El alcalde de Taco Pozo, Carlos Ibáñez, estaba más comprometido con el caso judicial que investigaba una red de fraude con pensiones no contributivas para la discapacidad. La apelación de la Cámara de Resistencia Federal rechazó la apelación de defensa y confirmó el procesamiento del jefe de la comunidad sin detención preventiva, mientras ratificaba las acusaciones contra su hija, Gabriela Ibáñez Gelabert, y otras siete personas de su entorno político.
La investigación, realizada por la Oficina del Fiscal Federal de Sáenz Peña, argumenta que durante años una estructura orientada a simular situaciones de discapacidad para acceder a los beneficios de pensión trabajados en Taco Pozo. El Ministerio Público describe una operación sostenida en el tiempo, con la participación de médicos, funcionarios y personal municipal, todo coordinado del ejecutivo local.
En la resolución judicial, el Cam Comeists Rocío Alcalá y Patricia Beatriz García hablaron sobre una “confusión ética entre el público y lo privado”, y mencionaron las etapas de la investigación como la falta de transparencia estatal como un elemento clave del esquema. Para la justicia, el papel de Ibáñez no era marginal: lo señalan como organizador de una asociación ilícita y responsable de múltiples delitos, incluido el fraude al estado, la falsedad ideológica y el incumplimiento de los deberes de un funcionario público.
El archivo revela que, entre 2021 y 2023, en un municipio de solo 10 mil habitantes, se procesaron más de 600 pensiones de discapacidad, una cifra desproporcionada incluso para los estándares urbanos. Según los fiscales, se inventaron las discapacidades, los diagnósticos se adaptaron y, en muchos casos, los controles médicos ni siquiera se realizaron.
La maniobra tenía propósitos políticos: se pidió a los beneficiarios por una pequeña suma de dinero para iniciar el proceso, pero el objetivo real era consolidar una base de apoyo electoral. En el caso, hay testimonios que indican que el alcalde mismo decidió “quién estuvo de acuerdo y quién no” las pensiones, dependiendo de su afinidad o lealtad política.
Uno de los datos más comprometedores surgió de una búsqueda en la casa de un colaborador médico del hospital local. La mujer, una profesional de un profesional que firmó los certificados, intentó descartar cuadernos y pendrives con información confidencial. Había listados de personas, claves de seguridad social, patologías inventadas y cantidades cargadas o prometidas.
Si bien el tribunal confirmó el procesamiento de Ibáñez y su círculo más cercano, también resolvió revocar el procesamiento del director del hospital, Miguel Ángel Bilinski, debido a la falta de mérito. La oficina del fiscal había argumentado que su papel era central, pero los jueces consideraron que los elementos reunidos hasta ahora no alcanzaron la acusación contra ellos.
La operación involucró al municipio, el hospital rural, la delegación de INSSEP, la oficina local de ANSES y los procedimientos ante el Andis (Agencia Nacional de Discapacidad). Todo funcionó en una red: desde la preparación de certificados de trucha hasta la validación de datos sociales. El daño económico al estado aún no se cuantificó, pero se estima que es un millonario, teniendo en cuenta que cada pensión implica un pago mensual con retroactivo. A pesar del procesamiento, Ibáñez continúa actuando como alcalde, una posición que ha sido ocupada durante más de dos décadas.