ahora, se presume como el único origen común de la contención.
El Ministerio de Salud del Municipio de Tres de Febrero confirmó que los tanques de los edificios contienen agua contaminada, aunque los estudios sobre el tipo de bacterias encontradas aún están en curso. Silvia Marangoni, directora del área, explicó que las primeras pruebas muestran la presencia de microorganismos, por lo que el consumo de agua es aconsejable hasta que se avise. “Pueden usarlo para higiene, pero no para cocinar o beber”, dijo.
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Casos confirmados y transmisión bacteriana
Entre los casos informados, se encuentran los dos nietos de Susana Morales, de 21 y 10 años, ambas internadas en el Hospital Vélez Sarsfield con diagnóstico confirmado de fiebre tifoidea, causada por la bacteria Salmonella typhi. Esta bacteria se transmite a través de agua y alimentos contaminados. Los vecindarios también informaron síntomas similares, como fiebre alta y descomposición, y tuvieron que recibir atención médica ambulatoria u hospitalización.
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Según Cristina Freuler, jefe del departamento de medicina interna del hospital alemán, una persona infectada no necesariamente tendrá síntomas. “Puede ser portador de Salmonella en el intestino y no presentar ningún síntoma. Si esa persona va al baño y no se lava las manos, puede transmitir las bacterias a otras personas si manipula alimentos. Es esencial, en todos los casos, el lavado de manos después de ir al baño, especialmente aquellas personas que preparan o sirven comidas, por ejemplo, en los restaurantes, el profesional había explicado.
En ambos edificios, también hay mujeres que cocinan y venden alimentos para tener ingresos. Uno de ellos, que prefería no decir más, preocupado de que los vecinos hubieran dejado de comprarlo para el brote, que han sido de unas ocho semanas.
Los edificios, uno de ellos aún sin terminar, fueron construidos por el mismo propietario, hoy fallecido. Según los vecinos, el suministro de agua potable de la red solo llega a algunas unidades de la planta baja, mientras que el resto depende de los tanques alimentados por el pozo. A pesar de las advertencias anteriores de la compañía AYSA, que había instalado acciones u obstáculos en conexiones no autorizadas, la situación permaneció sin una resolución definitiva.
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“Hace tres días lo sacaron. Parece que había un acuerdo para no poner más de las acciones”, compartió uno de los vecinos con el periódico La Nacia. Sin embargo, de la compañía señalaron que “las conexiones están en funcionamiento con buen flujo y presión. No hay un corte de suministro ni acciones mucho menos”. También explicaron que se tomaron muestras de agua allí y “se corroboró que, en la altura de la línea municipal, el agua está dentro de los parámetros de calidad correspondientes”.
Preocupación y información errónea entre los vecinos
Entre los vecinos hay una fuerte preocupación e información oficial deficiente sobre la situación. Todos son conscientes de la muerte de un vecino del tercer piso y el delicado estado de salud de su hijo, ingresado en el mismo hospital que otros afectados. Sin embargo, la principal inquietud en estos días es el acceso al agua potable: muchas familias deben trasladarse a un grifo ubicado en un bloque, depender de la distribución de un camión tan tanque AYSA o recurrir a la compra de tambores.
Andrea Álvarez, otro de los vecinos, dijo que su hermano de 28 años necesitaba tratamiento, pero era ambulatoria. También se sintió “muy mal” y los síntomas fueron los mismos en los 15 vecinos que se enfermaron, dijo. Unas pocas fueron hace unas semanas por una incomodidad general para un centro de salud del vecindario cerca del hospital Posadas, pero la mayoría cruzó los hospitales de Buenos Aires.
“Hay ocho horas de retraso para asistir”, respondió Morales, con molestia, cuando se le consultó por qué no eligieron ir al Hospital Ramón Carrillo, desde Ciudadela, a mitad de camino. “El Carrillo acaba de enterarse de que aquí hay un brote de fiebre tifoidea”, lanzó Álvarez a su lado. Otro joven, de poco más de 20 años, es admitido en el Sanatorio Nuestra Señora del Pilar, de esa ciudad de West Buenos Aires.
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Dentro de los edificios, las familias dejaron de consumir agua de los cuerpos. “Es lo que nos dicen sobre el municipio y la provincia lo que habría causado el brote porque es lo único que tenemos en común”, dijo uno de los vecinos.
En el edificio que está habitado pero aún sin terminar, una bomba instalada en la planta baja extrae agua de pozo de una profundidad de aproximadamente 8 metros. Según los vecinos, ese sistema funciona con electricidad medida por Edenor, cuyo consumo afirma pagar. Hasta ahora, no se ha realizado ningún análisis de alimentos.
Mientras tanto, en el Instituto Malbrán, recopilan si las bacterias aisladas de las muestras de pacientes coinciden genéticamente con cepas aisladas en otros países de la región, como Perú, ya que hubo personas que viajaron recientemente en el edificio. Buscan si hay alguna relación con este brote, entre las diversas hipótesis de investigación epidemiológica.
La situación también expone un problema estructural de acceso a servicios básicos en áreas densamente pobladas del Conurbano. “Es común que en el AMBA las napas estén contaminadas por pozos ciegos, dumping o la proximidad con los cementerios”, dijo Lucila Valera, agrónomo del Consejo Profesional de Ingeniería Agronómica. Agregó que hirviendo agua de pozo no garantiza su potabilidad: “Incluso puede concentrar contaminantes físicos y químicos como nitratos y nitritos”.
Mientras tanto, los vecinos expresaron su preocupación por la falta de información y el acceso a soluciones inmediatas. Desde el municipio prometieron intervenir el lunes con una nueva conexión directa con la red AYSA y la limpieza y cancelación de los tanques actuales.









