Alertó en una columna anterior sobre el peligro de naturalizar, de aceptar como normal que una persona, un albañil, empleado del banco, emprendedor, maestro, periodista o presidente de la nación, vomita todos los días insultos, denunciados, ataques verbales contra cualquier persona que se atreva a pensar de manera diferente o criticar cualquiera de sus acciones.
No es normal, no debe naturalizarse, es necesario actuar contra esa conducta con los medios disponibles y sin recurrir a los mismos recursos. Es mejor comentar con ironía, dijo un escritor en estos días. Ironía, humor, sarcasmo. Es el camino, pavimentado lo más posible con aclaraciones y negaciones.
El discurso furioso del presidente resultó en en estos días en acciones concretas sobre algunos de sus críticos. Hasta el punto de llevarlos a los tribunales para comprender que han contaminado su buen nombre y honor. Recurso típico de aquellos que carecen de argumentos para hacer de debate un ejercicio civilizado. Quiero detenerme en uno de los casos porque el juicio del presidente y los comentarios verbos (con adjetivos similares a los utilizados por el Sr. Milei) de los seguidores de sus fanáticos, pusieron a la periodista Julia Mengolini en una situación más que difícil. Debo confesar que no me gusta la forma en que la Sra. Mengolini ejerce esta profesión.
Estos no les gustan los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Es por eso que molesta a quienes creen que son los dueños de la verdad.
Dijo que el Sr. Milei está enamorado de su hermana. Eso es todo. Los mencionados y sus secuaces tomaron el piso enamorado de atacarla con municiones gruesas. Y otorgaron en el término una connotación sexual que, en mi opinión, no tenía.
¿Qué se está enamorando? ¿Tiene necesariamente un componente de la atracción sexual que, en el caso de dos hermanos, podría ser al menos cuestionable?
Para la psicología y el estudio de las relaciones interpersonales, es “un estado emocional caracterizado por una fuerte atracción hacia otra persona, que genera alegría, entusiasmo y un profundo deseo de cercanía”. ¿No es eso exactamente lo que define la relación entre los hermanos Milei? “Este sentimiento influye en la emocional y física, y afecta la forma de pensar, sentir y actuar. Desde el punto de vista biológico, Enamorarse activa el sistema de recompensa cerebral y provoca la liberación de dopamina, que genera placer y motivación. En él, el hipotálamo también interviene, que regula las respuestas fisiológicas relacionadas con el deseo y la attracción”.
Debo señalar que esta definición puede estar en relaciones con niños, nietos, hermanos, padres, en resumen. Y también en parejas, pero con un poder mayor que el de atractivo sexual. ¿Significó este Megolini? Cuando habló de enamorarse, ¿incluyó la atracción sexual? Si sus palabras se toman literalmente, no surgen tal conclusión.
Es conveniente, estimo, continuar el análisis de este caso desde otro ángulo.
El Sr. Milei y su hermana, Miss Milei, profesan un amor fraternal indudable, tan poderoso que condicionan sus comportamientos políticos y personales.
Para el presidente, su hermana es “el jefe”, es decir, el verdadero propietario de las decisiones. Su palabra es ley y sus acciones no son cuestionadas. Nadie más que ella reconoce como una fuente de sabiduría y capacidad operativa, en sus decisiones él radica en una buena parte de las políticas que lleva a cabo. Ambas son partes indisoluble de un doble comando.
Nadie, o casi, porque los fundamentalistas están en todas partes, cree que entre los hermanos hay más que eso, un amor fraternal profundo. Ni Mengolini se caracterizó como algo más la relación de Milei y su hermana. Solo usó una palabra que Pacatos, los fetalanos, entiende como sexo explícito llevado al idioma.
Y en esto lo estamos hoy, mientras que llegar a fin de mes es una aventura con pocas posibilidades de éxito.